La historia del Volkswagen T-Cross es la de un éxito casi inmediato. Poco más de cinco años en el mercado le han servido para vender más de 1,2 millones de unidades en todo el mundo, algo al alcance de unos pocos elegidos. El caso es que hemos podido ponerlo a prueba recientemente y queríamos plantearnos por qué la gente busca coches como éste. Probablemente no sea el vehículo más atractivo, ni el más práctico; y por supuesto no es el más dinámico. Sin embargo, hay bastantes motivos de peso que arrastran a la gente hacia él.
¿El primero? Es un SUV. La mayoría de las ventas actualmente las aglutinan los modelos de estilo crossover, los llamados todocaminos. Los tamaños compactos son los más demandados, pero los pequeños también están cerca en ventas. Justo ahí es donde se encuadra el T-Cross, en uno de los segmentos más grandes y competidos. Más de una treintena de coches pugnan por ser el mejor, cada uno con sus cualidades. En el caso del modelo alemán, dijimos que uno de sus puntos fuertes estaba en el interior.
Más allá del apartado estético, totalmente subjetivo, y muy competido por otros rivales igualmente atractivos, el habitáculo del Volkswagen T-Cross está muy bien resuelto. La tecnología es todo lo avanzada que podríamos esperar en un modelo generalista de estas características. Además, el equipamiento es bastante completo incluso de serie. Y sorprenden las capaces plazas traseras con banqueta deslizante (14 cm) que le permiten ese extra de habitabilidad, junto a un maletero de 385 litros como mínimo.
Es cierto que la oferta mecánica en este modelo es bastante normalita y que le penaliza la ausencia de electrificación, que es algo que muchos usuarios buscan actualmente. En todo caso, el chasis tiene una puesta a punto muy Volkswagen. Es decir, equilibrio puro, sin emocionar al tiempo que no decepciona. Un aspecto negativo que tiene este modelo (al igual que casi todos actualmente) es que su precio de partida es elevado. Son 23.970 euros de acceso, por lo que podría ser muy superior con una configuración interesante.
Para terminar con algo positivo, el Volkswagen T-Cross se ensambla en la fábrica de la marca en Pamplona. Es un producto nacional que comparte línea de montaje con el Taigo y con el Polo, pues todos ellos se asientan sobre la plataforma MQB-A0. Claramente el T-Cross es el que más peso tiene en esas instalaciones y también el más exportado.
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