Pocos éxitos ha habido en el último lustro como el de la cuarta generación del Hyundai Tucson. Lanzada en 2021, con la actualización de 2024 ha conservado todas las cualidades que lo han convertido en superventas: un diseño fuera de lo habitual, pero sin ser estrambótico, unas dimensiones idóneas para una familia de cuatro miembros y un maletero de los más amplios entre los SUV compactos.
Hace unas semanas probábamos a fondo el coche para conocer los cambios. Gana tecnología, que además resulta más fácil de usar y crea un habitáculo más amplio. Conserva su amplia variedad mecánica, con opciones para todas las necesidades. Y elegimos el Hyundai Tucson híbrido, un coche con un misterio que debíamos resolver: pierde potencia ante su antecesor y homologa un consumo más alto de combustible. Por suerte, tras una semana conduciéndolo en todas las situaciones posibles, resolvimos el acertijo:
¿Qué pasa con este modelo? Pues que, cierto, el Hyundai Tucson híbrido consume un poco más a velocidades de autovía, pero ahora en los trayectos cotidianos urbanos o en carreteras secundarias, con demandas del acelerador bajas o medias logras un gasto mucho menor. Puede que no tanto como los de un Toyota RAV4, pero sin duda con una dinámica de conducción más conseguida debido a la transmisión elegida.
Nos preguntamos por qué entre tanta oferta mecánica, con etiquetas ECO en gasolina y diésel, tantos apuestan por esta mecánica híbrida convencional. Analicémoslo. El Tucson enchufable es bastante más caro y su peso extra afecta al comportamiento y al consumo en viajes largos. Un diésel gastará menos en viajes, pero tiene un precio muy similar (apenas 700 euros menos) y por esa diferencia ganas 81 CV de potencia y 70 litros más de maletero. También Menor gasto en ciudad y a bajas velocidades, un rodar más refinado. Y aunque no se trate de un coche barato es cierto que un Volkswagen Tiguan o un Grandland son más caros de partida que un Tucson y no tienen tantas opciones entre las que elegir.
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