Probablemente hayas oído hablar de la tracción a las cuatro ruedas, pero la dirección a las cuatro ruedas es un poco más desconocida. En esencia, es lo que crees que es: Las ruedas eje trasero gira al mismo tiempo que el delantero. Después de todo, conducir con las cuatro ruedas es mejor que con dos, así que, ¿por qué no girar con las cuatro? Es una pregunta fácil y difícil de responder, y por eso vamos a tratar de explicar qué es y cómo funciona con más detalle.
Durante el siglo pasado, la tecnología ha evolucionado hasta tal punto que los antepasados del automóvil, probablemente, se sorprenderían al entrar en contacto con un vehículo moderno. Entre las muchas patentes explotadas por los fabricantes, el sistema de dirección a las cuatro ruedas sigue siendo una especie de novedad para la mayoría de las personas incluso hoy en día. Pero no es ningún sistema novedoso en el mundo de la automoción, ya que en la década de los 80 y 90 gozó de gran aceptación entre los fabricantes.
¿Qué es un sistema de dirección en las cuatro ruedas?
Un sistema de dirección en las cuatro ruedas permite al conductor girar las ruedas traseras hacia la izquierda o hacia la derecha junto con las delanteras. Eso se traduce en diámetros de giro más cerrados y una mayor agilidad en curvas, así como una estabilidad incrementada a velocidades elevadas. Estos dispositivos complementan lo que el conductor está haciendo con el volante al girar; es como la fuente de la juventud para la dinámica del vehículo, la cual mejora en casi todos y cada uno de los aspectos.
Originado en Japón, la dirección activa en el eje posterior se introdujo en un coche de producción en 1985, haciendo su debut en el por entonces nuevo Nissan Skyline (R31), una máquina que es sinónimo de innovación como los fideos con ramen.
Sin embargo, la tecnología fue popularizada por el Honda Prelude de 1987, dado que se vendió a nivel mundial. Ese mismo año, la revista estadounidense Road & Track probó una unidad, trazó una pista de slalom y lanzó al Prelude contra otros deportivos de Chevrolet, Ferrari y Porsche. El humilde coupé nipón ganó a todos.
Pero ese era un sistema mecánico complejo, pesado y costoso que unía físicamente tanto el eje delantero como el trasero a través de un sistema de engranajes; también usado en el Mazda626 o el MX6 (1988). Los coches japoneses de alto rendimiento experimentaron más tarde con sistemas eléctricos durante un tiempo, como en el Nissan Skyline GT-R (R32) y en el Mitsubishi 3000 GT VR4, antes de que la mayoría de las marcas abandonaran la idea. En cualquiera de los casos, las ruedas traseras, generalmente, no pueden girar tanto como las delanteras.
Sin embargo, el sistema de dirección a las cuatro ruedas tuvo una recepción algo tibia en Estados Unidos y en Europa. Muchos clientes no pudieron notar apenas la diferencia y los sistemas solían ser bastante caros, lo que desanimaba a los compradores. En Japón, sin embargo, siguió siendo popular durante la década de los 90, incluso apareciendo en coches de corte más modesto como el Honda Accord o el Toyota Camry. Sin embargo, esta tecnología permaneció disponible hasta 2002 en el mercado local, cuando desapareció junto con el Nissan Skyline GT-R (R34).
Eso cambió cuando Porsche presentó los 911 GT3 y 911 Turbo (991) en 2013. Ambos modelos presentaban un sistema eléctrico desarrollado por ZF, usando un par de pequeños actuadores electromecánicos para influir en el comportamiento individual de las ruedas en el eje trasero. En lugar de usar engranajes mecánicos, la complejidad está en su software, lo que permite a los ingenieros hacer máquinas muy incisivas en conducción deportiva y con una buena pisada en condiciones de autovía. Eso es difícil de lograr mediante el ajuste mecánico de la suspensión.
¿Cómo funciona una dirección a las cuatro ruedas?
El objetivo principal de la dirección en las cuatro ruedas es aumentar la agilidad y la estabilidad de un vehículo. A una velocidad baja, las ruedas traseras tornan ligeramente hacia la dirección opuesta a las delanteras.
Esto se conoce como “dirección en contrafase” y permite que el coche tenga un radio de giro más pequeño, consiguiendo una mayor agilidad. A velocidades más altas, las ruedas traseras giran ligeramente en la misma dirección que las ruedas delanteras. Esto se conoce como “dirección en fase” y permite más estabilidad en curvas de alta velocidad.
- A baja velocidad, por tanto, el radio de giro más pequeño (en torno a un 10 %) permite hacer maniobras en un espacio de dimensiones reducidas. Cuando las ruedas traseras giran en contra de las delanteras, permite también un giro más rápido y ágil, algo especialmente útil en coches de gran tamaño o en los ejercicios de aparcamiento.
- A alta velocidad, normalmente por encima de 40 km/h, el vehículo es más estable, al igual que al cambiar de carril, y se inclinará menos al pasar por una curva rápida. Cuando el coche toma un giro a alta velocidad y la dirección en las cuatro ruedas actúa, ambos ejes comparten la fuerza aplicada al vehículo en lugar de solo el delantero.
¿Cuáles son sus desventajas?
- Mayor riesgo de mal funcionamiento. Un sistema de dirección en las cuatro ruedas se compone de muchos componentes y piezas. Todo lo que se necesitas es que un componente no funcione correctamente, y luego todo el sistema funcionará mal. Como resultado, es probable que debas realizar un mantenimiento adicional solo para mantenerlo operativo uso. Esto no solo significa gastar más tiempo y dinero, sino que también corres más riesgo de experimentar problemas con el sistema mientras conduces.
- Precio. Un vehículo equipado con un sistema de dirección en las cuatro ruedas es más caro que uno tradicional. Esto se debe a que es más costoso de fabricar y desarrollar, dado que contiene componentes más sofisticados que un sistema de dirección de dos ruedas. Esta tecnología suele ser una característica de fábrica en muchos deportivos de gama alta, pero en muchos otros es un opcional para que, al menos, tengas la opción de decidir si el desembolso adicional vale o no la pena.
¿Qué vendrá en el futuro?
La dirección en las cuatro ruedas aumentará su presencia en los próximos años a medida que se lancen más coches nuevos con esta tecnología. Si bien en la actualidad está restringida en gran medida a los vehículos de prestigio, la tecnología se volverá más barata a medida que más y más modelos adopten la dirección en las cuatro ruedas.
Al fin y al cabo, lo que ha impedido su triunfo es sobre todo el precio, tanto en el momento de desarrollarlo para su posterior implementación en un coche como por parte de las aseguradoras, en caso de que el sistema se estropease.
De momento, si estás considerando comprar un vehículo con dirección trasera, has de saber que la lista es más larga de lo que podrías pensar, y aunque la mayoría los integrantes son de Japón, algunos coches europeos también cuentan con dicha funcionalidad. El Porsche Panamera es uno de ellos, y el Renault Mégane R.S., el Audi A8 o los BMW Serie 5, 6, 7 y 8. Aunque eso sí, con algo de diferencia frente a los modelos mencionados, el sistema moderno de dirección en las cuatro ruedas más impresionante a la venta ahora está en el nuevo Mercedes-Benz Clase S.
Fuente: Autoevolution