Si te gusta el mundo de la automoción desde crío, seguramente alguna vez en tu infancia hayas montado en algún coche de juguete, ya sea con un motor eléctrico, de gasolina, a pedales o por los propios pies a modo de correpasillos. Y si no en un coche, al menos en un triciclo, que era lo más parecido a un medio de transporte personal para la gran mayoría, ya que muchos de estos vehículos recreativos eran (y son) bastante caros; vamos, casi como un Ferrari a escala.
Si pertenecías a una familia sustancialmente adinerada hacia la segunda mitad del siglo XX, tal vez tuvieras la opción de conducir un kart motorizado, normalmente sin ningún tipo de parecido con un coche real. Pero si en lugar de sustancialmente, tus progenitores eran sobradamente ricos, entonces podías tener a tu disposición una carrocería que emulase a la del deportivo que más gustases. A momento presente existen multitud de réplicas eléctricas, pero ninguna tiene el encanto de este Ferrari Testarossa Junior, el súmmum de los cochecitos para niños de los 80.
Si eras un niño cuando Jesús Gil se hizo cargo del Atlético de Madrid (1987) y este bólido rojo se te presentó de repente en una fría mañana de Navidad, tienes mi más pura envidia. De hecho, un mini Ferrari Testarossa que se mueve por su propio pie (o motor, más bien) y que cuenta con algunas de las funciones más atractivas del coche real, seguramente lo conviertan en uno de los juguetes para niños más envidiados de la historia, al menos para quienes amamos los deportivos de la firma de Maranello y el hecho de conducir desde el mismo momento de tener conciencia.
Vendido por Agostini, una empresa italiana con las licencias pertinentes, el Ferrari Testarossa Junior venía con sus faros delanteros emergentes y una radio Pioneer con altavoces Panasonic. Los neumáticos de 10 pulgadas con el dibujo y el volante Momo con bocina también son reales, y elementos como el asiento o los retrovisores exteriores son completamente ajustables. Todo quedaba respaldado por un sistema eléctrico de 12 voltios. Ah, y contaba con su propio motor de arranque, dado que para poner el coche en marcha hay que girar la correspondiente llave con el cavallino impreso.
A nivel mecánico, los frenos de disco traseros eran hidráulicos y la suspensión independiente en ambos ejes. Tras el asiento no hay un propulsor de 12 cilindros atmosférico, pero si un motor de gasolina Briggs & Stratton ubicado debajo de la plataforma trasera, que entregaba entre 8 y 11 CV. Con una longitud de 2.900 milímetros, una anchura de 1.280 mm y una altura de 850 mm (aproximadamente, 2/3 del tamaño real), su carrocería de fibra de vidrio ayudaba a mantener el peso a raya: 280 kilos. Al final, el conjunto podía alcanzar los 50 km/h de velocidad máxima.
La época en la que se ofreció este Ferrari Testarossa Junior estuvo repleta de más recreaciones en miniatura, muchas de las cuales todavía estaban disponibles hasta bien entrados los años 90. Indagando en Internet, parece que Agostini también ofreció un Ferrari 308, un Porsche 911 y un Lamborghini Countach. Pero como puedes imaginar, todos ellos son aún más caros que cuando eran nuevos, y algunos, ocasionalmente, salen a subasta. Esta unidad, por ejemplo, fue puesto en venta por Bonhams en 2015 por 20.000 libras esterlinas, algo más de 22.000 euros al cambio.
Fuente: Bonhams
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