El hidrógeno como combustible para coches siempre ha sido como aquella amistad veraniega cuando eras pequeño. Por un lado, significaba tanto para ti que querías que el futuro os volviese a juntar. Pero, por otro lado, pasaban los años y te ibas autoconvenciendo de que solamente se limitaría a las vacaciones de verano. El Toyota Mirai es como si aquella persona te visitase diez años después para quedarse en tu vida con planes muy ambiciosos.
Se trata de la segunda generación del modelo, una berlina eléctrica de pila de combustible que pretende democratizar esta tecnología y servir de ejemplo de cara a los años venideros. Aunque Toyota ya comenzó a coquetear con el hidrógeno en 1992, no fue hasta 2015 cuando lanzó el primer Mirai. Ese ejemplar fue como un unicornio, el primero de producción con esta tecnología a nivel mundial. Que se vendieran 11.000 unidades fue algo meramente testimonial, pero que sirvió para poner la primera piedra.
El objetivo con esa segunda generación es que alcance madurez en el mercado y convencer a todo el mundo de que es posible. Sería la antesala de una próxima generación con la que sí que se viviría una expansión ejemplar del coche de hidrógeno. Con esta hoja de ruta que sigue los pasos de lo que ya vivieron con los híbridos, concretamente con el Prius, el Toyota Mirai (significa «futuro» en japonés) llega para quedarse y nos demuestra que tiene un buen número de cualidades para convencer.
Exterior
A nivel estético, el Toyota Mirai ha evolucionado mucho. Si la primera generación era menos convencional y tenía un aspecto prácticamente de prototipo, en esta segunda se cambia de paradigma. Acorde al lenguaje «dinamismo silencioso», se rediseña por completo para ganar atractivo. Lo hace con un frontal que destaca por su gran parrilla inferior surcada por lamas horizontales. Es diferente al diseño de otros que cuentan con una parrilla en posición más elevada o dos directamente.
En el Mirai vemos un capó esculpido que integra a sus laterales unos alargados faros Bi-LED, que son los más grandes que haya montado la marca. Cuentan con luces diurnas separadas y entre ellos está el logotipo de Toyota. En los generosos pasos de rueda sobresalen unas llantas de hasta 20 pulgadas (19 pulgadas de serie) con diseño de turbina en nuestra unidad, que le dan un toque muy dinámico junto a esa silueta de berlina que busca tener formas de coupé.
Lo consigue parcialmente por la gran inclinación del pilar C y por la prominente caída del techo, que desemboca en un portón del maletero acabado en un llamativo spoiler. La zaga del Mirai tampoco pasa desapercibida gracias a unos pilotos traseros muy horizontales que van unidos por el centro, convergiendo en el logotipo. La parte inferior cuenta con una especie de difusor en gris que hace contraste con el nuevo color Azul Neptuno que lleva esta unidad.
Hay que destacar que el Toyota Mirai se asienta sobre la plataforma GA-L, la más grande de la marca, compartida con otros modelos como el Lexus LS. Eso hace que estemos ante una berlina de representación que tiene unas dimensiones a tener en cuenta. Se queda en una longitud de 4.975 mm, una anchura de 1.885 mm y una altura de 1.470 mm. También destaca una distancia entre ejes generosa de 2.920 mm.
Interior
Estamos acostumbrados a que los interiores de la mayoría de modelos de Toyota sean bastante similares, pero el Mirai tenía que destacar en este aspecto. Su habitáculo tiene un diseño diferenciado y asimétrico, con una consola central prominente que integra un pequeño selector del cambio en una posición elevada y cercana al volante. Esa zona también cuenta con carga inalámbrica para smartphone, reposabebidas y los controles de la climatización analógicos.
Por encima queda una gran pantalla táctil de 12,3 pulgadas que es la que dirige todo el infoentretenimiento del Mirai. Destaca por tener unos gráficos buenos y por poder mostrar varias informaciones a la vez debido a su tamaño. Los menús son claros e intuitivos, mientras que el tacto es muy similar al ofrecido por los teléfonos móviles. Además, ya goza de una conectividad completa gracias a Apple CarPlay y Android Auto para añadir algunas funcionalidades interesantes. Mención aparte para el retrovisor digital que nos encontramos al levantar la mirada.
Desde el puesto de conducción se alcanza a ver el volante multifunción y, a través de él, una instrumentación digital formada por una pantalla del mismo tamaño en la que se va mostrando todo tipo de informaciones. El conductor puede controlarla mediante los mandos del volante. En este sentido se echa de menos algo más de diferenciación respecto al resto de modelos en la forma de mostrar los datos. Por otro lado, opcionalmente hay un impresionante Head-Up Display a color de 12,1 pulgadas que es muy recomendable.
Aunque lo cierto es que no solo sorprende la tecnología del Toyota Mirai. La calidad también es un punto fuerte, algo de esperar teniendo en cuenta su condición de tope de gama de la marca japonesa. Destacan los buenos acabados usando también materiales de tacto agradable, como es el caso del cuero en varios puntos del habitáculo, de los plásticos cubiertos por una superficie acolchada o de las molduras de aspecto metálico (textura cobre en el Luxury y cromado satinado en el resto).
Y si nos centramos en la habitabilidad y en el espacio disponible en este Mirai, lo cierto es que sacamos pocas pegas en las plazas delanteras. En estos asientos hay hueco de sobra para la cabeza y se puede ajustar la posición de conducción fácilmente gracias a los reglajes eléctricos de los asientos, que también tienen calefacción y ventilación. Las formas de la consola central podrán ser algo intrusivas para los más altos, mientras que tampoco convence por número y volumen de los huecos portaobjetos.
Uno de los peores puntos del Toyota Mirai son, sin duda, las plazas traseras. El acceso a la segunda fila es cómodo gracias al generoso ángulo de apertura de sus puertas, pero una vez dentro hay algunas pegas. Parecen más propias de un vehículo más pequeño por el espacio que dejan para las piernas (no hay que olvidar que es un coche de casi 5 metros) y para la cabeza también va justo debido a la caída del techo. Además, la plaza central es insuficiente por su carencia de forma y por el exagerado túnel de transmisión.
Por suerte, de esta plaza sale una consola central cuando no se utiliza. Es un reposabrazos perfecto, también permite dejar objetos y lo mejor es que integra algunas funciones. Tiene botones para llevar a cabo acciones como cambiar de canción, subir el volumen y también controlar la climatización, que es trizona y permite ajustar una temperatura diferente en esta segunda fila de asientos. Curiosamente, las plazas laterales también son calefactables y ventiladas como las delanteras.
Maletero
Si en la segunda fila de asientos ya intuíamos que los depósitos de hidrógeno eran los que limitaban el espacio, en el maletero pasa algo parecido. El Mirai tiene una capacidad de 321 litros, que también es menos de lo que se podía esperar de un coche de sus dimensiones. Por suerte, tiene unas formas muy cuadradas y regulares que hace que se pueda aprovechar toda su superficie, incluyendo dos huecos en los laterales que pueden ser muy útiles.
Como suele pasar en las berlinas, la boca de carga es estrecha y complica llegar al fondo del maletero debido a que solamente se eleva el portón. Bajo el piso del maletero del Toyota Mirai no hay espacio para rueda de repuesto por el tema que comentamos de la posición de los depósitos de hidrógeno, en su lugar está el kit antipinchazos y pequeños huecos para herramientas. Tampoco se pueden abatir los asientos traseros como en la mayoría de coches, por lo que nos tendremos que despedir de llevar objetos de mayor longitud.
Equipamiento
El Toyota Mirai se ofrece con en una gama simplificada a solamente dos niveles de equipamiento. Ya desde serie va a tener una dotación realmente completa, pues en el acabado Vision ya cuenta con llantas de 19 pulgadas, climatizador bizona, pantalla de 12,3 pulgadas, sistema de sonido JBL con 14 altavoces, asientos con reglajes eléctricos, carga inalámbrica para smartphone, entrada y arranque sin llave (SME), iluminación ambiental azul o portón trasero eléctrico; entre otras cosas.
Por encima queda el acabado Luxury, el que lleva nuestra unidad de pruebas, que se completa con llantas de 20 pulgadas, techo panorámico Toyota Skyview, climatizador trizona, asientos calefactables y ventilables con función memoria, Head-Up Display de 12,1 pulgadas, retrovisore interior inteligente, consola trasera y la opción a equipar la tapicería de cuero Luxury marrón sin sobrecoste.
Hacer un inciso sobre el equipamiento de seguridad que incluye este modelo. Integra la última generación del Toyota Safety Sense con todos los sistemas que eso conlleva. Por eso, se beneficia del sistema de seguridad pre-colisión, control de crucero adaptativo inteligente, aviso de cambio involuntario de carril con mantenimiento de trayectoria, reconocimiento de señales, detector de ángulo muerto, alerta de tráfico cruzado posterior, asistencia al aparcamiento o control inteligente de luces de carretera.
Motor
Podríamos estar horas hablando de los beneficios del hidrógeno como combustible. Es muy abundante en la naturaleza, se puede producir con un bajo impacto, tiene una densidad energética muy por encima a otros y es fácil de transportar y almacenar. Sin embargo, todavía no se ha apostado fuerte por él y eso hace que en España la infraestructura sea muy limitada, con apenas tres hidrogeneras (una recién abierta en Madrid). Aunque hay proyectos para hacer más, todavía hay mucho camino por recorrer.
Será clave para que los usuarios puedan repostar en apenas cinco minutos los 5,6 kg de hidrógeno que caben en los tres depósitos colocados en forma de T en el piso del Mirai. Servirá para alimentar la pila de combustible de 174 CV y apenas 52 kg de peso, que va debajo del capó y en la que se lleva a cabo un proceso de electrolisis. A grandes rasgos, se toma el oxígeno del exterior y se une al hidrógeno de los depósitos, dando lugar a una reacción que genera electricidad y agua (H2O).
El agua se acumula en un pequeño depósito y se expulsa al exterior, mientras que la electricidad pasa a mover el motor eléctrico de 182 CV y 300 Nm de par situado en el eje trasero. Esa potencia total se consigue también gracias a una pequeña batería de 1,24 kWh. El Toyota Mirai es un coche de propulsión que tiene una autonomía estimada de 650 kilómetros. Queda claro que es más potente, eficiente y capaz que el anterior Mirai. Ahora solo nos falta ver cómo se comporta.
Comportamiento
Empezar haciendo un repaso de cómo será el flujo de energía en el Toyota Mirai. Mirando el indicador en la pantalla principal nos damos cuenta de que el coche arranca solo utilizando la energía acumulada en la batería, como cualquier otro eléctrico. A medida que vamos avanzando vemos que la pila de combustible comienza a funcionar para realizar cruceros generar energía durante la marcha. Si necesitamos todo su potencial en fase de aceleración funcionarán la pila y la batería a la vez alimentando al motor eléctrico.
En la práctica nos ha resultado un coche equilibrado y con unas prestaciones bastante buenas para su nivel de potencia. No hay cifras disparatadas como las que ofrecen algunos eléctricos que llegan a superar los 500 CV. El Mirai está en un rango que lo hacen utilizable para el día a día gracias a una aceleración de 0 a 100 km/h en 9,0 segundos y una velocidad máxima de 175 km/h. Destaca por sus recuperaciones y también por la linealidad con la que entrega la potencia.
Porque, al fin y al cabo, una de las cualidades más destacadas del Toyota Mirai es la calidad de rodadura. A bordo nos rodea un refinamiento máximo gracias al silencio que aporta este tipo de sistema de propulsión junto a la insonorización del modelo (el mejor en este aspecto de su historia). Como buena berlina de representación es un gusto realizar viajes largos, pues ofrece un confort en marcha sobresaliente en carretera y además tampoco se mueve mal en otros entornos.
Eso se consigue con la plataforma GA-L de la marca y con una puesta a punto del chasis muy correcta. Llama la atención el equilibrio que se consigue al tener la pila de combustible en la parte delantera, los depósitos de hidrógeno en el centro y en los bajos, mientras que el motor eléctrico y la batería quedan en la parte trasera. Eso resulta en un reparto de pesos perfecto, de 50:50, algo que se nota durante la marcha. De hecho, sus 1.900 kg sobre la báscula no nos parecen descabellados por sus dimensiones y características.
Uno de los aspectos que le dan equilibrio al Toyota Mirai es la suspensión multibrazo en ambos ejes. Mientras que el anterior modelo montaba McPherson delante y multibrazo detrás, ahora cambia el esquema para mejorar el nivel de estabilidad, control y confort en marcha. También suma barras estabilizadoras para darle un punto de rigidez adicional. La dirección tiene un alto grado de asistencia y a veces echamos en falta un poco más de información por su parte.
El sistema de asistencia activa en curva lo que hace es frenar ligeramente la rueda interior y dar más par a la exterior para minimizar el subviraje y mantener la trayectoria. Para redondear la experiencia de conducción, Toyota ha introducido un control de sonido activo que simula cómo sonaría un coche de combustión en función de lo que se pise el acelerador. La verdad es que es bastante discreto y no molesta, a pesar de que está claro que es artificial.
Terminar mencionando que en la toma de contacto obtuvimos un consumo de 1,22 kg de hidrógeno por cada 100 kilómetros. Es una cifra meramente orientativa, ya que fue una ruta en la que hubo muchos tramos de carreteras secundarias. Teniendo en cuenta que el coste aproximado de este combustible en Europa es de 10 euros el kg, llenarlo costaría unos 56 euros. Con eso se lograría una autonomía de alrededor de 500 kilómetros con este consumo medio, si se ciñe al homologado estaría en los 650 kilómetros.
Opinión coches.com
El Toyota Mirai es el coche del mañana, sólo que a día de hoy. Es la prueba fehaciente de que se puede hacer un (buen) vehículo de hidrógeno de producción y que solamente hay que creer en ello. Con este lanzamiento quieren servir de ejemplo a otras marcas a desarrollar sus coches para democratizar la tecnología y que pueda llegar a ser accesible para el ciudadano medio. Tanto es así, que han decidido liberar un buen número de patentes relacionadas.
Solo falta que aumente la oferta y también que crezca la infraestructura, pues para un particular es prácticamente imposible tener un coche de pila de combustible debido a que las hidrogeneras en España se cuentan con los dedos de una mano. Y eso que sería una gran opción por lo comentado anteriormente, las bondades y las ventajas son notables. Y el precio del Toyota Mirai, siendo alto, tampoco es una locura. Parte de 69.000 euros, que se podrían quedar en 65.000 euros con las ayudas de la marca y en menos de 60.000 si se suma el Plan Moves, mientras que el tope de gama tiene un PVP de 76.000 euros.
- Equipamiento completo
- Técnica de vanguardia
- Comportamiento silencioso y refinado
- Espacio en plazas traseras y maletero
- Algunos materiales interiores
- Precio algo elevado
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