En los últimos meses han pasado por nuestra sección de pruebas numerosos SUV eléctricos. Nos convenció el Ford Mustang Mach-E porque evoca bien a un Mustang. Nos gustó el tacto de conducción e innovación del Kia EV6. No faltan las soluciones prácticas y la racionalidad en el Skoda Enyaq. Y el Volkswagen ID.4 nos pareció un buen coche eléctrico para la familia… pero echamos en falta un regusto Volkswagen.
En las últimas décadas los Volkswagen estaban claramente por encima de la media del mercado. Incluso compartiendo mecánicas con otras marcas generalistas del Grupo (Skoda o Seat), los interiores eran claramente mejores. Y ahora esas diferencias no se pueden ver. Además, la apuesta por el minimalismo en los botones se ha llevado demasiado al extremo: una superficie táctil para el botón de emergencia, pues como que no lo vemos adecuado:
Estos problemas suponen un lastre a la hora de compararlo con rivales. Porque luego, en honor a la verdad, no va nada mal. Es silencioso y ágil en tráfico urbano, a lo que ayuda que sea un coche de tracción trasera a la hora de realizar maniobras. Y con la batería de mayor capacidad (ojo al sobreprecio) que equipaba nuestra unidad de prueba, puedes atreverte a hacer viajes largos, donde muestra aplomo.
Es amplio por dentro (debería mejorar la calidad en algunas zonas) y el precio, si bien no es bajo, pues sí que resulta competitivo al ver lo que cuestan sus rivales. Claro que, cuando te planteas una inversión tan alta como que supone un coche eléctrico quieres algo más… y el ID.4 falla en eso. ¿Quizá con el ID.4 GTX cambiaremos de opinión?
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