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Mario Nogales

Ford Fiesta Active 1.5 TDCi 120 CV, prueba a fondo del utilitario crossoverizado

La séptima generación del Ford Fiesta supuso una revolución importante en el segmento B. Es cierto que se pueden esperar grandes cosas de uno de los utilitarios de referencia, de un auténtico veterano que atesora ya más de cuatro décadas de historia a sus espaldas. Pero ya no solo hablamos de las novedades en el diseño o en el apartado técnico, sino de algo más importante. Lo vamos a intentar contar a través del Ford Fiesta Active que hemos estado probando.

Porque hay que recordar que la personalización y la personalidad son puntos muy importantes en el mercado actual y la marca del óvalo no podía hacer oídos sordos a esa necesidad de muchos clientes. Pero no se limitan solo con acabados de pintura bitonos o interiores específicos, sino que lanzan una serie de acabados que aportan un carácter completamente diferente al vehículo. No podemos decir que se trate de un modelo distinto, pero quieren acercarse a esa concepción.

De esta forma nos encontraremos con que un Fiesta ST-Line tendrá una imagen deportiva bastante diferenciada respecto al resto de la gama. También con que un Fiesta Vignale tiene esos aires de lujo y distinción a los que pocos utilitarios pueden llegar. Y con el Fiesta Active se pretende lograr esa imagen de crossover que tan de moda está en la actualidad. No es un SUV, para eso está el Ford EcoSport, pero tiene una personalidad más campera que no deja a nadie indiferente.

Exterior

Como decíamos, ese aspecto de crossover se logra en gran parte mediante su exterior. Su altura libre al suelo se ha elevado 18 mm respecto a un Fiesta normal, no es un cambio demasiado notable pero ya es suficiente para distinguirlo. En ningún caso garantiza su conducción fuera del asfalto, al fin y al cabo son apenas 150 mm de altura libre. Otro toque diferencial para esta versión son las barras de techo cromadas, un elemento que solía ser exclusivo para los SUV.

En el frontal del Ford Fiesta Active se aprecia un paragolpes diferente, que en la parte inferior queda rematado por una moldura de aspecto metálico. Los faros también son ligeramente distintos, con un intermitente en forma de lágrima muy llamativo. Justo por debajo de esas ópticas quedan los faros antiniebla integrados en una forma triangular. La parrilla es la habitual, colocada en una posición bastante baja y con un entramado en color negro.

Desde el lateral se hace más evidente lo que ya nos había llamado la atención. En busca de ese aspecto de crossover se han recubierto todos los bajos de la carrocería con plásticos negros que van acompañados de algunos embellecedores que imitan al metal. Desde el perfil tampoco pasan desapercibidas las llantas de 17 pulgadas de cinco radios, que son específicas de este versión o las barras de techo anteriormente citadas.

En la zaga del Ford Fiesta Active continúan las modificaciones. Aquí la más llamativas está en la zona de la matrícula, pues por detrás hay una especie de máscara negra que se lleva bastante protagonismo. Por encima quedan unos pilotos traseros no se diferencian del resto de versiones y por debajo un paragolpes rediseñado que adopta esa fórmula de plástico negro y gris que ya hemos mencionado anteriormente.

Con estas modificaciones llama la atención que las medidas exteriores del Ford Fiesta Active también quedan afectadas y cambian ligeramente. Se queda en una longitud de 4.068 mm, una anchura de 1.756 mm y una altura de 1.498 mm. Eso se traduce en que es ligeramente más largo y ancho por los paragolpes, además de algo más alto por las barras de techo. Lo que no cambia es la distancia entre ejes, que se mantiene en 2.493 mm.

Interior

Cuando entramos en el Ford Fiesta Active lo cierto es que apenas encontramos las diferencias respecto al resto de versiones de la gama del utilitario. En la zona central sobresale esa pantalla táctil de 8 pulgadas con el sistema multimedia SYNC 3. Lo cierto es que su funcionamiento no tiene pegas, pues es bastante rápido e intuitivo y tiene un tacto preciso. Lo que no termina de gustarnos es su integración, pues con ese diseño flotante da la sensación de que no está del todo integrada.

Si seguimos bajando por la zona central encontramos las salidas de aireación, que se controlan desde el climatizador monozona (sí, monozona siendo uno de los acabados más altos). En la parte inferior de la consola central hay un hueco bastante aprovechable y más atrás la palanca de cambios. Desde el puesto del conductor se aprecia el volante multifunción y, a través de él, una instrumentación mixta formada por una pantalla TFT de 4,2 pulgadas y unas esferas analógicas.

Pero también hay detalles específicos en este Fiesta Active. El primero y más llamativo es la tapicería mixta «Ebony Active» que combina tela y cuero logrando un diseño llamativo y un tacto realmente bueno. Rodeando al cuadro de instrumentos y en la zona del acompañante hay unas molduras plásticas que imitan a la fibra de carbono. Aunque hay diferencias evidentes, lo cierto es que no está mal y da un toque diferencial.

Siguiendo por la vía de los materiales empleados, hay que decir que la calidad del modelo está situado en la media del segmento. Eso se traduce en el empleo de algunos plásticos blandos en zonas superiores, otros más duros y rugosos en las inferiores y las molduras ya citadas. Los acabados son bastante buenos en general, pero en la consola central no están a la altura al dejar unas separaciones evidentes entre materiales.

Si hablamos de espacio, el Ford Fiesta Active no sorprenderá ni para bien ni para mal. Tiene la habitabilidad típica del segmento B, con unas plazas delanteras amplias que recogen bien el cuerpo y son más que suficientes para cualquier usuario. El problema llega en la segunda fila, donde las plazas laterales son bastante anchas y gozas de buenas cotas, pero el asiento central carece de forma y cuenta con la desventaja del túnel de transmisión. En resumen, mejor viajar cuatro adultos.

Maletero

El maletero del Ford Fiesta Active se sitúa algo por encima de la media del segmento. De hecho, en esta versión será ligeramente superior que en el resto. Hablamos de que alcanza los 311 litros de capacidad (303 litros en otros acabados) y de que tiene unas formas rectas bastante aprovechables. En los laterales también habrá un par de huecos de dimensiones reducidas que serán útiles para objetos pequeños.

El contrapunto lo pone una boca de carga situada en una posición bastante elevada, que dificultará la carga de los objetos más voluminosos y pesados. Bajo el piso no hay espacio para una rueda de repuesto, así que tendremos que conformarnos con el socorrido kit antipinchazos. Si abatimos la segunda fila de asientos en dos partes (60:40) no obtendremos una superficie completamente recta pero se obtienen unos nada despreciables 1.093 litros de capacidad.

Equipamiento

Como introducíamos, la nueva generación del Ford Fiesta contaba con unos niveles de equipamiento muy diferenciados que cambiaban por completo la personalidad del vehículo. Si comenzamos por el principio vemos que en el acabado básico Trend encontramos elementos como las llantas de acero, el aire acondicionado, la radio con pantalla de 4,2 pulgadas, el sensor de luces o el asistente de cambio involuntario de carril.

Subiendo un escalón está el Trend+ que suma retrovisores termoeléctricos y plegables, faros antiniebla, sensores de aparcamiento traseros o el sistema multimedia SYNC 3 con pantalla táctil de 6,5 pulgadas. Probablemente el más equilibrado sea el Titanium, que completa lo anterior con llantas de 16 pulgadas, parrilla específica, luces diurnas y pilotos traseros LED, asientos delanteros deportivos, reposabrazos delantero o volante y palanca de cambios forrados en cuero.

Si ya nos vamos con los más diferenciados aparece el Vignale, que llama al lujo con su parrilla cromada exclusiva, llantas de 17 pulgadas, climatizador automático, pantalla táctil de 8 pulgadas, apertura sin llave y arranque por botón, tapicería mixta, sensor de lluvia o reconocimiento de señales. En el extremo deportivo está el ST-Line, con un aspecto más llamativo, suspensión deportiva, asientos específicos, pedales en acero inoxidable, entre otras cosas. Mención aparte para el verdadero tope de gama, el Ford Fiesta ST.

Con esto llegamos al Active, el acabado que protagoniza esta prueba. Busca el aspecto campero con las llantas de 17 pulgadas, altura elevada en 18 mm, tres modos de conducción o paragolpes y parrilla exclusivos. Aunque concretamente, nuestra unidad llevaba el Active+, que completa lo anterior con añadiendo el climatizador automático, la pantalla táctil de 8 pulgadas, el sistema de sonido B&O Play, la tapicería mixta, la consola central con apoyabrazos o el paquete Visibilidad.

Motor

La gama de motores del Ford Fiesta Active se muestra bastante completa tanto en gasolina como en diésel. En el primer combustible, que es el más demandado, el protagonista es el 1.0 EcoBoost de tres cilindros. Está disponible en tres niveles de potencia: 85, 100 y 125 CV; quedando excluido el de 140 CV que sí está en otras versiones de Fiesta. Solamente el intermedio ofrecerá opción a cambio automático, los otros dos solo pueden ir con cambio manual. El 1.5 EcoBoost del ST con 200 CV aquí tampoco tiene cabida.

Si saltamos al diésel, una opción todavía interesante para los que recorran más kilómetros, encontramos al 1.5 TDCi de cuatro cilindros. Este bloque también se puede elegir con varios niveles de potencia. Está disponible con 85 o con 120 CV, en ambos casos siendo la caja de cambios manual de seis velocidades la única opción a elegir. En el caso de nuestra unidad, se trata de una versión tope de gama en diésel.

Por lo tanto tenemos entre manos un Ford Fiesta Active 1.5 TDCi con 120 CV y 270 Nm ligado a un cambio manual. Las prestaciones de este modelo pasarán bastante desapercibidas, pues no es lo que busca. Acelera de 0 a 100 km/h en 9,4 segundos y alcanza una velocidad máxima de 190 km/h. Si hablamos de eficiencia, su ficha técnica indica un consumo medio de 4,8 l/100km y unas emisiones de CO2 de 112 g/km.

Comportamiento

Cuando vas a entrar al Ford Fiesta Active por primera vez captas un detalle llamativo a la par que útil. Al abrir la puerta sale una especie de protección de plástico que cubre el borde para evitar esos roces tontos que tan molestos son. Una vez sentados en el puesto de conducción nos disponemos a evaluar su comportamiento dinámico. Arrancamos el diésel de cuatro cilindros y a priori parece ser bastante refinado, sin que haya demasiadas vibraciones ni que el sonido se filtre al interior.

Y en los primeros kilómetros empezamos a notar que es una mecánica que le sienta bastante bien al conjunto. El diésel se muestra bastante lleno en todo el régimen de revoluciones, con una respuesta reactiva y lineal que es satisfactoria para un coche de sus características. Maniobras como adelantamientos o incorporaciones son bastante fáciles gracias a esos 270 Nm de par entre las 1.750 y las 2.500 rpm. Por debajo de esa cifra le costará un poco más.

Aunque llegados a este punto también se aprecian unos desarrollos del cambio largos, que buscan reducir los consumos del Fiesta Active. De esta forma nos encontraremos rodando a 120 km/h cómodamente a 2.000 vueltas y también obligándonos a recurrir a la palanca de cambios para sacar el máximo rendimiento. No es algo que nos moleste demasiado, pues su respuesta es agradable con un guiado preciso y unos recorridos no demasiado largos.

Si entramos en materia a hablar del chasis no podemos sacar demasiadas pegas. Estamos ante un modelo con una base muy elaborad, ya comprobamos durante la prueba contacto del cinco puertas que era uno de los más equilibrados del segmento. Con esto queremos decir que es un coche con el que se puede ir bastante rápido (ayudado por los neumáticos Continental ContiSportContact 3) y siempre obteniendo reacciones nobles. Tras ver eso no nos queremos imaginar de hasta dónde puede llegar el Fiesta ST.

En este ejemplar tenemos una suspensión confortable, que a pesar de ser algo blanda no presenta demasiados balanceos en la carrocería. En cuanto a la dirección, presenta un nivel de asistencia elevado, pero aún así nos gusta por su precisión y por ser bastante comunicativa. El Ford Fiesta Active presenta tres modos de conducción: Normal, Eco y Resbaladizo. Lo cierto es que en marcha apenas se notan diferencias entre ellos.

Al término de la semana de pruebas con nuestro Ford Fiesta Active 1.5 TDCi 120 CV echamos cuentas y registramos un consumo medio de 5,1 l/100km. Se trata de una cifra muy satisfactoria, muy cercana de lo homologado y sin haber buscado especialmente una conducción eficiente.

Opinión coches.com

En resumen, el Ford Fiesta Active es un utilitario con mucha personalidad y prácticamente único en el segmento. Decimos eso porque sus rivales principales (entre los que están el SEAT Ibiza, el Renault Clio o el Peugeot 208) no tenemos ninguna otra opción ‘crossoverizada’. Estéticamente llama bastante la atención por su altura elevada, por las barras de techo o las protecciones plásticas. En el interior no deja de ser como cualquier otro Fiesta, algo que es positivo, aunque su habitabilidad será algo justa.

Si nos centramos en el comportamiento dinámico de modelo ligado al motor diésel 1.5 TDCi de 120 CV hay que decir que presenta un rendimiento satisfactorio. Es fácil hacer consumos realmente bajos sin buscarlo. A nivel de chasis es un vehículo muy equilibrado que cumple en todos los ámbitos y al que se pueden sacar pocas pegas. En otras palabras, el Fiesta siempre es buena opción y este Active ofrece un plus de distinción que no ofrecen otros.

Ford Fiesta Active 1.5 TDCi 120 CV
7.4Nota
Lo mejor
  • Aspecto diferenciado de estilo crossover
  • Comportamiento dinámico equilibrado
  • Consumos bajos del 1.5 TDCi 120 CV
Lo peor
  • Habitabilidad por debajo de otros rivales
  • Retrovisores de tamaño reducido
  • Sin opción a cambio automático en diésel
Diseño7.5
Habitabilidad7
Acabados7.5
Maletero7
Equipamiento7.5
Motor8
Comportamiento7.5
Calidad Precio7

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