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The all-new Volvo XC90 – City Safety in darkness
Luis Blázquez

Cuatro retos a los que se tienen que enfrentar siempre los sistema de ayuda a la conducción

Los últimos años se han generalizado mucho en todas las gamas de los fabricantes de coches. No hablamos del kit antipinchazos en detrimento de la rueda de repuesto, sino de los sistemas de ayuda a la conducción (ADAS), un conjunto de tecnologías encargadas de ayudar a velar por nuestra seguridad. La palabra clave aquí es “ayudar”, dado que los sistemas ADAS aún no se acercan a la precisión de un ser humano completamente pendiente, y tienen retos que sortear.

Millones de conductores ya los disfrutan en sus coches, que pueden frenar, acelerar, mantener la distancia con el vehículo que les precede, mantenerse o cambiar de carril, por sí mismos. Es una tendencia al alza que además se verá respaldada, ya que la Unión Europea (UE) exigirá que todos los vehículos nuevos equipen de serie algunas de estas tecnologías desde julio de 2022. Pero estos sistemas, y su uso por parte del público, tienen algunos aspectos por mejorar, como ha alertado la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) y otros numerosos estudios.

Superar esos retos es clave para seguir avanzando hacia la conducción autónoma (de Nivel 5). Sin embargo, hasta que se momento llegue (Honda lidera con la puesta en escena del Nivel 3 en Japón), estos son los grandes retos a los que se enfrentan los sistemas ADAS.

“Limitaciones” de visión

Hay demasiadas ocasiones en las que los sensores y cámaras de los sistemas no se comportan como uno esperaría, y esto afecta a la confianza por parte de los usuarios finales. La American Automobile Association (AAA) afirma en un estudio que el funcionamiento de algunos de estos sistemas se ve afectado negativamente por la lluvia y, en menor medida, la suciedad que suele haber en el parabrisas.

En términos de rendimiento de mantenimiento de carril, el 69 % de las pruebas realizadas con lluvia simulada dieron como resultado que el vehículo cruzó las líneas y se salió del carril. En cuanto a la frenada de emergencia, el 17 % de las pruebas con lluvia simulada a 40 km/h, y el 33 % de las pruebas a 56 km/h, dieron de resultado una colisión. Los sensores ADAS (cámaras, radares, sensores de ultrasonido y sensores láser Lidar) también tienen retos para visionar, como ver a través de la niebla, polvo o humo; o detectar hielo en la calzada a cientos de metros.

Desconocimiento

Los sistemas ADAS son una tecnología compleja y en constante evolución, que los conductores han de entender para poder beneficiarse de todas sus ventajas. Por eso es de vital importancia saber cómo funcionan, cómo actúan y en qué situaciones pueden ayudarnos. Comenzando por comprender que es una ayuda al conductor, la idea no se fundamenta en un piloto automático que nos reemplace ni permita bajar nuestro nivel de atención al volante. La responsabilidad de conocer qué sistemas equipa un coche y cómo funcionan es compartida.

Porque el fabricante tiene la obligación ética de informar a sus clientes, pero el cliente también tiene la responsabilidad moral de preocuparse por su seguridad y la del resto de los usuarios de la vía. A esto hay que sumar que los sistemas de ayuda a la conducción aún no tienen una nomenclatura común entre fabricantes. Esto provoca que los consumidores tengan muy difícil comparar y elegir la dotación de seguridad entre vehículos de diferentes marcas de coches, ya que cada una de ellas los denomina, los describe y los agrupa a su manera.

Malas costumbres por la sensación de seguridad

Muchos conductores adquieren con facilidad peligrosos vicios con estos sistemas. Por ejemplo, al saber que el coche va a avisar y a frenar solo en caso de detectar un riesgo de choque, hay quien se pega más al coche que le precede o se distraen más tiempo. También se puede relajar el nivel de atención ante un posible cruce imprudente de un peatón, asumiendo que el coche va a evitar un posible atropello. Incluso se ha detectado que algunos usuarios se permiten a sí mismos conducir con somnolencia, confiados en que los ADAS van a cuidar de ellos.

Otro vicio común es no mirar hacia atrás al aparcar o salir de un aparcamiento, confiando en los sensores o en la alerta de tráfico cruzado. Y, en verdad, estas malas costumbres tienen una base teórica, la de la compensación del riesgo (Wilde, 1988): cada conductor está dispuesto a aceptar un nivel de riesgo constante y, cuanto más seguro se siente en su vehículo, más riesgos asume. Llevándolo al extremo, si viajásemos en coches de porcelana, conduciríamos de forma mucho más prudente, mientras que unos súper seguros, somos menos precavidos.

Mantenimiento

En principio, desde el punto de vista del usuario, los sistemas ADAS no requieren de ninguna atención ni mantenimiento en especial. En todo caso, los talleres oficiales de las marcas (o los autorizados) son quienes comprueban electrónicamente que no hay fallos en el sistema, según el mantenimiento programado. Lo que sí se recomienda es mantener limpia la zona alrededor de las cámaras, que normalmente se suele ubicar en el paragolpes (detrás del logotipo de la marca, medio de la parrilla inferior o en una de las esquinas) y el parabrisas.

Por ejemplo, cuando se cambia y se monta un parabrisas nuevo, las cámaras y sensores de los sistemas ADAS que aloja deben recalibrarse para asegurarse de que ofrecen una información precisa al cerebro del coche. Esta recalibración ha de ser realizada por profesionales formados, con experiencia y tecnología adecuadas. Una recalibración incorrecta puede dar lugar a fallos graves de los sistemas de seguridad de un vehículo, como un frenazo a destiempo o, lo que es peor, una colisión o un atropello.

Fuente: Carglass

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