La subasta que RM Auctions celebrará este fin de semana (los días 11 y 12 de mayo) en Mónaco promete sorpresas memorables. Hace no mucho os hablamos de un Rolls-Royce muy especial y, a principios de semana os mostramos una parte de los modelos históricos de competición que se subastarán en el Grimaldi Forum. Hoy nos referiremos al primer Ferrari capaz de “volar sobre las aguas”, como reza el titular del artículo. Una curiosa historia.
Durante la década de los años 30 del pasado siglo, en Estados Unidos, Adolph y Arno Apel de “Ventnor Boat Works” en New Jersey revolucionaron el diseño de las lanchas rápidas. La idea era aparentemente sencilla, dividiendo la superficie del casco en dos pontones o “flotadores” a ambos lados de la embarcación. La hélice actuaba como tercer punto de contacto con el agua y el aire canalizado por el túnel formado por los flotadores generaba sustentación aerodinámica. Por supuesto, esto sólo sucedía cuando la embarcación se desplazaba a gran velocidad.
El más importante piloto de lanchas en aquella época en Italia fue Achille Castoldi, que también era ingeniero y diseñaba sus propias embarcaciones. Comenzó a competir en 1940 con el “Arno” original, un prototipo enmarcado dentro de la clase “hasta 400 kg”, con un casco construido por Picciotti y un propulsor Tipo 158, firmado por Alfa Romeo. Con él Castoldi batió el record mundial de la categoría, estableciéndolo en 130,517 km/h. En sucesivas series del Arno se equiparon tanto motores de Alfa Romeo como de Maserati, compitiendo en numerosas pruebas del circuito internacional de la especialidad.
En 1951, Castoldi cortó lazos con su proveedor Alfa Romeo y decidió dedicarse en exclusiva a tratar de batir records mundiales de velocidad sobre el agua. Pero necesitaba encontrar una marca que se involucrase en el proyecto, con un propulsor adecuado para tal fin. Y aquí es donde entra en acción un personaje conocido de todos nosotros, ni más ni menos que «Il Commendatore»Enzo Ferrari.
Castoldi estaba preparando su asalto al record, en el año 1952, cuando viajó a Maranello con dos íntimos amigos, los famosos pilotos Alberto Ascari y Luigi Villoresi. Su objetivo no era otro que conseguir el afamado propulsor V12, empleado en la Fórmula 1 por los bólidos de la marca del “cavallino rampante”. Enzo Ferrari no dudó en ayudarle, entre otras cosas porque recordaba un hecho acaecido años atrás cuando Castoldi consiguió salvaguardar de las fuerzas de ocupación alemanas varias unidades de coches de carreras Alfetta 158, ocultándolos en las instalaciones de su fábrica en Abbiategrasso, cerca de Milán (no olvidemos que Enzo Ferrari, durante un tiempo estuvo a cargo de las actividades de competición de Alfa Romeo).
Como decíamos anteriormente el propulsor V12 Tipo 375, diseñado por el genio de la mecánica Aurelio Lampredi, era la misma unidad que propulsaba los monoplazas de Formula 1 de la marca durante 1951 y que logró la primera victoria en un Gran Premio de la especialidad a los mandos de Froilán González, o que contribuyó a que Alberto Ascari ganase el Campeonato del Mundo al año siguiente.
Este motor de 4,5 litros de cilindrada utilizaba un sistema de doble encendido por magneto y tenía una compresión de 12:1, lo que le proporcionaba una potencia final de 385 CV, que se transmitía al agua a través de una hélice de doble pala que podía alcanzar hasta 10.000 rpm.
La lancha recibió el nombre de “Arno XI” y utilizaba la configuración descrita al principio del artículo (de ahí su nombre). Fue construida por el astillero Timossi, ubicado a orillas del famoso Lago de Como, que constituía una inmejorable pista de pruebas. El diseño llamaba la atención por su originalidad y por los materiales empleados, con una sólida estructura de madera recubierta por contrachapado marino de caoba. Una subestructura metálica soportaba el enorme peso y poderío del propulsor Ferrari, y también era de metal la cubierta, pintada en el color “corporativo” Rosso Corsa.
Con su preciada arma, Castoldi se presentó en el Campeonato de Italia en enero de 1953, obteniendo una velocidad, en entrenamientos, de 199,56 km/h, antes de realizar un intento oficial a doble pasada. Pero en esa misma prueba su principal adversario, el también italiano Mario Verga, que contaba con el apoyo oficial de Alfa Romeo, a bordo del “Laura”, estableció un nuevo record de 202,26 km/h. Y ni corto ni perezoso, dos semanas después, en un segundo intento, volvió a superarse con una marca de 226,50 km/h.
Pero Castoldi no se dio por vencido y encargó una completa remodelación del motor. Con el apoyo del equipo oficial Ferrari, incluyendo a Stefano Meazza, ingeniero jefe de la “Scudería”, se realizaron diversas modificaciones. Se rediseñó todo el sistema de admisión para que pudiese funcionar con metanol, añadiéndose dos turbocompresores y nuevos carburadores, con lo que la potencia final ascendió a unos impresionantes 600 CV.
Ahora sí, Castoldi logró su objetivo, y en el Lago de Iseo, en la mañana del 15 de octubre de 1953, estableció un nuevo record de velocidad en la categoría de 800 kg, con una velocidad promedio, a dos pasadas, en el kilómetro lanzado, de 241,708 km/h. Horas más tarde batió otro record, en ese mismo paraje, en la prueba de las 24 millas náuticas, al lograr una velocidad media de 164,70 km/h.
Tras esta fantástica hazaña se sucedieron diversos acontecimientos (accidente en una de las pruebas, que a punto estuvo de costarle la vida; la muerte de su rival Mario Verga) que llevaron a Achille Castoldi a retirarse de la competición. El “Arno XI” fue abandonado en unos almacenes hasta que lo adquirió en 1958 el ingeniero y “gentleman driver”Nando Dell’Orto, que también lo utilizó en diversas competiciones náuticas.
Realizó a la lancha importantes modificaciones con la finalidad de que fuera más agresiva y estable a alta velocidad, ganando varias pruebas, incluyendo el Campeonato de Europa de 1963. Nando Dell’Orto se retiró de la competición en 1968, dejando olvidado al “Arno XI” en una nave de su fábrica de papel, situada en las afueras de Milán. Es aquí donde esta famosa lancha de carreras fue localizada y rescatada del olvido., realizándose una minuciosa y costosa restauración, tanto del propulsor como del casco.
Una vez completado todo el proceso ha vuelto a surcar las aguas, desde el año 2004, en diversas competiciones náuticas de clásicos.
Siempre resulta complicado saber cual será el valor final en la subasta, pero se estima que alcance una cifra comprendida entre 1.000.000 y 1.500.000 euros.
Como colofón no os perdáis cómo suena el “Arno XI” en este vídeo:
Vía | RM Auctions
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