Ayer se presentaba un informe de RACC sobre cómo ha evolucionado la accidentalidad en las carreteras españolas. Alkí estaba María Seguí, directora de la DGT, que aseguró que en la reforma del Reglamento de Circulación que trabaja se incluirá la posibilidad de establecer en 130 km/h la velocidad máxima algunos tramos de autopistas (como se rumoreaba desde junio). La mayoría de los conductores se mostraba favorable a aumentar esta velocidad máxima.
Ahora llegan los matices, claro: Para empezar, no se contempla aplicar hasta que «las condiciones económicas del país deben permitir modular esa velocidad máxima mediante paneles de velocidad variable en los que se cambie el límite dependiendo de las circunstancias de tráfico y meteorológicas».
Es decir, que hay voluntad pero no hay dinero para paneles informativos. Como no se ha indicado ninguna partida en los Presupùestos Generales del Estado 8como sí con el Plan PIVE), ya podemos olvidarnos de que sea plique durante 2013.
Tampoco esperes que esto vaya a ser una «barra libre de velocidad». Serán solamente en algunos tramos de autovías, que según Seguí deben tener «un récord histórico de baja siniestralidad».
Seguí también confirmó que la reforma incluirá una reducción del límite de velocidad en todas las vías convencionales a 90 km/h, (frente a los 100 km/h actuales). la aplicación será inmediata, en cuanto se aprueba el nuevo reglamento de circulación (que será en torno a diciembre).
La directora de la DGT volvió a señalar que no apoya los peajes y también indicó que no tiene constancia de un proyecto que implique pagar por usar las actuales autovías. El director de la Fundación RACC, Miguel Nadal, se ha mostrado también en contra de introducir peajes en las vías rápidas porque «eso provocaría un desvío importante de tráfico a carreteras convencionales», más peligrosas. La probabilidad de tener un accidente es tres veces más elevada en convencionales.
Vía: El Mundo