A muchos sorprendió la presentación del último Mitsubishi ASX. El SUV compacto japonés volvía renovado, pero con demasiados parecidos a otro modelo. Resultaba ser un calco del Renault Captur, un movimiento que ha sido posible debido a que ambas marcas están dentro de la Alianza Renault-Nissan-Mitsubishi. Muchos aficionados se preguntaron el por qué de esta decisión y ahora que lo hemos probado vamos a contestar a la cuestión. Aunque para entenderla hay que poner un poco de contexto en lo que pasaba en Mitsubishi hace no tanto tiempo.
Porque en 2020 se había tomado la decisión de abandonar por completo Europa para centrarse en otros mercados, aquí permanecerían otras marcas del grupo. Finalmente se dió marcha atrás y Mitsubishi se mantuvo en nuestro mercado, aunque con ciertas limitaciones. La oferta de producto era la más reducida de los últimos años, apenas tenían dos modelos (Space Star y Eclipse Cross) y todavía quedaba tiempo para que se hicieran realidad los nuevos electrificados que llegarían tras la inversión. Así que el ASX fue la respuesta temporal para que su situación se mantuviera estable.
Era un paso seguro, pues usar la base del Captur les aseguraba electrificación en un vehículo más que probado y reputado. Se ofrece en versiones de combustión, microhíbridas, híbrida convencional e híbrida enchufable; un abanico de opciones abierto para el cliente. Además, con la inclusión de este tercer modelo se aseguraba tener nutrido su servicio de postventa, que estaba algo huérfano. De hecho, no es el único modelo que van a tener con esta filosofía. Este mismo año llegará el nuevo Mitusibishi Colt, que estará basado en el Renault Clio.
Sin embargo, las críticas han llegado por la poca diferenciación estética que hay entre modelos de ambas marcas. Apenas cambian los logotipos, es realmente difícil distinguirlos desde algunos ángulos. La personalidad que tenía el ASX se ha perdido, pues ya no es el mismo en dimensiones ni tampoco en comportamiento. Tampoco tiene el carácter de todocamino de sus antecesores ni opción a la tracción total. En los precios tampoco hay una diferencia abismal, son bastante parecidos y lo único que tendría el Mitsubishi ASX a favor sería la garantía adicional. ¿Tiene sentido de cara a la marca? Mucho. ¿Habrá aceptación por parte del usuario? Eso está por ver.
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