Con la vuelta de la Serie 8 de BMW se abría un abanico de posibilidades dentro de la marca bávara y, al mismo tiempo, se ponía en el punto de mira al nuevo ejemplar. Ser un sucesor espiritual de aquel primer Serie 8 E31 es una responsabilidad de dimensiones mayúsculas por lo que aportó aquel gran coupé en la década de los 90. Inicialmente llegaron algunas críticas que aludían a que se trataba de un mero sustituto del Serie 6, un GT al uso que no aportaba nada nuevo. Pero ahora llega el BMW M8 Competition Coupé para acallar estos comentarios negativos.
Es innegable que el BMW 840d xDrive que probamos anteriormente sí que respondía perfectamente a la definición de «gran turismo». Pero la versión tope de gama es otra cosa bien distinta. Tiene genes heredados directamente de la competición (como su propio nombre indica), compartiendo un buen número de componentes con el BMW M8 GTE que está presente en el IMSA y en Le Mans. Este dato afectará a su comportamiento más de lo que pudiera parecer, mucho más de lo que habíamos imaginado inicialmente.
La primera generación E31 no tuvo la suerte de contar con un M8 al uso. Hubo un acercamiento, un prototipo que llevaba el motor V12 con una cilindrada aumentada que quiso convertirse en el Ferrari Killer, sin embargo, el proyecto no llegaría a producción. Eso sí, esa superlativa mecánica fue la misma que incluyó el mítico McLaren F1 tiempo después. Así que casi tres décadas después nos podemos poner al volante de un auténtico BMW M8 en un momento dulce para la división deportiva. En 2019 en España se vendieron 999 unidades firmadas por BMW M GmbH (un 14 % más que en 2018) y están en plena ofensiva de producto, como se puede apreciar.
Exterior
Después del pequeño repaso a los antecedentes y recorrido seguido para llegar a este BMW M8 Competition Coupé toca empezar por su exterior. Lo primero que cabe destacar es que mantiene la plataforma CLAR, esa misma arquitectura que introdujo el Serie 7 y que está presente en los modelos más lujosos. Las dimensiones crecen ligeramente respecto al modelo del que parte, dejándolo con 4.867 mm de largo, 1.907 mm de ancho y 1.362 mm de alto. La distancia entre ejes se queda en 2.827 mm.
El motivo del crecimiento no es otro que la incorporación de paragolpes más prominentes para que se note bien de que es una versión deportiva. En el frontal aparece una gran parrilla de doble riñón unida por el centro, que tiene un acabado en negro y varillas dobles en este modelo. El diseño es muy horizontal, algo que todavía está dentro de nuestro gusto, al contrario de lo que parece que pasará en los próximos BMW M3 y M4 con esa desproporcionada parrilla más vertical.
Faros estrechos, paragolpes abultado, tomas de aire generosas… y mucha fibra de carbono. La unidad que nos acompañó durante la jornada de pruebas contaba con el paquete exterior M Carbon que cuenta con inserciones de CFRP (polímero reforzado con fibra de carbono) en las tomas de aire frontales, cubiertas de los retrovisores, branquias en las aletas, spoiler trasero o difusor. Aunque la palma probablemente se la lleve el techo de doble burbuja en este mismo material, algo que viene de serie en el coupé.
Si seguimos destacando aspectos de este modelo no podemos dejar atrás a las llantas de 20 pulgadas M forjadas con un diseño de brazos en estrella que recuerda al de aquel BMW M4 GTS. El acabado bicolor le queda bien con ese tono de la carrocería. La característica caída de techo y la curva Hofmeister dan paso a una zaga realmente musculosa. Los pilotos estrechos le dan carácter y las cuatro salidas de escape sirven para delatarle y para sacar una sonrisa a su paso.
Interior
Si tuviéramos que definir con una palabra el exterior del M8, habría sido «deportivo». Sin embargo, para el interior utilizaríamos la palabra «lujoso», pues aquí la atmósfera es más distinguida. Desde que cruzas el umbral de la puerta se percibe un halo de exclusividad que está a la altura de pocos modelos. Más aún cuando se dispone de una combinación tan acertada como la nuestra, con una tapicería de cuero marrón que hacía contraste con el gris de la carrocería y de la fibra de carbono.
Ya entraremos más adelante a hablar de las posibilidades que ofrece el departamento de personalización BMW Individual, pero hay que destacar que de serie la calidad es sobresaliente. La tapicería de cuero es integral y está presente en prácticamente todas las superficies, desde los asientos al salpicadero, pasando por las puertas tienen un tacto extraordinario. No hay cabida a plásticos duros ni malos ajustes en un ejemplar de esta talla (y precio) y se puede sumar una buena dosis extra de fibra de carbono de forma opcional (como era el caso de la unidad probada).
A nivel de tecnología, el BMW M8 Competition Coupé también cumple con las expectativas. Lleva el nuevo sistema multimedia BMW 7.0 con sus menús rediseñados y cargado de nuevas funciones. La pantalla principal de 10,25 pulgadas tiene unos gráficos avanzados y puede ser controlada de forma táctil o con el mando giratorio de la consola central. Tampoco hay que olvidar el control gestual en este modelo para algunas funciones. La conectividad es muy completa y destacan aspectos como el Apple Carplay inalámbrico.
Si nos centramos en la consola central vemos una llamativa palanca de cambios rodeada de botones. Además del mando giratorio para el infoentretenimiento, aquí está el botón de arranque y algunos mandos importantes para cambiar el comportamiento del coche mediante los modos de conducción. La primera vez mejor desde parado, porque quitan bastante atención. De hecho, es uno de esos coches en los que conviene mirarse a fondo el manual de instrucciones para sacarle todo el partido.
Desde el puesto de conducción queda a la vista un volante deportivo M, con un tacto y grosor sobresalientes. Es multifunción y a través de él podemos ver el BMW Live Cockpit Professional, la instrumentación digital de 12,3 pulgadas que es configurable por parte del usuario. Aunque algunas vistas no terminan de gustarnos, en la elección está el acierto. Se complementa con un Head-Up Display de generosas dimensiones que cuenta con indicadores específicos.
La habitabilidad en modelo de estas características suele pasar a un segundo plano. En el BMW M8 Competition Coupé las plazas delanteras son generosas y cómodas. A pesar de un acceso algo más complicado por su escasa altura, en su interior hay bastante espacio en todas las direcciones y no aparece nada de claustrofobia. Con los reglajes eléctricos de los semi-baquets y los del volante es fácil encontrar una posición de conducción perfecta.
Más pequeñas son las plazas traseras, cuyo acceso se complica bastante más a pesar del movimiento eléctrico del asiento delantero. Este ejemplar está homologado para cuatro pasajeros, así que la segunda fila solo cuenta con dos asientos que no gozan de mala anchura. El problema será el espacio disponible para las piernas, pues como el conductor sea alto no dejará hueco para ningún tipo de usuario. La caída del techo también hace que las cabezas den en la luna a partir de los 1,75 metros. En definitiva, son plazas para sacarnos de un apuro o, como mucho, para niños.
Maletero
El maletero de este BMW M8 Competition Coupé no va acorde a sus dimensiones. Con sus 420 litros de capacidad encontraremos modelos más pequeños con más espacio disponible. En un M5 por ejemplo habría 530 litros, dejando claro que en el coupé prima el diseño por encima de la practicidad. Además, la boca de carga queda en una posición bastante elevada y es estrecha, es el precio de tener un portón pequeño y no una puerta que se eleve con la luneta.
Una vez dentro vemos unas formas bastante aprovechables, con los laterales que van parcialmente separados mediante unas redes elásticas. Otra ventaja importante de este modelo es que los asientos traseros se puede abatir en dos partes (50:50) para dejar una superficie totalmente lisa. Se puede hacer de forma sencilla mediante unos tiradores situados en el propio maletero. No hay espacio para una rueda de repuesto, así que hay un kit antipinchazos bajo el piso.
Equipamiento
Si en el BMW Serie 8 ya se contaba con un equipamiento de serie destacado, estar ante la versión tope de gama solo puede hacer que esa dotación se incremente considerablemente. Por fuera ya aparecen los faros láser o las llantas de 20 pulgadas, mientras que dentro hay una tapicería de cuero integral o las molduras de fibra de carbono. La tecnología va de la mano del BMW Live Cockpit Professional o de la llamativa llave BMW Display Key.
Aunque teniendo en cuenta el posicionamiento de este modelo, es de esperar que el equipamiento opcional sea realmente extenso. En nuestra unidad de pruebas encontramos un buen número de ellos, como el paquete exterior M carbono (6.899 euros), cubierta del motor también de carbono (1.533 euros) o los frenos carbocerámicos (11.243 euros). En el interior no faltaba el sistema de sonido Bowers & Wilkins (5.686 euros) o tecnologías como el control de crucero con Stop&Go (2.044 euros).
Si ya tenía un precio de partida de 192.500 euros, con esta configuración pasará de 220.000 euros. Y eso puede ir a más si se recurre al departamento de personalización BMW Individual, capaz de hacer realidad casi cualquier petición del cliente. En este apartado se pueden realizar pinturas para la carrocería de cualquier color del espectro visible, materiales exclusivos para el interior o tapicerías de todo tipo (incluso algunos de mal gusto como de animales exóticos).
Motor
Las siglas M8 solamente pueden ir ligadas a un motor, que es un viejo conocido dentro de BMW. El V8 biturbo de 4.4 litros que también hemos visto en el BMW M5 o en el propio M850i xDrive es el encargado de dar vida a este ejemplar. Aunque para esta ocasión recibe un jugoso incremento de potencia que deja al Competition con 625 CV y 750 Nm de par. En otros mercados hay una versión «de acceso» con 600 CV, pero en España solo se venderá el tope de gama.
El motor más potente que ofrece actualmente BMW solamente puede ir ligado a la transmisión automática M Steptronic de ocho velocidades y a la tracción total M xDrive, de los que ya hablaremos más adelante. De esta guisa, el BMW M8 Competition Coupé es el modelo más rápido de la gama, una bestia capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 3,2 segundos, de 0 a 200 km/h en 10,6 segundos y de alcanzar una velocidad máxima de 305 km/h con el paquete opcional M Driver (de serie está limitado a 250 km/h).
Tenemos motivos de peso para creer que la unidad de pruebas llevaba dicho paquete, aunque nunca lo reconoceremos formalmente ante un juez… Hay otros datos que nadie preguntará nunca en un BMW M8 Competition Coupé pero que nos sentimos obligados a dejar por escrito. Este ejemplar tiene un consumo homologado de 10,5 l/100km y sus emisiones de CO2 son de 238 g/km. Pero vamos a dejar su ficha técnica en la guantera y pasemos a hablar de lo que importa, las sensaciones.
Comportamiento
Lo cierto es que la primera sensación al subir a bordo del BMW M8 Competition Coupé es una cierta desorientación. A priori, todo apuntaba a que se trataba de un gran turismo vitaminado, con una gran dosis de potencia pero sin mucho más. Según van pasando los kilómetros nos vamos convenciendo cada vez más de que los prejuicios no son buenos. Este modelo es un lobo con piel de cordero que puede atacar en un abrir y cerrar de ojos.
Porque sí, hay que reconocer que es un coche cómodo si seleccionamos la configuración conveniente. A pesar de estar firmado por BMW Motorsport, lo cierto es que nos podríamos acostumbrar al día a día con este coupé. El principal motivo para hacer esa afirmación es el sobresaliente nivel de confort en marcha que se consigue. Es fácil reconocer un gran trabajo de insonorización en el M8. Demasiado incluso para nuestro gusto, hay algunas connotaciones negativas.
La primera es que el sonido de la mecánica V8 y del escape llega bastante filtrado, echamos de menos algún decibelio más, porque la sinfonía escuchada desde el exterior es magistral. Desde aquí somos de la opinión de que nos podríamos ahorrar el sistema de sonido Bowers & Wilkins con tal de escuchar más su sonido mecánico. La segunda connotación negativa es que es fácil rodar por encima de la velocidad legal sin darte cuenta debido a ese confort e insonorización dentro del habitáculo.
Porque que nadie os engañe, el BMW M8 Competition Coupé tiene alma de superdeportivo y lo muestra con cada insinuación del acelerador. Su motor es una maravilla, lleno a cualquier régimen y capaz de estirar hasta límites insospechados. Los 750 Nm de par están disponibles desde las 1.800 rpm y te dejan pegado al asiento de forma violenta. Antes de que te des cuenta estás llegando a la siguiente curva o a punto de perder el permiso de conducir…
Por suerte, frenar no en ningún problema, ni siquiera a pesar de ser un modelo que pesa 1.885 kg. La unidad que conducimos monta los frenos carbonocerámicos opcionales, con unos discos como paellas de 400 mm en el eje anterior y 380 mm en el posterior. Gracias a la tecnología «brake by wire» de control eléctrico de la frenada se prescinde del componente hidráulico reduciendo su peso y permitiendo dos modos distintos que cambian el tacto del pedal izquierdo.
Porque antes de seguir tenemos que reconocer que todo en el BMW M8 Competition Coupé son reglajes electrónicos. Más vale sentarse un rato en el coche antes de salir, decidir el tipo de conducción que quieres ejercer e ir tocando los botones para llegar a ella. Hay modos para prácticamente todo. El motor tiene Efficient, Sport y Sport Plus. El chasis tiene Comfort, Sport y Sport Plus. La dirección tiene Comfort y Sport, lo mismo que los frenos.
Una novedad relacionada con esto es el botón M Mode, que modifica el nivel de las asistencias a la conducción y, al mismo tiempo cambia la visualización en la instrumentación digital y el Head-Up Display. Si ponemos el Track, recomendado para circuito, incluso apaga la radio. Aunque llegados a este punto probablemente los modos que más interesan son los de la tracción total M xDrive. Está el 4WD por defecto para entregar la potencia a las cuatro ruedas, hay un 4WD Sport para permitir algún deslizamiento del eje trasero y termina con un 2WD que manda todo atrás quitando cualquier ayuda electrónica. Esta configuración con sus 625 CV es solo apta para valientes y en entornos controlados.
Jugando con las diferentes configuraciones de este BMW M8 Competition Coupé solo podemos reafirmar que no es un gran turismo al uso. Es mucho más ágil y dinámico de lo que habríamos esperado, incluso en los tramos revirados con curvas cerradas. Cuando parece que no entrará bien, el coupé sorprende redondeando la trazada gracias a la ayuda del eje trasero direccional y ya está encarando la siguiente con una facilidad propia de un coche de media tonelada menos.
Opinión coches.com
Lo que se experimenta en este vehículo está al alcance de muy pocos ejemplares actuales. Es por ello que es difícil encontrarle rivales directos. Alcanza cifras de superdeportivo aunque no es uno de ellos, tiene rasgos de gran turismo aunque es más extremo… Se podría comparar con alguna berlina prestacional aunque con menos puertas y un diseño más atractivo. Pero aunque sea complicado de clasificar, no es nada difícil de definir.
El BMW M8 Competition Coupé es un auténtico tope de gama, el más potente y rápido de una marca de gran solera en esto de hacer deportivos como es BMW. Y no solo es que corra mucho, sino que lo hace bien, con un comportamiento más dinámico y preciso de lo que se podría esperar de un vehículo de sus dimensiones y peso. Si a eso le sumas toda la tecnología de nuevo desarrollo y la calidad de sus acabados, no nos extraña que tenga esa tarifa que orbita alrededor de los 200.000 euros. Quien invierta en él probablemente no se arrepentirá.
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