Cuando uno imagina un Porsche modificado jamás pensaría en algo como lo que ves en las imágenes que ilustran este artículo, que parece salido de una película de ciencia ficción. Este Porsche 928 plateado se usaba para medir el sonido de los neumáticos y de ahí que tenga todas esas piezas añadidas de modo tan curioso.
El objetivo era reducir al máximo el sonido del motor y de la transmisión para medir de forma más precisa el ruido de neumáticos y cumplir las normativas sobre emisiones acústicas. Se eligió un Porsche 928 pues se necesitaba mucha potencia a bajo régimen. Eso descartaba al 924 y al 944, con su típico sonido de la caja de cambios. También el 911 con refrigeración por aire, era demasiado ruidoso. A finales de los años 80 no se podían superar los 75 dB, todo un reto para coches deportivos.
No importaba el aspecto, solamente minimizar fuentes de ruido del motor y la transmisión, así como el sonido de admisión y el escape. Montaron el radiador delante del paragolpes, sin el ventilador. La entrada de aire se reubicó en un gran cilindro con el mejor aislamiento posible, como si fuese un silenciador de admisión. Desde ahí, las tuberías conducían al motor en el vano, completamente encapsulado. Para garantizar la refrigeración del motor cuando era necesario, dos ventiladores alojados en unas aberturas del capó extraían el aire caliente pulsando un botón.
El sistema de escape ganó un silenciador trasero enorme fijado a la luneta, conectado al escape original con dos tubos. En la parte baja, el eje de transmisión estaba completamente envuelto y los bajos aislados alrededor de la caja de cambios. El coche se usó durante tres décadas, de ahí que los pasos de rueda fuesen creciendo para adecuarse a los nuevos tamaños de neumáticos que iban montando los coches (en las imágenes del Porsche 911 991).
Además, montaba un motor V8 con mucho par, distinto al que equipaba el 928 GTS, diseñado para rendir a altas revoluciones, lo que hace a este Porsche todavía más especial.
Fuente: Porsche AG
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