¿Cómo podríamos definir al humilde progenitor de un gran imperio que, a menudo, pasa desapercibido por las grandeza de sus sucesores? Posiblemente exista alguna palabra que lo explique a la perfección, pero en el mundo de la automoción podemos encontrar como un sinónimo al BMW M535i (E12). Junto a él nació la historia de BMW Motorsport GmbH, y por supuesto, dio lugar a una saga de berlinas de altas prestaciones bajo el apellido M5.
A menudo se habla del M5 (E28) como el punto de partida de los super sedanes de Baviera. Mostrado al mundo durante el Salón del Automóvil de Ámsterdam de 1985, el M5 originario fusionó el motor del seis cilindros en línea del superdeportivo M1 de finales de los 70 con la Serie 5 de segunda generación. Exteriormente, no llamaba mucho la atención salvo por las insignias “M5” en la parrilla y en la puerta del maletero, pero que alcanzase los 250 km/h de velocidad punta sorprendió a propios y extraños. Era algo inaudito para un sedán.
Sin embargo, este no fue el primer Serie 5 capaz de volar por las autopistas. Porque cinco años antes de que comenzase a construirlo, la planta de Preusenstrasse −donde nacían los modelos más rápidos de la marca− ya estaba inmiscuida en la producción el M535i. Este modelo era algo confuso de ubicar, básicamente porque se trataba de un 528i con algunos cosméticos del equipo Motorsport de la compañía, una suspensión deportiva, un diferencial de deslizamiento limitado, unos frenos más grandes y una transmisión específica.
Desafortunadamente para este modelo, BMW no usó el motor del M1, sino que optó por la unidad de seis cilindros y 3.5 litros con 218 CV y 310 Nm que ya se montaba en el coupé 635 CSi (E24) y el buque insignia de la compañía, el 735i (E23). El bloque no se actualizó, pero gracias a su caja de cambios con las relaciones de transmisión cerradas de tipo dog leg −con la primera hacia abajo−, la suspensión M-Technic y el nuevo diferencial, hacía la carrera de 0 a 100 km/h en unos siete segundos y alcanzaba una velocidad máxima de 227 km/h.
Otros elementos a destacar eran los asientos de corte deportivo suministrados por Recaro y el volante, que fue robado directamente del M1. Por tanto, no eran muchos los detalles que lo diferenciaban del resto de hermanos de gama, pero sí los suficientes como para que se le pueda considerar el germen de los sedanes de altas prestaciones. Por poner un ejemplo, en ese mismo año Mercedes-Benz tenía como rival más próximo el 280 E (W123) que, con 185 CV y 240 Nm, marcaba el 0 a 100 km/h en 9,9 segundos y una punta de 200 km/h.
Estos primeros BMW M535i (E12) proporcionaron el banco de pruebas para la viabilidad de los coches de calle modificados por BMW Motorsport: el único predecesor con la insignia M, el M1, era un vehículo de homologación especial, no una creación estrictamente basada en un modelo de producción. Esa demanda se cubrió durante un año con el M535i. Así que si el M1 representa el inicio del sello M en su conjunto, entonces el M535i es el primer nodo en el linaje de los automóviles de producción más rápidos y exclusivos de la compañía.
Este coche costaba en su momento en Alemania 43.595 marcos, un 32 % más que un 528i −de 184 CV y 240 Nm− y además iba destinado a un tipo de cliente muy concreto que aún no proliferaba: el que quería un discreto sedán con el que ir todos los días al trabajo, viajar con la familia y acudir al circuito por carreteras sinuosas los fines de semana sin que nadie se diese cuenta del potencial que había escondido bajo la carrocería. BMW fabricó un total de 1.650 unidades del M535i, incluyendo 240 con el volante a la derecha para Sudáfrica.
Fuente: BMW Blog, La Escudería
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