La semana pasada salía a la luz una noticia que indicaba que Renault no veía diésel en su gama en un futuro. Según las filtraciones realizadas a Reuters, los galos (y su socio Nissan) se plantean muy seriamente dejar de equipar los populares motores dCi en los segmentos B y C.
El motivo es claro. Cumplir las normas anticontaminación futuras requerirá inversiones importantes… que serán repercutidas en el precio final del coche. Los compradores no verán demasiados estímulos para pagar esa diferencia a no ser que se realicen muchísimos km al año (por eso apenas hay ya diésel en el segmento A, sólo el Grupo Fiat los mantiene). Además, se tratará de motores mucho menos fiables (por la complejidad que exige construir motores diésel limpios).
¿Pero cómo será el mercado europeo de aquí a unos años? Pues bien, diferentes estudios, como este de AlixPartners, indican que la cuota de mercado del diésel caerá del alrededor del 50% actual al 9% en 2030. Un cambio radical, si tenemos en cuenta que faltan menos de 15 años.
Los fabricantes, según este estudio, tendrán que optar por sistemas de propulsión electrificados para poder cumplir con las normas de emisiones más estrictas. «Será un gran reto para los fabricantes de automóviles y proveedores, ya que tendrán que cambiar su infraestructura de fabricación del sistema de propulsión», indican desde AlixPartners.
El estudio indica que en 2022 el número de plantas europeas que fabrican los modelos de gasolina y diésel se reducirá a 55 del 62 fábricas que había en 2015. Al mismo tiempo, las plantas que fabrican motores eléctricos y modelos electrificados llegarán a 40 ese año, por 26 actualmente.
Las consecuencias financieras serán grandes, «pero no prohibitivas», según indican. De media, construir una fábrica que hace 400.000 motores al año cuesta 500 millones de euros, mientras que hacer una cpaz de producir el mismo número de motores eléctricos cuesta alrededor de 50 millones y requiere aproximadamente una décima parte del espacio necesario (lo que luego reducirá también costes).
La consultora señalan lo mismo que te contábamos al inicio: los costosos sistemas de postratamiento para cumplir con las nuevas normas aumentará el precio de venta de los modelos diésel… además de ser cada vez más caro el coste total de propiedad de los motores de gasóleo menos competitivos. ¿Los beneficiados? Los coches eléctricos y los híbridos enchufables, que serán cada vez más competitivos a medida que baja el precio de las baterías y mejora la autonomía y su rendimiento.
Así pues, si hoy en día los motores diésel representan casi la mitad de las ventas de autos nuevos en Europa y los vehículos de gasolina prácticamente (los sistemas de propulsión alternativas son una pequeña fracción). Se espera que esto cambie drásticamente en 2030, con este mix de ventas:
- 28% – Híbridos de gasolina.
- 25% – Gasolina.
- 20% – Vehículos eléctricos.
- 18% – Gasolina híbridos enchufables.
- 9% – Diésel.
Tres pilares para el cambio
Hacen falta muchos cambios para que esto sea realidad. Desde la consultora indican la increíble capacidad de aceleración de los vehículos eléctricos como elemento que ayudará al cambio (es algo mucho más útil que una enorme velocidad punta). A medida que más gente descubra que los soches eléctricos distan mucho de los carritos de golf, irán aumentando las ventas.
Otro factor a tener en cuenta es la autonomía. En breve comenzaremos a ver coches eléctricos que homologuen 500 km, lo que resultarán autonomías reales de 300 km, más que suficiente para aliviar la ansiedad de autonomía en la mayoría de los clientes. Además, las mejoras en el software harán posible incrementar significativamente el rango de un vehículo eléctrico en su ciclo de vida, algo que nunca se pudo hacer con motores de combustión interna.
Por último, está el gran desafío de las infraestructuras. Si no se apoya con puntos de recarga, los esfuerzos de los fabricantes de automóviles pueden ser en vano. Es sin duda «el gran reto en el desafío de electrificación.»
Fuente: AlixPartners