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Pruebanoticias/
Gonzalo Yllera

Ford Mustang Fastback GT 5.0 V8: prueba a fondo del icono americano

El Ford Mustang es uno de esos vehículos legendarios que, al menos, hay que conducir una vez en la vida. Pero en Europa (y, en general, fuera de EE.UU.), era bastante complicado adquirirlo pues la marca del óvalo no lo comercializaba oficialmente, por lo que había que recurrir a importadores paralelos y a trámites siempre complicados para hacerse con uno. Afortunadamente, con el lanzamiento de la sexta generación del modelo, concebido como un vehículo “global”, en Ford decidieron que había llegado el momento de que el resto de aficionados también pudieran disfrutar de él.

Pero ¿cuál fue el origen de tan icónico modelo?, ¿a qué debe su fama? Creemos que es importante conocer brevemente el contexto histórico en el que nació el Ford Mustang y la importancia que tuvo tanto para la propia marca como para la historia de la automoción.

Tras la Segunda Guerra Mundial en EE.UU. se produjo un fuerte desarrollo económico que trajo, entre otros, un importante “boom” demográfico. Pocos años después esa nueva generación alcanzaba la mayoría de edad y demandaba un nuevo tipo de automóvil, diferente de los pesados, ostentosos y lentos “mastodontes” que conducían sus padres.

Por un lado surgieron los excesivos “Muscle-Car”, con su apariencia imponente y potentes propulsores V8 (Pontiac GTO, Chevrolet Chevelle, Dodge Challenger, Plymouth Barracuda, etc.), pero también se necesitaban modelos más compactos (para los gustos de EE.UU. y más en la línea de los vehículos europeos…), deportivos y que, al mismo tiempo, resultaran asequibles, es decir, los que se conocerían como “Pony-Car”. Aunque en muchos casos, con el discurrir de los años, estos últimos fueron ganando en tamaño e incorporando también bloques V8, por lo que las líneas que diferenciaban a unos y otros llegaron a difuminarse…

Sólo un auténtico visionario como Lee Iacocca (a la sazón vicepresidente de Ford Motor Company) se daría cuenta de ello y estaba dispuesto a satisfacer dicha demanda. Frente a viento y marea (con la oposición inicial de muchos ejecutivos de la marca, incluido el presidente Henry Ford II) constituyó un comité de estudio, denominado Fairlane (por el del hotel donde se reunían), y allí nacieron los primeros bocetos del nuevo vehículo.

En 1962 se dio a conocer un prototipo diseñado por Gene Bordinat, el Ford Mustang 1 Concept, un “ejercicio de estilo” muy alejado de lo inicialmente propuesto, pues se trataba de un roadster biplaza excesivamente “futurista”, con motor central trasero, que finalmente no cuajó. En 1963 fue Joe Oros (jefe de diseño de Ford) quien propuso el Ford Mustang II Concept que, en este caso sí, respondía a la idea que Lee Iacocca trataba de materializar y que presentaba ya gran parte de las líneas maestras del futuro Mustang. Para ello se basó en un modelo ya existente, el Ford Falcon (una berlina familiar), con lo que el desarrollo resultaría menos oneroso para las maltrechas arcas de Ford y se podría materializar en poco tiempo.

De esta forma, pocos meses después, el 17 de Abril de 1964 el nuevo modelo se presentaba en la New York World’s Fair (Feria Mundial de Nueva York). En concreto se trataba de un Ford Mustang Convertible (Serial Number One) que actualmente, y como no podía ser de otra manera, se encuentra expuesto al público en el Henry Ford Museum en Dearborn (Michigan – EE.UU.)

Aunque hay algunas fuentes que relacionan el origen de la denominación “Mustang” con el fabuloso caza North American P-51 Mustang empleado por el ejército norteamericano durante la Segunda Guerra Mundial, está acreditado que se basa en los caballos salvajes “mustangos” o “cimarrones” (de ahí el equino que figura en la calandra delantera…), descendientes de los “mesteños”, que las tropas españolas llevaron al Nuevo Continente para “facilitarles” la conquista, pues es bien sabido que hasta ese momento no existían caballos en América. Aunque también se barajaron otros nombres  como “Cougar” o “Torino”, que se emplearían posteriormente en otros modelos de la marca.

Para el lanzamiento del nuevo modelo se llevó a cabo una campaña publicitaria sin precedentes en periódicos y revistas, pero también con su presencia en centros comerciales, aeropuertos, en eventos deportivos (actuó como Pace-Car en las 500 Millas de Indianápolis) y, por supuesto en la televisión y en el cine, donde un Ford Mustang Convertible hace por vez primera su aparición en la conocida película “Goldfinger”, de la saga James Bond (1964).

Como curiosidad aquí tenéis el primer anuncio para la televisión, que introdujo al Ford Mustang en todos los hogares norteamericanos:

El éxito no se hizo esperar, de hecho fue inmediato, superándose con mucho las mejores expectativas que la firma del óvalo había puesto en este modelo. Baste decir que el mismo día que se presentaba en la Feria Mundial de Nueva York se iniciaba su comercialización en los concesionarios de la marca, y tan sólo en esa jornada se formalizaron más de 22.000 pedidos. ¡Todo el mundo quería tener uno!. Antes de finalizar el año 1964 se habían vendido más de 263.000 unidades y al año siguiente se superaba el millón de ejemplares. Un extraordinario record para el primer “Pony-Car” de la historia…

Pero había quienes aún demandaban versiones más potentes y deportivas (que, además, servirían como base para la competición). A fin de poder ofrecérselas en Ford recurrieron al mítico piloto y constructor Carroll Shelby, que en su duelo a “muerte” con Ferrari andaba necesitado de potentes motores para propulsar a sus míticos Shelby “Cobra”. Gracias al acuerdo al que llegaron ambas partes el piloto tejano colaboró en el desarrollo de la carrocería Fastback del Mustang (hasta ese momento sólo existían las versiones Hardtop y Convertible), sobre la que evolucionaría las variantes más deportivas, entre ellas los fabulosos Shelby Mustang GT350 y GT500.

Sin lugar a dudas, la mítica aureola del Ford Mustang está ineludiblemente asociada a la de la legendaria película “Bullitt”, protagonizada en 1968 por Steve McQueen (en el papel del teniente de policía Frank Bullit) y su “inseparable”Ford Mustang GT390 Fastback de color Highland Green, persiguiendo a toda velocidad por las calles de San Francisco a unos “gangsters” que huían a bordo de un poderoso Dodge Charger 440 Magnum.

Pero no fue ésta la única presencia del mítico “Pony-Car” americano en el celuloide (aunque sí la más famosa y reconocida). No podemos olvidar aquí, aparte de la ya mencionada “Goldfinger” (1964); “Gone in 60 Seconds” (1974), con la presencia de un Ford Mustang Fastback de 1971, además del “remake” del año 2000, donde el protagonista fue “Eleanor” un Ford Mustang Fastback de 1967 profundamente modificado; también en “War of the Worlds” (2005), donde aparece un Shelby GT350H de 1966; “I am Legend” (2007) con un protagonismo muy especial para un Shelby GT500 que conmemora el 40º aniversario de la colaboración entre Ford y el legendario piloto Carroll Shelby o “Need for Speed” (2014), donde aparece otro magnífico ejemplar de Shelby GT500…

Y tantas otras hasta totalizar más de 9.000 apariciones del Mustang en películas, series de televisión, videojuegos e, incluso, canciones. Si queréis entreteneros podéis consultarlas todas en: MustangIMDb (Mustang Movie Database) o bien en IMCDB (Internet Movie Cars Database).

Tampoco vamos a extendernos aquí mucho más sobre la historia del Ford Mustang, sus diversas generaciones, casi incontables variantes, preparaciones o numerosos éxitos deportivos, de los que ya hay una extensa y apasionante literatura.

Baste decir que, lamentablemente, la comercialización de la segunda generación (1974 – 1978) coincidió en el tiempo con una época de “vacas flacas” (la conocida “Crisis del Petróleo”), en la que tanto el Ford Mustang como sus competidores habían crecido en tamaño y equipamiento, además de montar propulsores cada vez más poderosos y “glotones”, con lo que las diferencias entre los “Pony-Car” y los “Muscle-Car” eran cada vez más vagas. El alto precio de la gasolina y las leyes anticontaminación hicieron que este tipo de vehículos sufrieran una paulatina y masiva crisis en sus ventas. Este aspecto negativo se vio acrecentado por unas no muy “agraciadas”tercera (1979 – 1993) y cuarta generación (1994 – 2004), que casi abocan a la desaparición del deportivo americano.

Afortunadamente con la quinta entrega (2005 – 2014) se recobró gran parte del “carisma” original de este modelo y con la actual generación del Ford Mustang (la sexta), que fue presentada por vez primera al público en el Salón del Automóvil de París en el año 2014 y cuya comercialización en todo el mundo comenzó al año siguiente, parece que finalmente se ha redimido, volviendo por sus fueros e intentando recuperar un estatus que nunca debió abandonar.

Así que ahora, cuando ya casi lleva 2 años en el mercado, toca analizar en profundidad y desde todas las perspectivas posibles a este “potro salvaje”, que en Coches.com hemos tenido ocasión de “domar” durante una semana, para ver si hace honor a lo que se espera de un vehículo que se ha convertido en objeto de culto desde hace más de medio siglo. Aquí tienes el resumen de la prueba y nuestra opinión.

Exterior

La verdad sea dicha es que resulta sorprendente el poder de seducción que este modelo genera entre los transeúntes cuando lo estacionamos en un lugar medianamente concurrido. No os podéis imaginar la curiosidad que despierta y la cantidad de “selfies” en los que figura como fondo este Ford Mustang.

No es de extrañar, porque acostumbrados como estamos a ver, día sí y día también, deportivos cortados por el mismo patrón, todo lo que se salga de lo “normal” llama poderosamente la atención. Y como todos conoceréis el diseño y dimensiones de los deportivos nacidos al otro lado del charco son de todo menos “comedidos”. Y más si nos encontramos ante la última generación de un verdadero mito de la automoción, que es muy difícil ver por estos lares. Aunque hemos de felicitar a los “chicos” de Ford por haber tomado por fin una decisión largamente esperada y comercializarlo a nivel mundial, por lo que seguro que su presencia será cada día más frecuente…

Pese a que su fisonomía ha ido cambiando generación tras generación (unas veces con más acierto y otras con bastante menos menos…), esta última entrega mantiene la evocadora esencia del modelo original, y más con esta carrocería Fastback (también hay una variante “Convertible”), pintada en un llamativo e intenso color Rojo Race, aunque sus rasgos se han “europeizado” resultando menos radicales que, por ejemplo, los de la anterior entrega del Mustang, comercializada en 2005.

Todo ello en un vehículo bastante más grande de lo que los estándares europeos aconsejan para un deportivo, con una longitud algo por debajo de los 5 metros (4,748 metros), una anchura considerable de 1,916 metros sin contar los espejos laterales (2,080 metros con ellos desplegados), aunque con una carrocería lo suficientemente baja (1,381 metros) para otorgarle ese aspecto intimidante y dinámico que lo convierten en un modelo tan atractivo.

En la parte delantera se nos presenta un extensísimo y protuberante capot, necesario para dar cobijo en su interior al poderoso propulsor V8. El frontal hace gala de unas facciones “duras”, con predominancia de líneas rectas y marcados ángulos, conformando la clásica calandra trapezoidal, con forma de boca de tiburón, y el potro salvaje galopando sobre la rejilla plástica con estructura de panal de abeja, que identifica al Mustang desde sus orígenes.

Aunque la aerodinámica también se ha encargado de “moldearlo” para que resulte más eficiente y, al mismo tiempo, se refrigeren adecuadamente los órganos mecánicos. Para ello una segunda abertura, justo debajo de la placa de matrícula, es la encargada de hacer llegar el aire al interior del vano-motor. A ambos lados, lo que parecen ser otras tomas de aire, están ocupadas por los intermitentes y las luces antiniebla, aunque también hay unas pequeñas hendiduras que canalizan el flujo de aire hacia las ruedas, reduciendo las turbulencias.

Los grupos ópticos delanteros tienen un aspecto más estilizado, donde se emplazan 3 tiras verticales de LED (para las luces de conducción diurna) semejantes a las que encontramos en la zaga. Los faros son de tipo Xenón y no están disponibles, ni siquiera como opción, con tecnología LED, aunque ofrecen una potencia lumínica más que correcta.

En la vista lateral es donde salen a relucir las particulares formas de esta carrocería Fastback, que se distingue por el larguísimo capot, el parabrisas de poca altura y un techo corto que, sin solución de continuidad, inicia la línea descendente de la parte posterior, con un cristal tan inclinado que difícilmente dejará ver lo que pasa tras el vehículo, culminando en una trasera alta y poderosa.

Destaca la escasa superficie acristalada, frente a la ingente cantidad de chapa, las dos líneas de estilo (una a la altura de la cintura y otra en la zona inferior de la enorme puerta) que aportan dinamismo a la inmensa carrocería pero, sobre todo, llaman la atención las marcadas y vehementes formas de los hombros, que se prolongan hacia la zaga. Anclados al lateral, los grandes espejos exteriores que, como curiosidad, proyectan sobre el suelo el icónico potro salvaje, cuando se abren las puertas.

Tampoco podemos pasar por alto los enormes pasos de rueda que dan cabida en su interior a unas bonitas llantas multiradio de aleación con nada menos que 19 pulgadas de diámetro, sobre las que se montan unos deportivos neumáticos Pirelli P Zero en medidas 255/40 ZR19 96Y en el tren anterior y 275/40 ZR19 101Y en el posterior. En el interior se alojan unos sobredimensionados discos de freno ventilados, firmados por el especialista Brembo, con pinzas de 6 pistones en el eje delantero.

La zaga aparece incluso más rotunda que el frontal, ocupando los extremos unos grupos ópticos tridimensionales, formados por 3 barras verticales LED, como un guiño a las primeras generaciones del “Pony-Car” americano. Están unidos entre sí por una amplia franja horizontal, de color negro, que acentúa la anchura del conjunto y que está presidida por el emblema “GT” sobre un molde circular.

La atractiva estampa de la parte inferior se remata con un gran difusor, en cuya zona central encuentran acomodo las luces de marcha atrás y antiniebla, mientras que los laterales están ocupados por las 2 salidas de escape, que hacen llegar a nuestros oídos el poderoso bramido del propulsor V8.

Interior

Si la “planta” exterior resulta realmente atractiva, otro tanto ocurre con el diseño interior, con una mezcla de modernidad y del “aire retro” que todo el mundo esperaría encontrar (incluso hay una placa “conmemorativa” en el salpicadero que se encarga de recordarnos sus más de 50 años de historia…) Una vez sentados tras el volante no vemos el momento de pulsar el botón de encendido y ponerlo en marcha para conducir durante horas escuchando el bramido de su poderoso V8. Ya llegará ese momento, pero antes hemos de seguir con el detallado análisis de lo que nos ofrece esta sexta generación del Mustang…

Y pese a que el diseño del salpicadero muestra la sobriedad típica de los vehículos concebidos al “otro lado del charco” se combina con elementos de concepción mucho más moderna, comunes a otros modelos globales de la marca del óvalo y cuya utilización no tiene otra finalidad que la de conseguir abaratar el producto final.

Si bien la calidad visual (y real) de los materiales empleados es destacable, como en el caso de los recubrimientos de piel o en los plásticos blandos, no ocurre lo mismo con el plástico satinado que recubre todo el frontal del salpicadero y trata de simular aluminio cepillado. También hemos de mencionar en este sentido los interruptores cromados localizados en la parte baja de la consola central, que parecen metálicos pero, en realidad, son de plástico y con un tacto “no acorde” con su robusta apariencia.

Es cierto que sus competidores europeos nos obsequian con materiales más exclusivos y mejores acabados, pero a un modelo como éste se le “perdonan” este tipo de carencias, sobre todo cuando vemos lo que cuesta o una vez que arrancamos el motor y nos ponemos en marcha….

En cambio sí que se han esmerado en otros aspectos, como es el de los excelentes asientos que se ofrecen en la dotación de serie, cómodos, que recogen bien el cuerpo y con piel de buena calidad. No digamos ya si, como era nuestro caso, se optaba por unos semi-bacquets opcionales firmados por el especialista RECARO e ideales para practicar una conducción dinámica, sin que se note una gran merma en la comodidad (pagando, eso sí, 1.900 euros adicionales….).

Aunque pudiera parecer lo contrario, la tecnología también hace acto de presencia en este Mustang, con la parte central del salpicadero presidida por una gran pantalla táctil de 8 pulgadas desde la que podremos gobernar el navegador, conjunto multimedia, telefonía Bluetooth o climatización (también mediante el sistema SYNC 3 con control por voz). Tampoco podía faltar la conectividad a Smartphones, mediante AppLink, Apple CarPlay o Android Auto o la posibilidad de visualizar lo que capte la cámara trasera, cuando insertemos la marcha atrás.

Sobre la consola central destaca la pequeña palanca de la caja de cambios manual de 6 velocidades, con una posición y un tacto perfectos para estar constantemente subiendo y bajando marchas. A su lado una palanca de otro tipo, en este caso la del freno de estacionamiento, y 2 posavasos anteceden al reposabrazos central, que ejerce de tapa para una guantera de generosa capacidad.

El volante deportivo de 3 radios no sólo cuenta con unas dimensiones y grosor perfectos, sino que el tacto del cuero también raya a buen nivel, con un núcleo central donde el protagonista es el corcel que da nombre a este deportivo. Como no podía faltar en un automóvil moderno, desde los brazos horizontales del volante podremos gobernar el sistema multimedia, el limitador/regulador de velocidad, la telefonía Bluetooth y los diferentes menús de información del ordenador de viaje.

El cuadro de instrumentos, pese a la simplicidad que nos ofrecen las 2 grandes esferas del velocímetro y cuentarrevoluciones (a las que hay que sumar 2 pequeños indicadores del nivel de combustible y temperatura del refrigerante), es capaz de ofrecernos una buena cantidad de información adicional gracias a la pantalla central en la que se nos mostrarán datos relativos a los kilómetros recorridos, consumos, configuración del vehículo, etc.

Al tratarse de un modelo con una disposición de asientos 2+2, los traseros raramente serán utilizados, más allá de algún compromiso ocasional y por personas de muy escasa envergadura. Recogen bien el cuerpo, pero el acceso resulta muy complicado (por la escasa altura del vehículo y por tener que bascular el respaldo del asiento delantero), el espacio demasiado angosto y la altura libre francamente reducida (por la pronunciada caída del techo). Lo bueno es que sus respaldos pueden abatirse para proporcionarnos un más amplio espacio de carga, en caso de que lo necesitemos.

Maletero

En la “peculiar” carrocería Fastback, pese a contar con una notable inclinación del cristal posterior, no encontraremos un portón que amplíe las posibilidades de almacenar equipaje, sino que éstas se resumen en un hueco profundo de buenas dimensiones y capacidad, con 408 litros, que resultan muy aprovechables para tratarse de un deportivo, al que se accede mediante una tapa basculante de amplia apertura (de tipo mecánico).

Lo que ya no es tan destacable es la facilidad de carga, pues los imponentes refuerzos de la carrocería en la zaga suponen que el hueco de acceso al interior se reduzca considerablemente, teniendo en ocasiones que “jugar” un poco con el equipaje para poder alojarlo adecuadamente.

Bajo el piso del maletero, en el hueco destinado a la rueda de repuesto de tipo galleta (no cabría una con las dimensiones de las que equipa de serie), se “aloja” un kit reparapinchazos con el correspondiente compresor, suficiente para una reparación de emergencia y llegar hasta el taller más próximo. Sobra sitio para llevar el estuche con los triángulos de emergencia y algún otro pequeño objeto.

Otros detalles que podremos encontrar son el subwoofer de 8 pulgadas, perteneciente al equipo de sonido Shaker Pro, instalado en el lateral derecho del maletero, además de diversos anclajes para bolsas y pulpos.

Como hemos comentado unos párrafos más arriba, en caso de que este espacio no sea suficiente para nuestros intereses, siempre podremos abatir los respaldos de los asientos posteriores, en dos mitades, para permitir transportar objetos de mayor longitud. Aunque no creo que nos dé para ir a IKEA a por la estantería del salón…

Equipamiento y Precio

Otra cosa que debemos a agradecer a Ford es su política respecto al equipamiento de este “Pony-Car” moderno, pues ya desde la versión más básica contamos con elementos tales como:

  • Climatizador automático bi-zona
  • Conectividad SYNC2 con pantalla táctil de 8”
  • 9 altavoces con amplificador
  • Faros antiniebla delanteros LED
  • Faros delanteros de Xenón HID
  • Faros Traseros LED
  • Iluminación ambiental (7colores)
  • Llantas de aleación exclusivas en negro 19”

  • Escape doble cromado
  • Pantalla de 4,2” en cuadro de instrumentos
  • Track Apps (Aplicaciones de rendimiento)
  • Cierre global MyKey
  • Pedales de aluminio
  • Panel de instrumentos en aluminio
  • Volante multifunción en cuero
  • Tapa del depósito con el emblema del “Pony”

En la variante con el propulsor V8 se añade a la dotación de serie:

  • Chasis de alto rendimiento
  • Paquete de Frenos GT
  • Control de salida
  • Track Apps (Aplicaciones de rendimiento) con bloqueo en línea
  • Emblemas 5.0 en los laterales y en la tapa del depósito GT
  • Llantas de aleación Exclusivas GT en negro 19”
  • Parrilla frontal superior en negro GT

La unidad probada contaba, además, con el siguiente equipamiento opcional:

  • Color Rojo Race —– 0 €
  • Asientos deportivos RECARO color negro ébano —– 1.900 €
  • Paquete Premium Performance —– 2.450 €
  • Alarma perimétrica —– 400 €
  • Llantas de aleación de 19” en acabado de níquel brillante —– 500 €

Podremos adquirir un Ford Mustang desde los 39.950 € (de la variante más sencilla con propulsor Ecoboost), pero si optamos por el potente V8 tendremos que desembolsar al menos 46.950 €. Si a ello le añadimos los más de 5.000 € de equipamiento adicional que incluía nuestra unidad de pruebas el montante final alcanza los 52.200 €.

Por supuesto en esta ocasión tampoco vamos a dejar de recomendaros, si estáis interesados en adquirir un icono americano como este Ford Mustang, en que echéis un vistazo al buscador de Coches.com donde encontrareis el mejor precio de concesionario, así como el seguro más adecuado para que podáis circular con total seguridad y tranquilidad.

Motorización

Para este emblemático modelo sólo se ofertan dos posibilidades de motorización:

El primer propulsor es un 4 cilindros EcoBoost, de 2,3 litros de cilindrada (2.300 centímetros cúbicos), inyección directa de combustible, doble distribución variable independiente y turbocompresor de tipo twin-scroll (un turbo de baja inercia con doble entrada que ofrece una respuesta más rápida).

Dicha motorización “de acceso”, que ofrece una potencia de 317 CV a 5.500 rpm y un par máximo de 432 Nm a 3.000 rpm, resulta una opción suficientemente enérgica como para mover con notable dinamismo a este deportivo americano, como avalan sus prestaciones, con una velocidad punta de 233 km/h y una aceleración de 0 a 100 km/h en 5,8 segundos. Le acompañan unos consumos relativamente contenidos, de 8,0 l/100 km en el ciclo combinado, y unas emisiones de CO2 de 179 g/km.

Pero, no nos engañemos, cuando pensamos en un Ford Mustang inmediatamente nos viene a la cabeza la imagen de su poderoso propulsor V8 acoplado a una caja de cambios manual. Configuración que, para nuestra desgracia, cada vez es menos frecuente y está abocada a la desaparición a cuenta de las cada vez más restrictivas normativas anticontaminación. Afortunadamente, en nuestro caso, éstas eran precisamente las opciones elegidas para la unidad cedida por el departamento de prensa de la firma del óvalo… Así que tocaba “disfrutarla” al máximo…

Y es que, como reza el conocido dicho americano: “There is no replacement for displacement” (algo así como: “no hay nada mejor que un motor de gran cilindrada”) por lo que esta versión incorpora una nueva generación del propulsor V8 de 5.0 litros de cilindrada (4.951 centímetros cúbicos), al que se le han implementado una serie de mejoras para optimizar su “respiración”, especialmente a altos regímenes de giro, como son:

  • Válvulas (admisión y escape) más grandes
  • Árboles de levas (admisión y escape) revisados
  • Muelles de válvula más rígidos
  • Nueva culata, con conductos optimizados para un flujo de aire menos restrictivo
  • Bielas sinterizadas, más ligeras y resistentes
  • Cabezas de los pistones rediseñadas
  • Cigüeñal forjado y recalibrado

Con todo ello se consigue que este propulsor entregue la considerable potencia de 421 CV a 6.500 rpm y un par máximo de 530 Nm a 4.250 rpm. Consecuentemente, aparte de la contundencia y sonoridad que proporciona esta configuración, las prestaciones se ven notablemente mejoradas respecto a la variante EcoBoost, con una velocidad máxima de 250 km/h y, sobre todo, una aceleración de 0 a 100 km/h en tan sólo 4,8 segundos. Aunque, evidentemente, se resiente el consumo, con unos desorbitados 20,1 l/100 km en ciudad, que se reducen hasta 9,6 l/100 km en carretera, para lograr un gasto medio de combustible de 13,5 l/100 km. Las emisiones de CO2 alcanzan los 299 g/km.

Si tenemos en cuenta que la capacidad del depósito de combustible es de 61 litros y que el consumo medio que hemos conseguido durante la prueba se ha elevado hasta los 14,8 l/100 km, será difícil que recorramos más de 400 kilómetros sin que antes tengamos que visitar una gasolinera.

Para transmitir toda la caballería al asfalto Ford nos propone 2 tipos de transmisión: por un lado una caja de cambios automática Select-Shift de 6 velocidades, con levas tras el volante (supone un sobrecoste de 3.000 euros) o, a nuestro entender la más lógica para este modelo, una fantástica caja manual, firmada por el especialista Getrag, también de 6 velocidades, que permite rápidas inserciones, gracias al perfecto guiado y cortos recorridos de la palanca, y que se adapta mucho mejor al “espíritu” de este “Pony-Car”. Adicionalmente contaremos con un diferencial autoblocante mecánico en el tren trasero.

Comportamiento

Dejando de lado todo lo que conlleva subirse a un modelo tan especial, y centrándonos en su comportamiento, hemos de ser conscientes que, cuando uno se sienta tras el volante de un deportivo americano, ha de cambiar los parámetros de referencia respecto a sus rivales europeos. Su comportamiento dinámico está varios pasos por detrás de los ejemplares equiparables nacidos en el Viejo Continente, sobre todo cuando la carretera deja de ser una interminable recta y empieza a retorcerse cada vez más. Así que no esperéis que pueda hacer frente a modelos como los que os analizamos individual y conjuntamente en nuestra mega-prueba de algunos de los mejores superdeportivos alemanes, ni tampoco a una berlina deportiva tan “afinada” como es un BMW M3/M4.

Si tenemos eso claro desde el primer momento, y no nos llevamos a engaño, con este Ford Mustang también lo podemos pasar fabulosamente bien, pues no se trata sólo de un vehículo de “postureo”, con él también se puede ir muy rápido…

La postura de conducción es excelente. Vamos sentados muy bajos, con las piernas suficientemente estiradas, con el cuerpo sujeto por los magníficos semi-bacquet RECARO y el grueso volante y la palanca de cambios “caen” justo donde deben hacerlo. También es cierto que sentados tan abajo no alcanzamos a ver con claridad dónde acaba el morro y muchas veces debemos “intuirlo”, aunque a medida que transcurren los kilómetros vamos cogiéndole las medidas. Un poco más tardaremos en hacernos con él a la hora de aparcarlo, por lo que será de gran ayuda la cámara de visión trasera (lástima no disponer también de una delantera…).

Nada más arrancar, bajo su inmenso capot, el poderoso V8 de 5 litros deja notar su rotunda presencia acompañada de un sonido de escape embriagador. Al iniciar la marcha, en ciudad, aparte de sentirnos el centro de atención de todos cuantos nos rodean, no percibimos que resulte especialmente incómodo ni por suspensiones, dirección o por un tacto de embrague que nos obliguen a tener que acudir a diario al gimnasio… Además, aunque nuestra unidad contaba con una caja de cambios manual, el poderío y los bajos de este propulsor son tales desde el régimen de ralentí que casi podemos conducirlo como un automático, ahorrándonos muchos cambios de marcha. Y, pese a ello, los consumos se dispararán como si tuviéramos una fuga en el depósito de combustible…

Pero, qué duda cabe, si queremos disfrutar de un deportivo como éste será mejor que abandonemos rápidamente la urbe para dirigirnos a nuestros habituales recorridos de prueba por la sierra madrileña.

Hasta llegar allí los trayectos por vías de circunvalación, autovías o autopistas transcurren placenteramente, con el propulsor rodando a regímenes muy bajos (cosa que nuestro bolsillo agradecerá…), y, si bien es cierto, que a la máxima velocidad permitida en este tipo de vías nos acompaña el sugerente murmullo proveniente de la potente mecánica, el de rodadura de los enormes neumáticos de 19 pulgadas o algún que otro ruido aerodinámico, nos lo esperábamos mucho peor y en todo caso lo que podemos hacer es encender el excelente equipo de audio que montaba esta unidad, firmado por Shaker Pro, y escuchar, por ejemplo, la banda sonora que Lalo Schifrin compuso para Bullitt, o alguna recopilación de clásicos americanos de los 60, para ir metiéndonos en materia…

Una vez nos desviamos por una carretera nacional, empezaremos a disfrutar de veras lo que nos ofrece este “Pony-Car” moderno. Simplemente pulsando un interruptor de la consola central cambiaremos el Modo de Conducción de la posición «Normal», que llevábamos hasta ahora, a «Sport Plus», mucho más apropiada para este tipo de trazados, de forma que se ajusta la asistencia de la dirección, la respuesta del motor y de la transmisión (en el caso del cambio automático).

Este Mustang, pese a sus reminiscencias clásicas es un automóvil moderno, con una concepción global y, por tanto, destinado a ser vendido en todo el mundo, así que abandona algunas de las “peculiaridades” que tan enraizadas están “al otro lado del charco” como, por ejemplo, el anticuado eje rígido trasero, para dar acomodo a un nuevo conjunto multibrazo que mejora el guiado de las ruedas de dicho eje, encargadas de transmitir la tremenda potencia del V8 al asfalto. Y, aunque la puesta a punto del chasis es algo “peculiar”, pensada para las grandes planicies americanas, se desenvuelve apreciablemente bien en trazados revirados.

Es una verdadera delicia esa sensación (cada día más mitigada por la electrónica) de que existe una “conexión directa” entre cuánto pisamos el acelerador y la correspondiente respuesta inmediata y lineal del propulsor que nos proporciona enérgicas aceleraciones, permitiéndonos enlazar curvas a un ritmo muy alto.

Pero es al aproximarnos a la zona más “ratonera” del recorrido para abordar el ascenso a un puerto de montaña cuando debemos volver a pulsar el mismo interruptor y elegir el modo «Track». De esta manera podremos explotar al máximo el potencial del propulsor y, gracias a una configuración más permisiva del control electrónico de estabilidad, deleitarnos con alguna que otra cruzada a la salida de los giros más cerrados, sobre todo si el asfalto no se encuentra en óptimas condiciones de adherencia…

Aunque deberemos tener cuidado, porque este deportivo americano, con sus casi 5 metros de longitud y considerable anchura, más un peso bastante por encima de los 1.700 kilogramos en orden de marcha, no es precisamente un pequeño deportivo compacto… La velocidad de paso por curva no será su fuerte, pesa bastante y consecuentemente las inercias no pueden disimularse, restándole agilidad pero, en cuanto superamos el giro, gracias al tremendo par de su V8, podremos recuperar una buena parte del terreno perdido… hasta que nos toque abordar el siguiente giro…

Por su parte, la caja de cambios manual nos parece la opción más acertada para quienes disfruten de la conducción. Además la palanca nos obsequia con cortos recorridos e inserciones duras, pero muy precisas, convirtiéndose en una verdadera delicia manejarla en este tipo de recorridos.

Igualmente nos ha encantado el excelente conjunto de frenos Brembo, de considerables dimensiones, con discos ventilados de 380 mm en el tren delantero, mordidos por pinzas fijas de 6 pistones, y de 330 mm en el posterior, que nos obsequian con contundentes deceleraciones, un tacto muy consistente y dosificable, además de una muy buena resistencia a la fatiga tras un uso continuado, por ejemplo, descendiendo un puerto de montaña…

En fin, es uno de esos modelos que hay que conducir con decisión y con el que al final de tu tramo de carretera favorito te sentirás cansado, pero también eufórico… resulta mucho más complicado de llevar al límite que sus rivales europeos, pero ahí reside también parte de su encanto…

Opinión coches.com

La verdad es que durante la semana que en Coches.com hemos convivido con la unidad de pruebas de esta última generación del legendario modelo americano, prácticamente no hemos querido bajarnos de él. Y es que hay deportivos y superdeportivos mucho más potentes, rápidos, caros o tecnológicamente más avanzados, pero pocos de ellos (sólo se nos ocurre el Porsche 911) son capaces de rivalizar en pedigrí o en tener a sus espaldas más de medio siglo de historia.

Hemos de contar con que seremos el blanco de todas las miradas, incluso de aquellos a los que no les gustan o no entienden de coches… Y es que acostumbrados a ver deportivos “cortados” por el mismo patrón, el Ford Mustang es “otra cosa”

Tal es el “carisma” que desprende que cada vez que nos sentábamos a sus mandos nos imbuía el espíritu de nuestro idolatrado Steve McQueen en “Bullitt” (película de culto para los que amamos el mundo del automóvil) y debíamos hacer auténticos esfuerzos para que en el primer semáforo no se nos disparase la imaginación y nos trasladásemos a las empinadas calles de San Francisco, cuando el protagonista perseguía implacablemente al Dodge Charger 440 Magnum de los “chicos malos”

Si eres amante de la “conducción clásica”, de los vehículos que hay que “manejar” con pulso firme y no simplemente de los que se utilizan como medio de transporte y si, además, te gusta sentirte observado, disfrutar de una auténtico purasangre con un bagaje histórico a sus espaldas que poquísimos automóviles de hoy en día pueden presumir, los poco menos de 47.000 € (46.950 €, para ser exactos) necesarios para hacerte con este Ford Mustang propulsado por un potente V8 de 421 CV y con cambio manual“como los de antes”, te parecerán pocos.

Y es que si te puedes permitir disponer de esa cantidad de dinero, no hay mejor compra posible… No en vano muchos clientes se han dado cuenta de ello y las cifras de ventas están acompañando. Durante 2016, a nivel mundial, se vendieron más de 150.000 Mustangs, de los cuales 45.000 fuera de EE.UU., buena parte de ellos en el Viejo Continente, con 15.335 unidades. Si nos centramos en nuestro país, en 2016 se matricularon nada menos que 553 ejemplares y 166 más en lo que llevamos de 2017.

Curiosamente, la competencia para este modelo puede surgirle dentro de su propia casa, con otro espectacular deportivo cuya concepción no puede ser más antagónica. Nos referimos al Ford Focus RS, cuyo precio de tarifa parte desde los 42.065 €

Tendremos que elegir entre un rápido deportivo “a la vieja usanza” y un, aún más rápido, compacto de última generación con una estética más propia del Mundial de Rallies…. pasión frente a prestaciones puras, propulsión frente a tracción integral… Tú eliges… pero no todos los días puedes darte el “capricho” de conducir un auténtico mito del automovilismo, al más puro “estilo americano”

Pero como no todo puede ser maravilloso, no podemos pasar aquí por alto los deficientes resultados que esta sexta generación del Ford Mustang ha obtenido en la remesa de pruebas Euro NCAP de enero del presente año, con una valoración final de tan sólo 2 estrellas (sobre un total de 5). Esto es debido fundamentalmente a la escasa protección de los ocupantes infantiles (32%) y a la ausencia de asistentes a la conducción (16%).

El fabricante norteamericano se ha comprometido a que en el restyling que tendrá el modelo a finales de este año (y del que ya hemos visto las primeras informaciones) se implementarán de serie nuevas medidas de seguridad que mejoren estos pobres resultados, como es el Pre Collision Assist (con detección de peatones, advertencia de colisión y frenada autónoma de emergencia), además del asistente de cambio de carril. Esto afecta también a los clientes que hagan un pedido del Mustang actual a partir del mes de mayo, ya que se incluirán dichas mejoras en sus vehículos.

Ford Mustang Fastback GT 5.0 V8
8Nota
Lo mejor
  • Modelo icónico, un mito de la automoción
  • Propulsor V8 exuberante
  • Funcionamiento de la caja de cambios manual
Lo peor
  • Deficientes resultados en test Euro NCAP
  • Consumos elevados
  • Plazas traseras de uso testimonial
Diseño9
Habitabilidad7
Acabados8
Maletero7
Equipamiento8
Motor9
Comportamiento8.5
Calidad Precio7.5

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