Ya quedan muy pocos deportivos «de verdad» en el mercado. La tendencia actual ha hecho que las potencias se disparen, consiguiendo vehículos con unas prestaciones que hacen palidecer y una eficacia insólita. Sin embargo, esas mayores dimensiones (y peso), la electrónica y otros factores hacen que las sensaciones al volante se hayan diluido considerablemente. Por suerte, aún quedan puristas como el BMW M2 Competition, un ejemplar que quiere recuperar esa filosofía que estaba prácticamente extinta.
Este ejemplar es una evolución del primer BMW M2, lanzado allá por 2015. El tope de gama de la Serie 2 y, si miramos atrás en el tiempo, podríamos decir que se trata de un sucesor espiritual para aquel innovador BMW 2002 turbo. También le haríamos justicia si dijéramos que es el auténtico heredero del primer BMW M3 E30. Lo cierto es que el actual M3 es demasiado grande y potente, habiendo perdido parte de su esencia al no ser tan ágil ni divertido como lo era en generaciones anteriores.
Para más inri, el BMW M2 Competition tiene papeletas para convertirse en un futuro clásico. La incertidumbre rodea a la marca bávara, pues ha cambiado de plataforma al BMW Serie 1 y al nuevo Serie 2 Gran Coupé, convirtiéndolos en modelos de tracción delantera. Mientras todavía hay algo de esperanzas para la próxima generación de las carrocerías coupé y cabrio, nos disponemos a disfrutar de este coche como se merece: como si no fuera a haber un mañana.
Exterior
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La primera vez que te cruzas con un BMW M2 Competition te quedas irremediablemente prendado de su imponente presencia. La estética es todo lo que se podía esperar de un ejemplar desarrollado por BMW Motorsport y al mismo tiempo muestra unas proporciones armónicas como solo pueden ser las de un coupé de dimensiones contenidas. Presenta una longitud de 4.461 mm, una anchura de 1.854 mm y una altura de 1.410 mm, mientras que la distancia entre ejes es de 2.693 mm.
Como introducíamos, el diseño es muy deportivo, siendo inevitable reparar en la presencia de líneas de tensión y superficies acentuadas. El ejemplo principal se da en el frontal, con esa parrilla de doble riñón todavía con un tamaño adecuado (en los siguiente será más exagerada, sin duda) situada justo entre esos faros LED tan reconocibles. La parte inferior gana enteros gracias a esas respetables tomas de aire y a las líneas marcadas, despuntando ese nuevo splitter.
Visto desde el perfil, el BMW M2 Competition nos regala esa llamativa silueta de coupé con dos puertas de generoso tamaño. A este respecto, destacaríamos la acentuada caída del techo y la inclinación que adopta el pilar C, con la famosa curva de Hofmeister bien presente. En los pasos de rueda sobresalen unas llantas de 19 pulgadas con diseño multiradio, que le sientan realmente bien. También aparecen unas taloneras más prominentes que en cualquier otro Serie 2.
La caída del techo finaliza en un pequeño spoiler que corona el portón trasero. Hay que decir que la zaga nos puede recordar ligeramente a la del ya mítico BMW 1M Coupé, por esa cintura tan ancha y también por su color naranja Sunset Orange. Aunque lo que de verdad intimida es la parte inferior, donde se distinguen claramente las cuatro salidas de escape que salen de un enorme colector que queda a la vista. Aquí la moda de los escapes falsos no tiene cabida.
Interior
Cuando entramos al BMW M2 Competition encontramos algunas similitudes evidentes con el resto de Serie 2. Se nos pasa rápido en cuanto vemos esos llamativos asientos deportivos M, que sin llegar a ser baquets puros, cuentan con una estética muy atractiva. Además de recoger el cuerpo a la perfección cuentan con bondades como el ajuste eléctrico o la calefacción que ayudan a mejorar su comodidad y los hacen aptos para viajes largos.
La tapicería de este coupé deportivo casi merece una mención a parte. Es mixta, pues combina cuero y Alcántara, además de tener los detalles en naranja haciendo contraste y también recibe la inscripción del modelo en la parte central. Aunque para detalle bonito y que nos gusta a los puristas es el que lleva el cinturón, con una franja con los tres colores de BMW M formando una especie de banderita. Por no hablar de que tiene un freno de mano convencional, algo cada vez más extraño de ver en los vehículos actuales.
El volante deportivo M es otro de los elementos específicos que incluye este BMW M2 Competition. Al igual que vimos en el cinturón, las costuras son de los colores de la división deportiva y además presenta un tacto y un grosor sobresaliente. Dicho lo anterior, a estas alturas quedará bastante claro que la calidad del coupé es muy destacada. En la configuración de esta unidad de pruebas no podemos dejar pasar esa moldura que al estilo fibra de carbono con relieve o que hay Alcántara hasta en el techo o las puertas.
Por otro lado, a nivel tecnológico si que encontramos sistemas que nos son más familiares. El infoentretenimiento se controla desde la pantalla central de 8,8 pulgadas, que se puede controlar tanto de forma táctil como desde la ruleta. Lo cierto es que la conectividad es muy destacada, con Apple CarPlay sin cables, además de tener la posibilidad de actualizaciones inalámbricas de la navegación y otras funciones.
Detrás ese atractivo volante del que hablamos antes aparece una instrumentación mixta. La verdad es que nos gusta como la han resuelto, pues cuenta con dos grandes esferas (para las revoluciones y la velocidad), intercaladas con una pequeña pantalla en la parte central, justo por debajo de una de las esferas. Nos completa la información del ordenador de a bordo y supone un pequeño resquicio digital a este interior que busca mantenerse siendo analógico. Los controles de la climatización dan buena cuenta de ello.
Y como era de esperar con solo verlo por fuera, el BMW M2 Competition no va a destacar precisamente por su habitabilidad. Ya el simple hecho de ser un coupé de dos puertas va a condicionar enormemente. Lo cierto es que las plazas delanteras son bastante amplias y su acceso es fácil gracias a las generosas dimensiones de las puertas, aunque es verdad que quedan en una posición algo baja. En ellas hasta los más altos podrán entrar bien y encontrar la posición de conducción ideal gracias a los ajustes eléctricos.
El problema viene en las plazas traseras, a las que es más difícil acceder a pesar de que los asientos delanteros se mueven hacia delante de forma automática. Una vez dentro de la segunda fila queda clara la restricción a cuatro plazas. Detrás solo pueden ir dos personas y lo entendemos a la perfección. Por anchura no habrá ningún problema, pero si que encontramos algunas limitaciones en el espacio para las piernas (dependerá de la posición de las plazas delanteras) y para la cabeza (los más altos lo pasarán mal por la caída del techo).
Maletero
Lo cierto es que el maletero es una de las partes menos importantes del BMW M2 Competition. Se mantiene inalterado respecto al resto de versiones de la Serie 2, por lo que nos arroja una capacidad de 390 litros. La encontramos más que correcta para un coupé de sus dimensiones y su marcado carácter deportivo. Es más que suficiente para una escapada, que es lo máximo que se hará con este ejemplar. Ya vimos en su interior que no está pensando para un gran viaje familiar.
Cuenta con unas formas bastante rectas y aprovechables, aunque en los laterales se aprecian las marcadas formas de los pasos de rueda. Una pega que suele acompañar a estas carrocerías es el portón, que nos deja con una boca de carga no demasiado amplia y un poco elevada. Bajo el piso del maletero no encontramos una rueda de repuesto, sino un kit antipinchazos, además de la batería. Parece que no había espacio físico para meterla en el vano de motor junto al seis cilindros. Para obtener un mayor espacio de carga se pueden abatir los asientos traseros en tres partes (40:20:40).
Equipamiento
El BMW M2 Competition ya era un tope de gama en sí mismo y eso se aprecia al ver su equipamiento de serie. Cuenta con elementos como las llantas de 19 pulgadas, los faros LED adaptativos, el volante M de cuero, la tapicería de cuero con costuras en contraste, alfombrillas de velours, molduras interiores en negro brillante, guarnecido de techo en antracita, sistema de navegación Professional con pantalla de 8,8 pulgadas o servicios ConnectedDrive.
Tampoco ha escatimado en términos de seguridad. Entre sus ayudas a la conducción encontramos los sensores de aparcamiento, control de crucero con función frenado, llamada de emergencia inteligente o asistente de luz de carretera. Llama la atención que la cámara trasera sea opcional, al igual que el paquete Driving Assistant, con aviso de cambio involuntario de carril o la función de frenado automático en ciudad.
Porque al fin y al cabo, se trata de un modelo que viene de una marca premium y la lista de opcionales seguirá siendo extensa. Nuestra unidad lo lleva casi todo, pudiendo encontrar entre su dotación esa llamativa pintura metalizada Sunset Orange, los asientos deportivos M, preparación para Apple CarPlay, información del tráfico en tiempo real, sistema de sonido Harman Kardon o sistema de frenado deportivo M, con discos sobredimensionados. Sería interesante ver cómo le quedan algunas de las BMW M Performance Parts.
Motor
Cuando abrimos el capó del BMW M2 Competition nos encontramos situado en posición longitudinal el mismo bloque que llevan sus hermanos mayores. Se trata del tradicional seis cilindros en línea de 3.0 litros con turboalimentación por partida doble. En este modelo todavía se puede elegir entre una caja manual de seis velocidades o la automática M DCT de doble embrague con siete marchas. Lo que es innegociable es la propulsión, la potencia pasa sí o sí al eje trasero y no hay opción a tracción total xDrive.
Si vimos que en los M3/M4 alcanzaba los 431 CV, aquí la potencia se limitará ligeramente. El primer M2 desarrollaba 370 CV y en esta versión Competition se aumenta hasta los 410 CV y 550 Nm de par entre las 2.350 y las 5.200 rpm. Gracias a ello, sus prestaciones se han incrementado y presenta una aceleración de 0 a 100 km/h en 4,2 segundos (4,4 segundos para el manual) y una velocidad punta limitada a 250 km/h, que puede llegar a 280 km/h con el M Driver Package.
Las prestaciones son brutales, mientras que los consumos y emisiones también son elevadas, aunque importe poco en este tipo de vehículo. En su ficha técnica podemos ver un consumo homologado de 9,2 l/100km y unas emisiones de CO2 de 209 g/km. Y encima ya no es el tope de gama que era antes, ya que recientemente fue presentado el BMW M2 CS. En ese caso se exprime un poco más la mecánica hasta los 450 CV y se incluyen algunas chucherías interesantes de serie para mejorar su rendimiento.
Comportamiento
Es montar en el BMW M2 Competition y sentir que te cambia el chip, pues empiezas a respirar un ambiente deportivo que puede recordar a la competición. Tengo que contenerme inicialmente, pues no tengo un circuito disponible en el que dar rienda suelta a este cohete con total seguridad. Pero, aún en carretera abierta es fácil percibir todo el potencial que esconde ese flamante motor de seis cilindros en línea y 3.0 litros de cubicaje.
La entrega de potencia se hace de forma lineal pero con una contundencia que puede llegar a sorprender. Reacciona con inmediatez a cualquier insinuación del pie derecho, me deja literalmente pegado al asiento y además parece no desfallecer nunca. No es nada perezoso en bajas, pudiendo salir en marchas largas y a pocas revoluciones, aunque la locura se desata a partir de las 4.000 revoluciones. Podría llegar a estirar casi hasta las 7.500 vueltas, una cifra no demasiado habitual en los turboalimentados.
No puedo ocultar que la primera vez que monté en el coche y miré la palanca de cambios sentí cierta decepción. El manual siempre sería mi opción predilecta y probablemente la más lógica, es más barato de comprar, más simple de mantener y algo más ligero; por no hablar de ese extra de diversión y ese nexo casi místico que estableces con el coche. Pero lo cierto es que analizando en frío el cambio automático DCT M, no es tan mala opción.
Ya hemos visto que sobre el papel hace al coche más rápido, mejorando sus prestaciones respecto a la versión manual. No me extraña nada, pues desde el primer momento se nota como las transiciones entre marchas se hacen en un abrir y cerrar de ojos. Por otro lado, siempre están las generosas levas tras el volante para una conducción algo más manual. Y también hay un botón que permite seleccionar entre tres modos de conducción específicos para esta transmisión.
En la posición más normal (una rayita) los cambios se hacen sin llegar a subir demasiado de revoluciones, una especie de «modo eco» para este deportivo. Subimos al «sport» (dos rayitas) para dar más equilibrio y demostrar lo mínimo que debería ser en este BMW M2 Competition. Por encima queda un tercer modo más radical (tres rayitas) que apura al máximo los cambios y que en conducción deportiva nos regala unas brutales reducciones que te ayudan a redondear las curvas.
Porque cabe destacar que casi todo es configurable en este ejemplar. Lo anterior hacía referencia solamente a la transmisión, pero luego además hay posibilidad de ir modificando todo tipo de parámetros. Me permite poner el motor en Efficient, en Sport o en Sport Plus; mientras que la dirección también acepta los modos Comfort, Sport y Sport Plus. En el volante están los botones M1 y M2 que dan acceso a tus configuraciones favoritas sin tener que estar seleccionándolas continuamente.
Podría decir que en los modos más normales es un coche bastante utilizable y apto para el día a día, que con los deportivos ya va pidiendo guerra y que con los más extremos directamente lo que pide es la pista para despegar. Uno de los aspectos que también cambia en función del modo es el sonido del escape. Se trata de una melodía bonita y ronca, sin estridencias y sin llegar a ser algo exagerado. Hasta el mismo día de devolverlo no reparé en que no había escuchado nada en el sistema de sonido. Teniendo la sinfonía del seis cilindros con ese escape, por mí como si no lo montan.
Por no hablar de la suspensión, una maravilla en este ejemplar. Para su construcción se emplea materiales ligeros como el aluminio para reducir masas no suspendidas y ofrece un tacto duro que es lo que se busca en este tipo de vehículo. No hay posibilidad a que sea adaptativa, aunque tampoco hace falta a juzgar por su comportamiento. Como decíamos, contribuye a un comportamiento realmente equilibrado en el que es difícil encontrar carencias de cualquier tipo.
El paso por curva de este coche es, sencillamente, apabullante. Con él puedes pasar a velocidades que ni habrías soñado con otros ejemplares y de una forma totalmente precisa y bastante noble. Ayudan los neumáticos deportivos Michelin Pilot Super Sport (cuidado con ellos en mojado), que mantienen el eje trasero centrado aunque a veces nos pida salir a bailar. Lo cierto es que el BMW M2 Competition se siente muy ágil a pesar de no ser un peso pluma, pues sobre la báscula arroja 1.625 kg.
Llega el final de la prueba y lo cierto es que me he divertido tanto que ni siquiera he reparado en los consumos. Espero que al resto de usuarios que tengan la posibilidad de conducirlo les ocurra lo mismo, ya que el M2 nunca va a destacar precisamente por eficiencia. Tras una semana juntos me encuentro un consumo ligeramente por encima de los 12 litros, algo lógico teniendo en cuenta la conducción alegra que se ha llevado a cabo. Ademas, juraría que habría sido más por las veces que me tocó repostar, cosas de tener un depósito de combustible pequeño con apenas 52 litros.
Opinión coches.com
El BMW M2 Competition es uno de esos deportivos que pasarán a la historia por lo que significan. Viendo los tiempos que corren y las tendencias que se llevan es probable que sea el último ejemplar que se mantenga con estas características, con esa pureza que hace que nos recuerde a sus antepasados. Es posiblemente el BMW M más auténtico que tenemos actualmente y eso es decir mucho. Pero es la verdad, pues el coupé no deja a nadie indiferente.
Imposible que pase inadvertido por su imponente y atractiva estética. Destacan los genes gracias a los numerosos detalles BMW M, destacando esos asientos y la calidad que rezuma el interior. Amén del comportamiento que tiene con ese seis cilindros que es una bomba de relojería y un chasis realmente trabajado que lo hace tremendamente efectivo y divertido. Puede que tenga que llevar la gasolinera a cuestas o que su precio con extras sea elevado pero eso es lo de menos en este tipo de monturas.
- Estética bella y deportiva
- Ese motor es una bomba de relojería
- Comportamiento muy destacado y equilibrado
- Algunas carencias de equipamiento
- Consumos elevados y depósito pequeño
- Precio final con extras
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