Los 60 en Estados Unidos estuvieron marcados por dos hechos principales: la intervención del país en Vietnam y su correspondiente oposición en modo de contracultura.
El país vivía una revolución juvenil que de forma paradójica nació al mismo tiempo que el surgimiento de los «muscle cars».
Un nuevo concepto de automóvil que también quería rebelarse contra lo establecido. Pero lejos de adoptar la estética hippy, los mucle cars como su propio nombre indica, eran de apariencia robusta y agresiva. Independientemente de que luego fuesen poco resistentes a una colisión.
Con un diseño llamativo, y popularmente impulsados por motores tanto V8 como V6 con tracción trasera vieron su declive llegada la crisis del petróleo en los 70. Hoy muchos de ellos, son una pieza de colección que recuerdan a una época reflejada en muchas películas de adolescentes y rebeldes sin causa, pero de todos ellos, como siempre, hay unos que pasarán a la historia como los mejores:
Chevrolet Corvette Sting Ray, 1963
Mírale a los faros, y dile que no le deseas. ¿Imposible verdad?, con un diseño que invita al disfrute, se trata de uno de los modelos más ligeros de su generación. Motor 250 CV y una variante que ascendía hasta los 360 CV, su equipamiento no ofrecía mucho más que una radio, aire acondicionado y una tapicería de cuero hecha con mucho cariño y detalle. Y es que teniendo todo esto, ¿qué más añadir?
AC Cobra, 1961
Este emblemático roadster, fruto del trabajo coordinado entre británicos y estadounidenses es historia viva del motor. Una obra de ingeniería artesanal hecha con mucho mimo a quien el paso del tiempo sólo le hace más espectacular.
Con un motor 2.6 L, proveniente del Ford Zephyr situado en la parte delantera y tracción trasera, fue la materialización de un sueño en la mente del gran Carroll Shelby.
Ford Mustang, 1964
El coche americano por antonomasia.
Si bien su segunda generación salió algo «rana», no fue capaz de borrar el excelente legado del Mustang del 64. El que sería el padre de la categoría «Pony car», variante más pequeña que los muscle cars cuya diferencia radica especialmente en cuestión de prestaciones.
Con un precio de salida increíblemente atractivo, su motor no era nada del otro mundo (6 cilindros en línea y 101 CV) pero sentó las bases de una leyenda que sigue galopando con fuerza.
Chevrolet Corvette C1, 1953
La primera generación, como en el caso del Mustang, es la que sentó cátedra. Con una fabricación total que no excedió de las 300 unidades, es a Chevrolet lo que para Aston Martin podría ser el DB5. Un icono atemporal, con motor seis cilindros y una aceleración 0-100 km/h en 11 segundos. Y qué decir de su carrocería, curvilínea y estilizada es sin duda una auténtica belleza.
Chevrolet Camaro Z28, 1967
Fue cuestión de meses para que inmediatamente desde su presentación se coronase como el coche del año en 1967.
Su punto medio entre ser un Pony Car y un muscle car no cayó en la indiferencia. Con dos opciones, la RS/SS (que debutaría en Indianápolis) y la Z/28, Chevrolet aumentaba considerablemente su cuota de mercado dirigiéndose a un conductor que reclamaba mayor potencia y deportividad.
Dependiendo del paquete, se podía escoger motores V8 con hasta 360 CV.
Pontiac GTO, 1964
El Camaro Z28 no estaba sólo en su segmento, sino que justamente fue el Pontiac GTO el precursor de esta nueva variante de muscle car. Un proyecto que para Pontiac duró hasta 1973 y cuyo impulsor fue entre otros el ingeniero John Delorean.
Tracción trasera y motor 389ci con una potencia de 348 CV, era un coche impensable hoy en día debido a las leyes anticontaminación pero un remanente de aquellos años de desenfreno.
Dodge Charger, 1968
Hay una escena en Bullit donde un Steve McQueen al volante de un Mustang persigue con mucho tesón a un Dodge Charger del 68. La cosa no podía estar más reñida y efectivamente en la vida real también ocurría lo mismo. Si bien en nuestro continente su fama no se propagó tanto como la del Mustang, el Charger de segunda generación sirvió para arreglar pequeños errores de su ascendente y demostrar que mirases por el ángulo que mirases es un auténtico cochazo.
Shelby Mustang GT500, 1967
Y terminamos este artículo con el Shelby Mustang GT 500.
El que fuese el coche de Jim Morrison, también llegó a tocar el cénit de los muscle cars. Con un diseño atrevido su motor estaba a la altura de las apariencias. V8 de 7 litros resultando en una potencia total de 360 CV provenientes de una caja de cambios manual de cuatro velocidades.
De los últimos resquicios interesantes antes de que la crisis del petróleo se llevase a los muscle cars por delante. Y es que sí, eran bonitos, y también medianamente baratos, pero como gastaban… .
Fuente: The Gentleman´s Journal