El mercado de coches eléctricos está impulsando una demanda continua de litio. Pero la crisis de suministro de este maravilloso metal —y de otras tantas cosas— podría hacer mella en las aspiraciones de gobiernos y fabricantes para cumplir sus objetivos climáticos. Una crisis que se ve acrecentada cuando la mencionada demanda supera con creces a la oferta, que es el caso y, por ende, el precio del litio se ha disparado en los últimos meses.
Es posible que el litio no se considere un metal precioso, pero a la velocidad a la que aumenta su precio, es posible que pronto supere las tarifas del oro y del platino. El litio, un componente vital en las baterías de los vehículos eléctricos de hoy en día, es tan escaso que los precios han subido casi un 500 % con respecto el año pasado. Porque es el auge de los vehículos eléctricos el principal responsable de ese aumento, a pesar de que el litio también se usa en productos electrónicos de consumo, aplicaciones farmacéuticas y muchas más cosas.
En algunos casos, esos aumentos de precios sobre las materias primas no tienen un impacto inmediato en los precios que ven los compradores en las tiendas, pero el ascenso del litio está marcando la diferencia. Bloomberg informa que los precios actuales del metal podrían generar un incremento de hasta 1.000 dólares para un vehículo nuevo. Para los eléctricos de gran valor (de más de seis cifras) no es un problema, pero para los vehículos eléctricos de todos los días como un Fiat 500, el aumento en el precio puede sí tiene un impacto.
El crecimiento explosivo de la producción del litio es, al menos en parte, el responsable de los impopulares aumentos de precios que hemos visto en algunos coches eléctricos de renombre. Tesla, por ejemplo, ha subido el precio del Model 3 varias veces en los últimos meses, mientras que otros hacen lo propio sin llamar tanto la atención. Si no se produce suficiente litio, las consecuencias son potencialmente devastadoras. La inversión en coches eléctricos ha crecido más rápido que cualquier otro sectorde nuevas energías en los últimos años.
Argentina, Bolivia y Chile son responsables de más de la mitad del suministro mundial de litio. El metal proviene de los desiertos de sal, donde se extrae de lagos subterráneos y se bombea en una salmuera. Los productores deben dejar reposar la solución hasta dos años para permitir que se evapore suficiente agua para procesar el litio. La metodología actual para ello es muy ineficiente, ya que solo se recupera alrededor del 50 % del metal de la salmuera. Australia es otro jugador importante, y su suministro proviene de la extracción de minerales.
¿Qué se puede hacer? Resulta que la mejor manera de reforzar el suministro es, simplemente, producir más litio. Se está abriendo una nueva mina en Canadá para ayudar en ese frente. Por supuesto, el desafío es que la salmuera de litio tarda mucho en evaporarse y los productores, a menudo, lidian con problemas para obtener los permisos. Producir más litio también tiene un coste para el medio ambiente: se necesitan toneladas de agua para procesar el metal y, en las áreas que extraen materiales para llegar al litio, se requiere muchísima energía.
Las compañías automotrices están trabajando para reducir su huella mientras extraen y procesan litio. Algunos están desarrollando métodos que aumentan la eficiencia del proceso para mejorar la tasa de recuperación abismal. La tecnología de baterías de estado sólido y las baterías de iones de sodio eventualmente se volverán viables para uso comercial, pero es aún es cierto que faltan años, y que serán costosas cuando se estrenen.
Fuente: Boomberg