Hasta hace algún tiempo, las cajas de cambios que más abundaban eran las manuales de cinco relaciones, mientras que las automáticas podían venir incluso en configuraciones de cuatro. Sí, ya existían coches con más relaciones de cambio a mediados del nuevo milenio, pero no era lo realmente común en los vehículos de la prole; en los premium ya es otra cosa. De repente, los fabricantes comenzaron a introducir cada vez más marchas de forma exponencial.
Avanza rápido a esta década, y puedes encontrarte cosas como la transmisión de 10 relaciones de Ford y Chevrolet. Y pensábamos que Lexus se había vuelto loca cuando introdujo la caja de cambios de ocho relaciones en el IS F. Para quienes en los 90 aún veían impreso con orgullo en la puerta del maletero “5 velocidades”, es desconcertante la fascinación de la industria en el hecho de añadir más engranajes. Pero, aunque suena genial en un folleto de ventas, la caja de 10 velocidades era torpe y desesperante en sus primeras versiones.
Entonces, ¿qué es lo que lleva exactamente a los fabricantes siguen incorporando engranajes a sus modelos? Bueno, eso tiene mucho que ver con el rendimiento y la eficiencia en el uso del combustible. Suponiendo que todos conocemos los conceptos básicos de por qué los vehículos necesitan cajas de cambios, no te sorprenderá que todo esto haya venido motivado en busca de incrementar la potencia eficaz transmitida a las ruedas y hacer que el motor trabaje siempre en el abanico más eficiente de revoluciones para optimizar su sed.
Por el contrario, a veces, cuando los ingenieros añaden más marchas a una caja de cambios, no solo introducen engranajes más altos, sino que a veces agregan relaciones “intermedias” de las velocidades tradicionales. Al tener más relaciones más cercanas entre sí, en teoría, obtienes la capacidad de aprovechar mejor toda la energía de la salida del motor de manera más efectiva, manteniendo las revoluciones dentro de su rango más propicio para hacer una entrega de par motor y potencia máxima. En teoría, parece algo bastante comprensible.
Por supuesto, no es tan simple como añadir más marchas para lograr tener unos vehículos más rápidos y eficientes. También se deben considerar otros factores, incluidos el tamaño, el peso, la masa rotacional, el coste de desarrollo y producción y la complejidad del sistema. Y con más marchas, también lleva más tiempo que todas tengan sus momentos de gloria, lo que puede anular las ganancias de rendimiento al estar constantemente cambiando de idea. Y aquí no es válido utilizar una pastilla de ibuprofeno, siempre le dolerá la cabeza.
Algunas cajas de cambios, como la unidad ZF 8HP automática de ocho relaciones que se puede encuentra en casi todo (desde un BMW Serie 1 hasta un Aston Martin Vanquish), encuentran un punto óptimo al usar menos juegos de engranajes y lograr así más relaciones. Esto significa menos desorden rotacional y menos tiempo necesario para cambiar de marcha.
Si bien es muy probable que veamos algunas cajas de cambios con relaciones más amplias en el futuro, es posible que los días de muchas velocidades estén contados, ya que con las curvas de par lineales y los coches eléctricos en auge, simplemente, no es necesario. Así que, tal vez, deberíamos aferrarnos a estas proporciones múltiples mientras podamos, ¿no? Porque sentir cómo un motor sube de vueltas y se ajusta en consonancia a nuestras demandas, también es un tipo de placer por el que algunos aún estamos dispuestos a pagar.
Fuente: Donut Media
Vía: YouTube