La Fórmula 1 es de los mayores espectáculos habidos y por haber. El protagonismo cada Gran Premio se lo llevan los pilotos y sus monoplazas, aunque hay otros vehículos de cuatro ruedas que también salen a relucir de cuando en cuando. Hablamos del Safety Car y del Medical Car, los coches que salen a la pista en caso de accidente para velar por la seguridad y bienestar de los pilotos. Esta temporada ese honor recae de nuevo en los Mercedes-AMG GT Black Series y GT 63 S 4MATIC+.
Al igual que la pasada temporada ese privilegio es compartido con los Aston Martin Vantage y DBX debido al acuerdo de colaboración. Aunque para la firma de Affalterbach, siempre ha tenido más importancia, pues lo han estado haciendo más de 25 años. Lo hacen con dos de sus modelos más potentes y prestacionales en la actualidad, manteniendo viva esa filosofía tan presente en la Fórmula 1. Ambos han sido decorados con la librea roja característica de CrowdStrike, su patrocinador, y cuentan con avanzados sistemas.
Curiosamente, en el Mercedes-AMG GT Black Series no se ha instalado el módulo de luces en el techo, pues empeoraría su trabajada aerodinámica. En su lugar, toda la iluminación se ha repartido entre la zona superior del parabrisas y en el alerón trasero de forma magistral. En el Safety Car se iluminará incluso la matrícula en naranja o en verde, en función de lo que necesite transmitir. En el interior cuenta con el paquete AMG Track para sumar la jaula antivuelco y la rigidez del vehículo.
Los asientos tipo bucket van con arneses de seis puntos y el piloto, Bernd Mayländer, junto a su copiloto, Richard Darker, van monitorizando la pista a través de varias pantallas adicionales con conexión a internet. También hay radio para estar en contacto con la dirección de carrera en todo momento. Todo ello, con el motor V8 biturbo de 4.0 litros y sus flamantes 730 CV y 800 Nm de par empujando fuerte para que los monoplazas no se enfríen demasiado.
No se queda atrás el Mercedes-AMG GT 63 S 4MATIC+ que debuta como Medical Car de la Fórmula 1. En este caso el V8 biturbo de 4.0 litros se queda en unos nada despreciables 639 CV, suficientes para convertirse en el coche médico más potente de la historia. Entre sus modificaciones vemos algunas importantes como la toma de aire de fibra de carbono en el techo, para poder poner la barra de luces sin echar a perder su aerodinámica. También se modificó el ángulo del alerón trasero para generar más carga.
En el espacioso maletero, se instala un equipo de emergencia, que incluye desfibrilador, aparato de respiración, cúter de rescate y dos extintores de mano. Para desplazar al piloto accidentado, hay cuatro asientos de competición individuales, mientras que la conectividad también es completa. Hay un total de tres tablets y un monitor adicional (sustituyendo al espejo retrovisor) para seguir la carrera y estar al tanto de lo que sucede en cada punto del circuito.
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