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Coche Flotante DeLorean DMC12
Luis Blázquez

¿Cómo es que nadie ha tenido en cuenta este detalle de los coches flotantes?

Los deslizadores terrestres, o vehículos antigravedad o flotantes (como prefieras llamarlos) han sido máquinas clave en el mundo de la ciencia ficción durante décadas. Piénsalo, ¿qué grita “futuro” tanto como una cosa que simplemente flota en el aire? Sin embargo, a pesar de la infinidad de representaciones de coches voladores en el cine y la televisión, ninguna parece haber considerado un detalle que, a buen seguro, es inevitable.

Por supuesto, no hace falta decir que cualquier elemento anti-gravedad es ficticio. Pero, una vez que empiezas a pensar en cómo podría funcionar algo como un vehículo que vuela y no por una hélice o turborreactor, es difícil no llegar a la conclusión de que serían realmente sucios. Pongamos como ejemplo al más popular vehículo antigravedad de la cultura popular general: el deslizador terrestre X-34 de Luke Skywalker (por decir uno, pues vale cualquiera de los deslizadores terrestres del universo de Star Wars).

Se dice que los deslizadores terrestres funcionan a través de “repulsores”, que parece ser el nombre que reciben las unidades antigravedad en el mundo de la Guerra de las Galaxias. Y no se puede decir que sean una especie de aerodeslizador, puesto que el aire debajo del deslizador se mueve muy tranquilo. El problema es que es difícil que el área bajo un vehículo antigravedad esté tan quieta, especialmente en una superficie arenosa como la que vemos en Tatooine.

Entonces, si podemos suponer que un coche flotante funcionaría creando un área de gravedad reducida directamente debajo de él, evitaría que el vehículo en sí sea arrastrado al suelo a través de la atracción gravitacional, ¿no significaría eso que cualquier elemento dentro de esa zona de reducción de gravedad se vería afectado de manera similar? Dado que es ficción de cualquiera de las formas, podríamos presuponer que dichas máquinas, simplemente, cancelan esos efectos para ese objeto en particular.

Sin embargo, si asumimos que la “antigravedad” funciona mediante la generación de un campo que la suprime, ¿no habría un flujo constante de aire alrededor del vehículo? Es decir, mientras las moléculas de aire, libres de enlaces gravitacionales, se elevan y salen del campo, luego serían capturadas nuevamente por la gravedad y fluirían hacia abajo en una especie de bucle ondulado siempre que el aparato esté circulando. ¿Y no significaría también que los objetos que hay justo bajo los emisores antigravitatorios se liberarían de la gravedad?

¿No derivaría eso en que debajo de cualquier vehículo flotante habría una masa de basura casi constante? La lógica dice que sería imposible evitar esto. Además, a medida que el vehículo se mueva, la masa de aire sin gravedad que pasa por debajo, probablemente serviría como una especie de cortina para arrastrar todo tipo de basura y suciedad, guijarros y colillas de cigarrillos espaciales y envoltorios de patatas fritas, así como insectos alienígenas muertos y, ¿quién sabe qué más tipos de restos encontraríamos?

Parte de esa basura, probablemente, flotaría y quedaría atrapada en la parte inferior del coche, donde permanecería hasta que el susodicho finalmente se detuviera y apagara su motor Con los “repuslores” desconectados, llovería toda los restos que habría acumulado a lo largo de su viaje. Los aparcamientos para vehículos anti-gravitación serían un desastre absoluto y requerirían una limpieza constante (aunque si el suelo es una especie de malla, estos depositarían los residuos en una especie de contenedor; sería una buena idea).

A pesar de que hasta ahora este efecto secundario descuidado de los vehículos antigravedad no se ha mostrado en la pantalla, tampoco supone un cambio de paradigma a la hora de visualizar contenido de ciencia ficción. Pero, para futuras ocasiones, no estaría mal que el cineasta de turno considerase añadir una escena que muestre el desorden y el ruido que se asociaría con una estas alfombras voladoras.

Fuente: Jalopnik

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