Recientemente pusimos a prueba al nuevo Opel Mokka, que supone la segunda generación del SUV pequeño de la marca. Mucho ha cambiado desde el lanzamiento de la primera, todavía bajo el paraguas de GM y con una plataforma ya anticuada. Tras conducirlo durante una semana y enseñároslo en vídeo, muchos nos comentáis que la novedad más apreciada en el Mokka es su apartado estético. Pero, ¿es este modelo algo más que una cara bonita?
Basta con un primer vistazo para ver la evolución en el diseño que ha recibido el Opel Mokka. Sus proporciones son más dinámicas que antes, pues estamos ante un modelo hasta 12,5 cm más corto y que toma las líneas del prototipo GT X Experimental. El Opel Vizor de su frontal no pasa desapercibido, al igual que las opciones de personalización en su carrocería con hasta tres colores, que se extienden a elementos como las llantas o incluso los logotipos.
Que la imagen ha cambiado y que es probablemente el punto que más aprecia el público está claro, pero todavía queda comprobar si aporta algo más es modelo. El interior presenta una tecnología adecuada y acorde a las necesidades de la mayoría de conductores actuales. Hace un guiño a los más jóvenes por su generosa conectividad y también por el colorido de algunas molduras y materiales. Por otro lado, no es un coche demasiado práctico y puede quedarse justo para los viajes.
Como decíamos, el Mokka abandona la anterior arquitectura de GM y se asienta sobre la plataforma CMP de PSA. Eso hace posible que llegue la versión eléctrica Opel Mokka-e y también que tenga un comportamiento mejorado. La versión 1.2 T de 130 CV que tuvimos entre manos es una muy buena opción por su nivel de potencia y consumos. También por la dinámica que ofrece, pues nuevo Mokka se mueve mejor que el anterior, resultando más ágil y firme. Es cierto que pierde las opciones de tracción total, pero seguro que no demasiados la echan de menos…
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