Las vertientes firmadas por AMG sobre el nuevo Mercedes-Benz Clase E (o más bien un profundo lavado de cara sobre el modelo presentado en 2015) afecta a todas las carrocerías: la berlina, la familiar (Estate), la de dos puertas (Coupé) y la descapotable (Cabrio). Bajo su capó podemos encontrar motores de seis y ocho cilindros, que cubren un abanico de potencias de 435 a 612 CV, y una puesta a punto que nos brinda una experiencia tan gratificante en un circuito como en un largo viaje. Conozcamos a fondo la gama AMG del Clase E 2021.
En la cumbre se sitúa primero el E 63 4Matic+, con un motor V8 biturbo de 4.0 litros de 571 CV y 850 Nm. y disponible en forma de berlina y familiar. Sin embargo, en España tan solo se podrá adquirir la versión más potente, el E 63 S 4Matic+. Este cuenta con el mismo corazón mecánico, pero ajustado para entregar 612 CV y 850 Nm, con un sprint de 0 a 100 km/h en 3,4 segundos para el sedán, y una décima más lento en el Estate. Con unas cifras propias de superdeportivo, consigue homologar una media de entre 11,6 y 11,9 l/100 km y 267-273 g/km de CO2.
Este promedio se consigue gracias en gran medida a la tecnología de desconexión selectiva de cilindros, el cual funciona en el abanico de las 1.000 y 3.250 rpm siempre que el conductor haya seleccionado el modo “Confort” de entre las distintas configuraciones de conducción. El confort es otra de las cosas que se han mejorado, especialmente en el modelo E 63 S 4Matic+ con unos “soportes dinámicos” para el motor que resuelve el conflicto entre la suavidad de la integración de todo el tren motriz y una mayor rigidez estructural, resultando a la vez cómodo y dinámico.
Por otro lado, los Mercedes-AMG E 53 acogen bajo su capó un motor de seis cilindros en línea y 3.0 litros de cilindrada, con 435 CV y 520 Nm. La gran ventaja aquí no es tanto las cifras de par y potencia, sino un alternador-arrancador (EQ Boost) que combina ambas funciones en un motor eléctrico incorporado a la cadena cinemática entre el bloque y el cambio. Esta tecnología de hibridación ligera (mild-hybrid) hace que estos modelos se beneficien de una asistencia de 16 kW (250 CV) y 250 Nm y del distintivo ambiental “ECO” de la Dirección General de Tráfico.
Asociados a todos ellos hay una transmisión automática de nueve relaciones y doble embrague (AMG Speedshift) especialmente desarrollada para estas versiones. La agilidad y velocidad que alcanzan los nuevos modelos en las curvas son fruto, entre otros muchos factores, del tren de rodaje AMG Ride Control, formado por una suspensión neumática multicámara en las cuatro esquinas y una amortiguación adaptativa regulable (ADS+). La transmisión y la suspensión tienen la posibilidad de configurarse adaptando el coche a las condiciones en las que se vaya a rodar.
Para aquellos que estén repudiando a Mercedes-AMG por emplear un sistema de tracción total en el nuevo Clase E, hay que decir que pueden respirar tranquilos; los neumáticos traseros podrán ser destruidos a placer del consumidor. La distribución plenamente variable del par motor hace posible conducir tanto con un gran agarre como deslizándote por la pista. Para este fin se ha pensado el “Drift Mode”. Este modo se activa en el programa “Race” y lo convierte un modelo de tracción trasera. Este modo permanece activado hasta que el conductor lo desactive.
Para detener ese torrente de energía, el Mercedes-AMG E 63 S 4Matic+ hace gala de un potente sistema de frenos que, en el eje delantero, queda compuesto de discos de 390 x 36 milímetros. Opcionalmente, se ofrece el sistema de frenos cerámicos de alto rendimiento con unos discos de402 x 39 mm en el eje anterior y 360 x 32 mm en el posterior. En el E 53, delante se montan unos discos perforados y autoventilados de 370 x 36 mm y detrás unos discos ventilados de 360 x 26 mm. A 250 km/h, hay que disponer de unos buenos frenos, y de unos buenos neumáticos.
Fuente: Mercedes-Benz
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