La industria automotriz francesa es una de las más pujantes del mundo. Ya no tanto como antaño en producción (en 2016 fue el tercer productor más grande de Europa, después de Alemania y España y décimo del mundo) pero se mantiene como tercer mercado más importante del mundo y octavo mundial.
A ello hay que añador que, a diferencia de otras antiguas potencias, ha sabido mantener con uñas y dientes (y apoyo gubernamental) la titularidad de su industria automovilística. Tanto PSA (Peugeot-Citroën-DS, que se han hecho recientemente con Opel) como la alianza Renault-Nissan mantienen la histórica pujanza de los coches franceses.
Parte de la «culpa» la tiene su peculiar mercado, difícil de penetrar por empresas extranjeras. Pero, más allá del chovinismo francés, no cabe duda de que sus fabricantes saben hacer coches desde hace mucho tiempo. Máquinas que revolucionaron el mercado en su día… como estas, posiblemente, los mejores coches franceses jamás fabricados:
10. Citroën Traction Avant
Ser el primer coche de tracción delantera fabricado en serie merece ya formar parte de esta lista. Pero el Traction Avant, lanzado en 1934 fue mucho más. En el proyecto PV (Petite Voiture) se citaron dos genios. Por un lado el ingeniero André Lefèbvre, que había hecho sus pinitos en la aviación, y por otro el italiano Flaminio Bertoni, autor de los diseños de coches más radicalmente diferentes de la historia.
En lo visible, el Traction Avant tenía una presencia única, con una línea vanguardista y más baja de lo habitual, que le confería una aerodinámica muy cuidada. Se hizo célebre entre policías (y gansters) y, como no, entre los nazis que ocuparon Francia durante la Segunda Gerra Mundial. En lo técnico, se supo aprovechar el centro de gravedad bajo y la carrocería monocasco de acero para lograr un comportamiento dinámico único en la época, muy ágil y estable.
Estuvo en producción durante más de 23 años, hasta 1957 y se fabricaron nada menos que 759.123 unidades de difernetes versiones (algunas para hasta ocho pasajeros). Pocos coches aguantan tanto en la línea de montaje… es lo que tiene romper todas las reglas establecidas hasta entonces y tener tantos detalles innovadores.
9. De Dion-Bouton
Cuando el aristócrata, Jules-Albert de Dion y el diseñador de juguetes mecánicos, Georges Bouton decidieron en 1883 unir sus esfuerzos para fabricar coches, el resultado no podía ser otro que curioso. Sus primeros coches así lo fueron: con tres ruedas e impulsados por motores de vapor (entre ellos el De Dion Bouton Et Trapardoux Dos-A-Dos Runabout, apodado La Marquise, que ganó la primera carrera de la historia del automóvil, entre Pont de Neuilly y París (a 25,9 km/h de media).
Pero pronto comenzaron a hacer sus pinitos con motores de gasolina y así llegó el pequeño Vis-à-vis, el primer automóvil fabricado en serie. Fabricaron 2.970 unidades entre 1899 y 1902. Eran los mejores de la época. Servían motores a marcas como Delage, Peugeot y Renault y eran sinónimo de galamour y modernidad en todo el mundo (incluso se fabricaron bajo licencia en EE.UU. donde siempre se les asoció con fiabilidad). Sería el crak de 1929 el que terminaría con el sueño.
8. Citroën 2CV
El Citroën 2CV es el equivalente francés a lo que el Volkswagen Beetle a Alemania. Ningún otro coche simboliza la imagen de coche popular y de bajo coste. Fue obra del ingeniero francés Pierre Jules Boulanger, máximo responsable de la marca cuando la familia Michelin se hizo con el control de la empresa. Su nombre «dos caballos» hacía referencia a su potencia fiscal, ya que, por ejemplo, en España empezó a venderse con un motor de 425 cc que desarrollaba 12 CV de potencia (en los años 80 su mecánica rendía ya hasta 35 CV).
Fabricado entre 1948 y 1990 (no, no es una errata), salieron de las factorías nada menos que 5.118.889 del 2CV (incluida su variante furgoneta). Su particular e ingeniosa suspensión lo convertía en un auténtico todocamino y era realemnte robusto. A ello hay que añadir su peculiar imagen, que enamoró a jóvenes hippies y a cineastas consagrados.
7. Renault 4
Fue el empeño de Pierre Dreyfus el que consiguió materializar el Proyecto 112 en el Renault 4, el coche blue jean. Como la popular prenda que usa todo el mundo, se pretendía producir un coche versátil, de bajo coste, con vocación mundial, que sobreviviese a los cambios que vivía la sociedad de la época.
Se trataba de un proyecto rompedor, el primer vehículo en el que la firma del rombo abandonaba el motor trasero. Presentado a la prensa en agosto de 1961, a lo largo de su extensa carrera de más de 31 años, alcanzó una cifra de producción total de 8.135.424 uniades, fabricado en más de 27 países diferentes donde se hizo muy popular. Era tan resistente y capaz como su gran rival, el Citroën 2CV, pero con un motor más potente. Enseguida se ganó apodos cariñosos allá donde se vendió, como en España, donde todos lo conocíamos como Cuatro Latas.
6. Peugeot 205
Este pequeño utilitario merece todos los reconocimientos por parte de PSA. Era el año 1983 y Peugeot tenía serios problemas financieros. Talbot no funcionaba y en la marca del león no contaban más que con el 505 como modelo de garantías. El 24 de febrero de 1983 se lanzaba el Peugeot 205 (iba a llamarse 105, pero eso es otra historia). Y revolucionó el mercado.
Hasta entonces, los coches pequeños tenían interiores muy sencillos y espartanos. El 205 acabó con eso, con acabados y equipamientos al nivel de un sedán. Sus mecánicas eran también austeras. Pero el 205 también puso punto y final a esa tendencia, con motores para todos los gustos y soluciones técnicas de los «mayores», como la suspensión McPherson con soportes elásticos para eliminar vibraciones, el sistema de frenado con una gran bomba de vacío para dosificar mejor la frenada o los cambios manuales de 5 velocidades en los motores de más de 60 CV.
Y sí, tambiñen estaba el Peugeot 205 GTI, la versión más deseada (uno de aquellos pequeños GTI de los 90), sobre todoo después de ver el dominio del Peugeot 205 T16 en el Mundial de Rallyes de 1984. No ganó el Premio de coche del año en Europa (sí en España), pero seguro que a los mandamases de PSA les gustaba más ver salir de sus factorías 2.500 coches cada día y sanear sus balances. Ese era el mejor reconocimiento.
5. Renault Espace
La historia del Renault Espace es una historia llena de éxitos. Con más de un millón de unidades vendidas, es el monovolumen europeo por excelencia. La idea original de combinar lo mejor de una furgoneta (la capacidad), una berlina (el comportamiento dinámico) y un vehículo familiar (la versatilidad del interior) caló hondo en el mercado.
El actual Renault Espace 2015 ha sabido adecuarse a lo que demanda el mercado, cambiando de silueta pero no de filosofía, añadiendo el espíritu aventurero de los crosssover a su genética.
4. Peugeot 504
Hoy en día nadie osa a pisar el terreno que pisan los coches alemanes, sobre todo las berlinas. Son muchos los que lo intentan pero ahí siguen los teutones marcando el paso. Pero otro cantar eran los años 70, en el que el Peugeot 504, uno de esos coches con aspecto estraño que firmó Pininfarina, era, junto al Mercedes W123, el mejor sedán medio que podía encontrarse en el mercado, merecedor del premio al coche del año en 1969, primer coche del fabricante en conseguirlo
Su único defecto era la pobre falta de rendimiento de los motores, pero seguro que Peugeot añora contar con una berlina media tan redonda como esta en su gama actual. Lanzado el 12 de septiembre de 1968, la producción en Francia finalizó en 1983, pero en países como Argentina siguió fabricándose hasta 1999… y en África hasta bien entrado el siglo XXI. Las 3.689.166 unidades vendidas demostraron que era un éxito y en el Museo de la Aventura Peugeot en París puede verse la versión de competición que ganó el Rally Safari 1975 a los mandos de Ove Andersson, tal cual acabó la carrera. Un coche duro… y cómodo.
3. Renault 5
El lema de Volkswagen, Das Auto, hacía tiempo que estaba presente con Le Car, el claim motiv con el que se conoció en Estados Unidos al Renault 5. Obra de un joven y prometedor diseñador, Michel Boué, contaba con pargolpes de plástico (ideales para evitar roces en ciudad), era muy manejable un interior apto para cuatro ocupantes y su portón trasero hacía muy práctico acceder al maletero, que podía ampliarse abatiendo la banqueta trasera (heredando la modularidad del Renault 16).
Lanzado en 1972 su éxito fue inmediato y en un par de años comenzaron a producirse más variantes. La más conocida, sin duda, tardó una década en llegar al mercado. Hablamos del Renault 5 Turbo, un pequeño cohete donde la marca francesa condensó la tecnología con la que había triunfado en Fórmula 1. Marcó tendencia durante casi 25 años y se vendieron más de cinco millones de unidades.
2. Bugatti Type 35
En el país de Le Mans no podíamos cerrar la lista sin hablar de un coche de competición. Y de todos ellos, el Bugatti Tipo 35 fue sin duda el mejor coche de carreras de la marca, posiblemente el más bonito de antes de la Guerra y el primero en contar con el célebre radiador de Bugatti en su frontal.
Tomó la salida en más de 1.000 carreras y ganó el Campeonato del Mundo de Grand Prix en 1926 tras haber ganado 351 carreras y 47 records en los dos años previos. Bugatti Tipo 35 obtuvieron un promedio de 14 victorias por semana. Bugatti organizó la Targa Florio como un proyecto especial para este coche, y consiguió la victoria durante cinco años consecutivos, entre 1925 y 1929.
Sin este modelo, del que se fabricaron apenas 96 unidades, y sus innovaciones (sistema eléctrico con un cojinete de bolas insólito, frenos de tambor en las ruedas traseras, manejados mediante cables, llantas de aleación por vez primera, eje delantero hueco para reducir el peso…. no se entenderían superdeportivos actuales como el Veyron o el Chiron. Entonces también hubo versión de calle del pequeño bólido azul, el Bugatti 35A, pero como ahora solamente los más pudientes consiguieron hacerse con uno. El italiano Ettore Bugatti que fundó su negocio en Molsheim, Francia supo crear como nadie coches exclusivos… la máxima espresión del lujo francés.
1. Citroën DS
Cuando se presentó en el Salón de París de 1955, el Citroën DS puso patas arriba todos los convencionalismos del mundo del motor conocidos. Tanto por el diseño de Flaminio Bertoni, como por sus innovadoras soluciones técnicas (suspensión hidroneumática con corrector automático de altura, frenos de disco, dirección asistida, caja de cambios semi-automática…). Se le llamaba Tiburón por sus formas, pero podría ser también su apodo por ser un auténtico depredador.
Como vimos en la historia del Citroën DS, contó a lo largo de su vida con varias versiones, entre las que hubo una familiar lalmada break y otra descapotable. Hasta el final de su producción, en 1975, se vendieron más de 1,5 millones de unidades, y todavía hoy en día sigue siendo un icono del diseño, el buen gusto y la innovación. Hasta tal punto que el grupo PSA ha comenzado a gestar toda una marca, DS, tras su leyenda. Ningún otro coche puede decir eso… aunque a la gama actual le falta algo del atrevimiento del que hacía gala el abuelo.