Si pensabas que Ford lo estaba dando todo con productos como el Mustang, el Focus RS o el Fiesta ST, es porque ya te has olvidado de sus tiempos pasados. P
or ejemplo, cuando aún no se vendía el pony car en suelo europeo de forma oficial, la firma del óvalo azul tenía otros coches de talante deportivo para el Viejo Continente, como el Capri. Otros como el Escort y el Sierra dieron un paso más allá, con modelos realmente icónicos que recibieron el apellido RS Cosworth.
Las premisas eran sencillas: ofrecer un paquete ligero con un motor muy potente y un chasis capaz de aprovecharlo todo sin que el piloto muriese en el intento. Y si bien el Escort es un modelo altamente reconocido, fue el Sierra de tres puertas firmado por Cosworth el que dio el pistoletazo de salida a la unión de ambas compañías. Y, como tal, hubo una versión que compitió en el Campeonato Británico de Coches de Turismo (BTCC) y en el Mundial de Rally (WRC), entre otros muchos, a finales de los 80 y comienzos de los 90. Era el Ford RS500 Cosworth.
Este cohete se anunció en julio de 1987 y fue homologado en agosto de 1987 para ser el rey de las pistas en todo el mundo. La principal diferencia con el Sierra Cosworth que se podía comprar en los concesionarios era el motor de competición mejorado el preparador inglés. Sus nuevas características incluían un bloque reforzado, un turbocompresor más grande, un sistema de inyección de combustible mejorado y un circuito de refrigeración optimizado. El resultado erogaba 260 CV declarados, aunque hay quienes dicen que eran más bien unos 300 CV.
El BTCC, en 1990, cambió a una más laxa “Super Touring”, y los que serían los años dorados de los turismos del Grupo A llegaron a su fin. Pero antes de que lo hiciera, Ford corrió con el Sierra RS500 en el BTCC, homologado como parte de las normas del Grupo A. Hay mucho que decir sobre estas cosas, incluido el cómo Ford siempre buscó doblegar las reglas con la homologación. Y el motor de cuatro cilindros no entregaba la misma potencia del coche de calle (unos 540 CV), ni el mismo peso (menos de 1.000 kg), ni estaba puesto a punto igual.
Sin embargo, también es importante ver y escuchar el rendimiento del Ford Sierra RS500 Cosworth del Grupo A. No solo como una máquina de carreras compitiendo por la victoria, sino como un coche que frena, gira y responde a las demandas del conductor de una forma tan directa, que pocos vehículos han podido replicar desde entonces. Recuerda que no hay ningún tipo de ayuda electrónica, sino un buen chasis puesto a punto y las manos de un piloto. Y para eso está Tiff Needel y el viejo Top Gear, para darnos una idea de lo que era pilotar este coche.
Fuente: Top Gear