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Luis Blázquez

¿Qué potencia es la ideal en un coche?

Con el paso de los años, los coches se han vuelto cada vez más prestacionales, más seguros y más dinámicos. Bueno, quizá esto último es relativo, ya que las sensaciones que aportan no son las mismas. Hoy día, todo está mucho más filtrado en un vehículo. Llevarlo rápido no requiere tantas manos, sino de cuánta confianza deposita uno en las ayudas de conducción. Eso nos ha llevado a considerar que, algunos vehículos,pueden resultar lentos.

Por ejemplo, el Dacia Spring tarda casi 20 segundos en alcanzar los 100 km/h, mientras que el Tesla Model S Plaid apenas necesita 2 segundos. Probablemente, todos podamos estar de acuerdo en que el Spring, definitivamente, podría funcionar algo mejor con un poco más de chicha en su motor, y también que nadie necesita realmente ir tan rápido como el Tesla. Sin embargo, en el espacio entre esos dos extremos, ¿dónde está el punto óptimo? ¿Qué es lo que consideramos como la cantidad perfecta de rendimiento para un vehículo?

Sentimos decepcionarte, pero no hay una respuesta concreta a esa pregunta. Depende de todo tipo de factores, incluido cómo conduces, cuándo y dónde. Si te pasas la vida gozando del tráfico de la ciudad y nunca superas 50 km/h, incluso el Spring podría ser demasiado potente. Ahora bien, si vives en esas zonas rurales donde las carreteras suelen estar vacías, o en Alemania, la tierra de la Autobahn, y te gusta, digamos… circular ligerito de carga, puede que cualquier cosa con menos de 300 CV te pueda parecer irrisorio y parco.

También depende de cómo defina uno el rendimiento. Un Honda S2000 puede vencer a un gran camión diésel en el sprint de 0 a 100 km/h si lo llevas hasta la línea roja del tacómetro, pero es el camión el que te empujará hacia atrás en el asiento cada vez que pises a fondo el acelerador y cambies de marcha. Es ahí donde el factor del par motor tiene más importancia que el de la potencia. En líneas muy, pero que muy básicas, la potencia te ayuda a conseguir velocidad, mientras que el par favorece la aceleración desde cualquier régimen.

Y luego tenemos que considerar con qué nivel de rendimiento está uno familiarizado. En los años 80, cuando la potencia media del parque automovilístico europeo apenas podía soñar con el centenar de caballos, cualquier cosa que se acercase o superase esa cifra se sentía al límite como un superdeportivo. ¿Quién no ha escuchado nunca que el Renault 5 GT Turbo era demasiado enérgico para la plebe local? ¿Era el turbocompresor el culpable de ganarse la fama de “enviudador” o la falta de experiencia al volante de más de 100 CV?

Años más tarde, muchos de esos pequeños compactos pasaron a tener el doble de potencia, y podemos decir que un Renault Clio, un SEAT Ibiza, un Opel Corsa o un Ford Fiesta con 60 CV, probablemente, estén en el límite de lo que calificaríamos como peligrosamente lentos, al menos en referencia a su capacidad para incorporarse al tráfico de la autopista en rápido movimiento. Porque si echamos un vistazo a sus fichas técnicas, estos contemporáneos de poco más de 1 litro necesitaron más de 15 segundos para alcanzar los 100 km/h.

Pero, ¿qué pasa con los supuestos deportivos cuyas cifras de potencia y de rendimiento no suenan muy alentadoras? Hablamos de coches como el Mazda MX-5, cuyo nivel de acceso se ha de conformar es un bloque de 1.5 litros con 132 CV y 152 Nm, que es más ligero y ágil que el 2.0 de 184 CV y 205 Nm, pero apenas puede salirse de su camino si intentamos hacer que la cola se salga de su sitio. El tiempo oficial de 0 a 100 km/h es de 8,3 segundos, pero se siente más lento, o tal vez nos hemos malacostumbrado a los números actuales.

Si bien 8,3 segundos en un MX-5 se siente mucho más emocionante que en un SUV grande, y es cierto que divertirse en uno de estos biplazas nunca se ha tratado de ir rápido en línea recta, es solo cierto para carreteras vacías. No hay nada divertido en estar atrapado tras un autobús en un descapotable, ahogándote con las emisiones de su motor diésel porque no tienes suficiente energía para adelantarle llegar a esas hermosas carreteras vacías más allá. ¿Necesito entonces un mísil tierra-tierra para tener una disposición de potencia “cómoda”?

No tiene por qué. La pareja Toyobaru (GT 86 y BRZ) saliente estaban en la cúspide de lo que sería aceptable. Si el tráfico es escaso o estabas en una circuito, eran muy divertidos, y esos neumáticos derivados del Prius aseguraban que el agarre estuviera adaptado a la potencia de sus motores (200 CV y 205 Nm). Pero todo quisque (la mayoría de ellos sin siquiera haber conducido uno) decía que andaban poco. Por este motivo, el nuevo GR 86 y BRZ tienen un motor con 389 cc adicionales que aportan 35 CV y 45 Nm más a un régimen más bajo.

Entonces, en números puros, podríamos decir que 7 segundos en la carrera de 0 a 100 km/h es, aproximadamente, un estándar mínimo aceptable para disfrutar del efecto patada en el asiento. Cinco segundos es quizá el punto óptimo en términos prestacionales para un deportivo con el que busques sensaciones de aúpa, y cualquier cosa por debajo de los tres segundos es un sinsentido. ¿Qué gracia tiene llevar un coche en el que nunca puedes pisar el acelerador a fondo por miedo a una multa o un accidente? Para un servidor, ninguna.

Fuente: Carscoops

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