Cuando nos hablan del Porsche 911 solemos pensar en el modelo deportivo que lleva seis décadas en el mercado. Aquel que se disfruta por carreteras de curvas y que ofrece un nivel de distinción elevado. Aquel difícilmente te atreverías a sacar fuera del asfalto. Al menos eso pasaba hasta que llegó el 911 Dakar para sorprender a todo el mundo. Y en esa línea, pero aumentando el nivel, dicho modelo ha conseguido un récord al ascender a 6.734 metros sobre el nivel del mar recientemente.
Lo consiguió al coronar la cima del volcán Ojos del Salado, en Chile, aunque de una forma un tanto diferente. Lógicamente, los vehículos de la expedición necesitaron de una preparación muy generosa para llegar a ese punto en el que el aire es la mitad de denso y las temperaturas rondan los -20º C. A Porsche se le sumaron unas cuantas empresas de renombre internacional para apoyar el proyecto. HIF Global, Schaeffler Group, Mobil 1, BF Goodrich y TAG Heuer participaron para llegar más alto que cualquier otro vehículo terrestre.
Tomaron como base dos ejemplares del Porsche 911 y se pusieron manos a la obra. Lo primero era que pudieran funcionar con combustible sintético, ya que tenían a HIF Global y Porsche siempre ha participado en el desarrollo de los e-fuels. De hecho, ese combustible es el que sale de la planta chilena Haru Oni de Punta Arenas. Ya habían superado anteriormente los 6.000 metros, pero ahora consiguieron ir un paso más allá con Doris y Edith, nombres que recibieron los coches; y con el piloto Romain Dumas a los mandos.
Edith era el más ligero y ágil, contando con el motor del bóxer de seis cilindros y 3.0 litros del Carrera 4S totalmente de serie. Con sus 450 CV y ligado a la caja de cambios manual de siete velocidades, apenas recibió los lubricantes comerciales de Mobil 1 para mejorar su comportamiento en frío. Sí que había muchísimas modificaciones a nivel de chasis, con unos ejes pórtico para que distancia libre al suelo fuera de 350 mm o bajos protegidos con una plancha de fibra de aramida, además de unos neumáticos todoterreno.
No faltaba una dirección electrónica, «steer by wire», que no tiene conexión mecánica con los ejes y que era fruto de Grupo Schaeffler para que fuera más preciso de manejar. Fue una expedición de dos semanas para aclimatarse y hacer el ascenso con seguridad. Los relojes inteligentes conectados que llevaban los integrantes los ponía TAG Heuer y les ayudaba a monitorizar su estado de salud. Las condiciones fueron perfectas y consiguieron subir a 6.734 metros sobre el nivel del mar sin encontrarse apenas nieve ni problemas durante la travesía.
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