El BMW X5 no es un coche particularmente interesante para los entusiastas de las cuatro ruedas, aunque es justo decir que la primera generación (E53)fue quizá la más acertada. Su generosa distancia libre al suelo, su elevado puesto de conducción y potentes motores de seis y ocho cilindros lo convirtieron en un éxito rotundo desde su puesta en venta en 1999. Pero unos ingenieros de la planta donde se producía el modelo en Carolina del Sur, Estados Unidos, pensaron que sería una buena idea crear una versión de altas prestaciones.
Pero no, no hablamos de un hipotético X5 firmado por BMW Motorsport con un enorme V8 bajo el capó. Allí, un equipo quirúrgico de 15 miembros estaba esperando con un motor V12 de 6.0 litros de aleación fundida seleccionados de entre los bloques usados para asaltar y conquistar el trazado francés de La Sarthe durante edición número 67 de las 24 Horas de Le Mans. “Queríamos averiguar cuáles son las limitaciones absolutas del X5 base”, dijo el líder del proyecto, Edward Walek. Y con esa premisa en mente, así nació el BMW X5 Le Mans.
7 minutos y 42,253 segundos. Ese es el tiempo de vuelta récord actual para los SUV en el legendario Nordschleife de Nürburgring. Y, en el sentido más amplio, la vara de medir lo que es técnicamente posible en este segmento en 2020. Pero antes de eso, el récord era de 7 minutos y 49 segundos, y se mantuvo durante casi dos décadas. Este tiempo fue establecido por el piloto de carreras Hans-Joachim Stuck en junio de 2001 en el vehículo experimental que tratamos en esta ocasión. Porque sí, era un prototipo, pero completamente funcional.
Cuando se estrenó en marzo de 2000, el BMW X5 Le Mans eclipsó a todos los todocaminos que había en ese entonces. ¡Bajo el capó del primer SUV de la marca había un 12 cilindros atmosférico! Esencialmente el mismo bloque que propulsaba al V12 LMR ganador de las 24 Horas de Le Mans de 1999. En forma de estudio de viabilidad, el director técnico Albert Biermann quiso demostrar una vez más las posibilidades prestacionales de la división Motorsport. Incluso podríamos llegar a decir que el Frankestéin resultante era más radical que el monoplaza.
En el V12 LMR, el bloque de 6.1 litros se redujo a alrededor de 580 CV mediante limitadores de admisión de aire; por entonces era lo que estipulaban las regulaciones para vehículos como el Le Mans Roadster (de ahí la abreviatura LMR) en las carreras. En el X5 Le Mans, el 12 cilindros se desató por completo: desarrollaba 700 CV y 720 Nm para acelerar de 0 a 100 km/h en 4,7 segundos. La velocidad máxima oficial se registró en 278 km/h, un rendimiento de conducción que no tenía rival en esa época y sigue siendo notable en tiempos actuales.
Durante la vuelta de Stuck en el “Infierno Verde”, el X5 Le Mans, configurado sin asientos traseros, alcanzó los 311 km/h. El enorme corazón estaba casi completamente oculto bajo una cubierta de fibra de carbono, aunque la inscripción “V12 BMW Motorsport” hace que parezca un reluciente trofeo. El bloque, probado en competición, desarrollaba su par motor máximo a apenas 5.000 revoluciones por minuto, mientras que una caja de cambios manual de seis relaciones se encargaba de empujar al todocamino germano de 2.130 kg a su punta.
En su estreno público en el 70º Salón Internacional del Automóvil de Ginebra, el BMW X5 Le Mans se presentó como un campeón olímpico: perfectamente entrenado, musculoso, y sin exceso de grasa. La característica más llamativa era la gran abertura en forma de bolsillo en el capó de fibra de carbono, el cual permitía que el aire caliente del radiador se escapara sin obstáculos. Otras modificaciones se ven en los abultados parachoques, en los pasos de rueda y los umbrales ensanchados, los espejos retrovisores y, por supuesto, en las ruedas.
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Dependiendo de a dónde fuese, los neumáticos delanteros podían ser de 315/35 o 275/40, mientras que los traseros eran de 315/35 en cualquier caso, con una distribución ideal de la carga por eje del 51 % en la parte delantera al 49 % en la parte posterior. Para transmitir la potencia eficazmente al asfalto, el equipo de BMW M bajó el chasis 30 milímetros. Los pasos de rueda están casi completamente llenos gracias a unas llantas de aleación de 20 pulgadas. Estas son unas BBS LM genuinas, también conocidos coloquialmente como BBS “Le Mans”.
En el interior, tanto el conductor como los pasajeros experimentan el enorme par motor del SUV alemán desde cuatro asientos de tipo buquet de inspiración deportiva. Aunque la gran mayoría de la consola central está cubierta, ciertamente el interior se asemeja en medida al de cualquier otro X5. “La filosofía de nuestros vehículos se basa en la perfecta interacción de la dinámica, la agilidad, la precisión y la idoneidad para el uso diario”, dice Markus Flasch, presidente del consejo de administración de BMW M GmbH, en el vídeo bajo estas líneas.
Y eso es algo tan cierto hoy como lo fue cuando el X5 Le Mans brindó una primera muestra de lo que modelos como el X5 M serían capaces de lograr en los años venideros. El motor de gasolina V8 doblemente turboalimentado de este último, con 4.4 litros, 625 CV y750 Nm, es el más potente de todos los BMW de combustión interna pura hasta la fecha. En su versión Competition, hace el sprint de 0 a 100 km/h en 3,8 segundos y el 0 a 200 km/h en apenas 13,4 segundos, por lo que podemos decir que el BMW X5 Le Mans estaría muy orgulloso.
Fuente: BMW
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