La historia de Saab es, cuanto menos, curiosa y digna de estudio. Un relato de sobreingeniería, de pensamientos innovadores, de coches memorables y, en última instancia, la bancarrota a la que tuvo que hacer frente y las innumerables habladurías acerca de su regreso en el panorama automotriz. Pero hay una razón por la cual los entusiastas del automóvil recuerdan la historia de Saab con buenos recuerdos, pudiendo ser considerada la Tesla de su época.
Resulta que, incluso puede haber un caso en el que se pueda comparar a la firma sueca con la estadounidense. Más de uno ahora estará pensando en qué son comparables estas dos marcas de coches, más allá de la finalidad de construir vehículos para la población. Sin embargo, Jason Cammisa, de Hagerty, ha hecho un estudio de un caso convincente sobre cómo la influencia de Saab en la industria del automóvil de combustión interna es, en cierta medida, comparable a lo que Tesla está haciendo en el panorama del coche eléctrico.
El Saab 99 de los años 60 fue una creación ingeniosa, diseñada por ingenieros que estaban más acostumbrados a los aviones de combate que a los vehículos de carretera. Esto resultó ser una revelación para la seguridad, ya que el 99 incorporó multitud de características tomadas de la aviación. Este automóvil podía sobrevivir a los vuelcos como ningún otro coche en la carretera, y además el chasis era más rígido que el de cualquier otro vehículo, lo que derivaba en una menor cantidad de chirridos y traqueteos comunes por ese entonces.
Saab también predijo el futuro en otras áreas. Por ejemplo, el 99 fue diseñado en un túnel de viento, por lo que presentaba un largo capó plano y una parte posterior en forma de lágrima, y Saab afirmaba que era tan resbaladizo para el aire como lo era el Citroën DS «Tiburón». También incorporó una serie de primicias mundiales para un turismo popular, tales como las primeras vigas de protección contra impactos laterales, los primeros asientos con calefacción y el primer sistema de filtración de aire hacia el habitáculo realmente eficaz.
Luego, en 1978, Saab añadió un turbocompresor. Y, bueno, al igual que Tesla no fue la primera en electrificar un coche, Saab tampoco fue pionera en instalar un turbocompresor (honor que recae en el Oldsmobile F-85 Jetfire de 1962). Sin embargo, la aplicación de Saab no era extraer más potencia del bloque para ir más rápido, sino que predijo el futuro de la inducción forzada convencional al centrarse en el par motor usable en lugar del rendimiento absoluto, como los coches eléctricos modernos. La intención no es ir siempre a fondo.
El 900, que era idéntico al 99 desde la sección posterior de la puerta del conductor, presentaba más peculiaridades. El freno de estacionamiento –o también conocido como freno de mano– accionaba las ruedas delanteras, y la llave estaba ubicada en la consola central para no quedar impresa en la rótula de su conductor en caso de accidente (una característica que mantuvo en sus modelos hasta el fin de sus días. Si quieres más pruebas de las referencias innovadoras entre Saab y Tesla, entonces echa un vistazo al vídeo de a continuación:
Fuente: Hagerty