Spyker es un fabricante holandés especializada en deportivos de lujo que ha tenido muchas idas y venidas. En sus mejores tiempos llegó incluso a comprar Saab para intentar darle una segunda vida. Aunque no salió bien la jugada, pues en 2014 se salvó por poco de la desaparición gracias a una reestructuración y la llegada de inversores. Cuando parecía que remontaría el vuelo, la marca se vuelve a declarar en bancarrota y aumentan las dudas alrededor de su futuro.
Ahora la que está en quiebra es Spyker NV, la que se encarga de los coches, pero anteriormente también lo hicieron otras subsidiarias como Spyker Events y Spyker Services. Todas ellas son propiedad de Victor Muller, un empresario que nunca se ha dado por vencido y que siempre ha luchado por cumplir su sueño. La firma parecía estar remontando cuando en 2016 presentó el Spyker C8 Preliator, un deportivo muy exclusivo sobre las líneas del B6 Venator de 2013 y todo tipo de detalles de calidad.
Sin ir más lejos, el pasado mes de agosto anunciaron una importante inversión por parte de los inversores rusos Boris Rotenberg y Michail Pessis, algo que les permitiría llevar a cabo sus proyectos e incluso entrar en la competición. Ahora Muller reconoce que «ese dinero no llegó. No salió como había acordado. De lo contrario, ahora estaríamos teniendo una conversación más agradable». Así que por el momento no les queda otra que detener todas las actividades.
La declaración de bancarrota viene después de no poder pagar 52.000 euros que tenía de otras deudas acumuladas. Sin embargo, no está todo perdido con Spyker. Muller también declaró que ahora la empresa es un caparazón vacío, pues habría transferido todo lo valioso a un tercero que no ha trascendido, pero aún así es una situación que quería evitar. También añade que todavía confía en que alguien invierta en Spyker y la salve de esta quiebra definitiva. Todavía habrá que esperar para verlo, pero el empresario no se da por vencido.
Fuente: RTL News