Aunque solo se fabricasen 420 ejemplares, el Lamborghini Jalpa marcó un momento histórico para la empresa. Como el último deportivo con motor central V8 en la historia de la marca, el Jalpa presentado en el Salón del Automóvil de Ginebra en 1981. Y como es norma en la firma italiana, este biplaza lleva el nombre de una raza de toros de lidia, el Jalpa Kandachia, evolucionando lo que ya habían estrenado el Urraco y el Silhouette.
Cuando el Jalpa se mostró por primera vez al mundo junto con el enorme Lamborghini LM001, el destino de la compañía descansaba era cuanto menos incierto. Lamborghini había estado en una situación financiera desesperada a finales de la década de los 70 y esperaba que estos dos modelos tuvieran un atractivo más amplio que el superdeportivo de la compañía de Sant’Agata Bolognese, el Countach. La razón era muy simple: se trataba de tener dos modelos que fuesen más asequibles y más fáciles de conducir (¿A alguien le suena el Huracán o el Urus?).
Con respecto al Jalpa presentado en Suiza, reconocible por su color bronce metálico, el Jalpa de producción carecía de algunas características estéticas. Cuando entró a producción en 1982 lo hizo con una carrocería de acero semi-sustentado, unos parachoques negros y tomas de aire para refrigerar el motor, así como unas luces traseras horizontales y llantas de aleación de 16” (tomadas del prototipo Athon). El techo era abatible, de tipo targa, diseñado para mejorar los paseos en coche en esos días en los que solo quieres escuchar el motor de ocho cilindros.
El Lamborghini Jalpa mantuvo la estructura general de sus hermanos, mientras que el corazón se cambió por uno más grande. Se trataba de la última evolución del motor V8 de 90°, hecho completamente de aluminio, con cuatro árboles de levas en cabeza controlados por cadena. Gracias al mayor diámetro y sus cuatro carburadores Weber, su desplazamiento de 3.485 cm3 eran suficientes para ofrecer una potencia máxima de 255 CV a 7.000 rpm y un par máximo de 314 Nm a 3.500 rpm, lo que le permitía alcanzar una velocidad máxima de 248 km/h.
A diferencia del Countach, que era reconocido por ser un auténtico desafío para entrar y salir, y casi imposible ir marcha atrás sin abrir la puerta y sentarse en el umbral, en el caso del Jalpa todo era considerablemente más fácil. De hecho, algunos propietarios lo usaban a diario. Al ser el modelo de acceso de Lamborghini en los 80, el Jalpa apuntaba directamente a enfrentarse al Ferrari 308 (y luego al 328). Al igual que el Jalpa, el cavallino rampante tenía un atractivo estilo angular, motores V8 y el carisma las elegantes proporciones cortesía de Pininfarina.
A bordo, el Jalpa estaba lujosamente terminado para los estándares de los deportivos italianos de los 70, con el uso extensivo de cuero y moqueta. El salpicadero dominaba por el predominio de la horizontalidad, salvo la estrecha consola central. Sin embargo, muchos clientes todavía se quejaban de algunos problemas para encontrar la posición ideal de conducción (algo de lo que adolecían muchos de estos biplazas), una escasa iluminación de sus faros escamoteables o la de los espejos retrovisores. Además, el cuadro de instrumentos no inspiraba mucha emoción.
En el Salón del Automóvil de Ginebra de 1984 se presentó la “segunda serie” del Jalpa. En esencia, el mismo coche pero con algunas modificaciones estéticas, como los parachoques y los puertos de entrada de aire en el mismo color de la carrocería, unas luces posteriores redondeadas y un interior renovado. Conceptualmente, el Jalpa es el predecesor directo del Gallardo (2003), que se convertiría en el Lamborghini más vendido de la historia. Y el hecho de que se hicieran más de 400 ejemplares del Jalpa, ayudó a mantener a flote la empresa para llegar al presente.
Fuente: Lamborghini
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