Los fabricantes suelen decir que las baterías de sus coches deberían durar entre 15 y 20 años, es decir, toda la vida útil del vehículo. En todo caso, sus garantías son más extendidas que las genéricas, estando en muchos casos en un mínimo de ocho años y 160.000 kilómetros con una capacidad superior al 70 %. Si no se cumple ese dato debería ser sustituida de forma gratuita por el fabricante. Aunque lo cierto es que no suele ocurrir en muchos casos, parece que aguantan bastante más de lo que se esperaba. Casi todos los eléctricos mantienen la misma batería con la que salieron de fábrica, con algunas excepciones.

Sólo ha habido dos llamadas a revisión masivas relacionadas con la batería. El primer modelo fue el Chevrolet Bolt en 2017 y el segundo el Hyundai Kona Electric en 2019. En ambos casos fueron cubiertos por el fabricante de forma solvente y sin repercusión para el usuarios. Sin embargo, al margen de esas sustituciones más extendidas, el resto suelen mantener bien la batería y lo habitual es que solamente se cambie en menos del 5 % de los vehículos. Los que están cerca de esa cifra son algunos más longevos como el Nissan Leaf y el Tesla Model S, que llevan más años en el mercado.

En todo caso, se ha visto que la degradación de las baterías ha mejorado mucho según avanzaba la tecnología. Teniendo en cuenta modelos varios de los modelos eléctricos más vendidos, se ha visto que en los primeros kilómetros había un desgaste más acusado que hacía que se redujese la autonomía, aunque de forma minoritaria. Sin embargo, a partir de los 50.000 kilómetros la tendencia es a estabilizarse y que apenas haya pérdida de autonomía. Todo varía un poco en función del modelo y la capacidad, pero es una tendencia bastante extendida.

Por lo tanto, la vida útil de la batería de un coche eléctrico no es algo que deba preocupar en exceso al potencial comprador, ya que ha ido mejorando notablemente con el paso de los años y seguramente las próximas tecnologías estén incluso por encima tanto en rendimiento como en resistencia.