El motivo es que podría convertirse en el coche británico más valioso de la historia, superando incluso los 18 millones de euros por los que se vendió el Aston Martin DBR1 el pasado año. Este DP215 será sacado a subasta por RM Sotheby’s durante la Monterey Car Week que ya se está celebrando. La casa calcula que alcanzará un valor de entre 20 y 25 millones de dólares (entre 17,3 y 21,6 millones de euros al cambio actual).
¿Y que es lo que hace tan especial a este ejemplar para que alcance semejante valor? Pues en primer lugar su destacado pedrigrí. Se trata de la única unidad que se hizo, un prototipo de competición que fue además el último de este tipo desarrollado por David Brown. Destacaba por su aerodinámica y su motor de seis cilindros en línea y 4.0 litros. Gracias al trabajo de personalidades como John Wyer o Ted Cutting, llegó a las 24 Horas de Le Mans de con muchas expectativas.
Aunque no consiguió terminar esa carrera, se convirtió oficialmente en el primer vehículo en romper la barrera de los 300 km/h. De hecho, el Aston Martin llegó a rodar a 319,6 km/h en la recta Mulsanne y los ingenieros creían que tenía potencial para más. A pesar de su retirada prematura, fue reparado e hizo su aparición en otras pruebas con fallos mecánicos. El jefe de equipo, John Wyer, dimitía y ese mismo año se cerraba el departamento de competición de Aston Martin.
Aunque el Aston Martin DP215 fue conservado con la esperanza de volver a los trazados en 1965. Algo que no pudo ser posible debido a un fatídico accidente en la autopista M1 durante unas pruebas nocturnas. Por suerte, volvería a la vida en 1974 cuando fue comprado por Malcolm Calvert (trabajador de Aston Martin). Aunque había perdido piezas originales como el motor o la transmisión, en ese momento comenzaría una restauración de lo más compleja.
Posteriormente fue adquirido por Nigel Dawes, un conocido coleccionista que se puso a trabajar con Ted Cutting (que había sido le diseñador original). Encontraron un motor de 4.2 litros del DP214 que podía ser lo más parecido al que montó originalmente, además de una nueva transmisión y tres carburadores Weber. También se hizo un importante trabajo con su carrocería y su interior, de forma que el Aston Martin DP215 volvía estar listo para pisar las carreteras.