Siendo sinceros, aunque nos encante, un superdeportivo de 12 cilindros no es práctico en la urbe a menos que vivas en una zona acostumbrada a ello, como Puerto Banús, por ejemplo. Los vehículos más urbanitas y económicos son mucho más prácticos y asequibles en las ciudades. Pueden maniobrar a través del tráfico caótico y pedir muy poco a cambio en términos de mantenimiento. Sin embargo, ¿por qué parece que los fabricantes están desechando los coches pequeños y baratos?
En 1999, el precio de partida en la gama SEAT era de 9.300 euros en el mercado español, para el Ibiza 1.0 de gasolina de 50 CV, algo más de 14.000 euros ajustando la inflación actual. El precio de partida de un Ibiza moderno es, actualmente, de 15.500 euros, por lo que apenas ha subido si tenemos en cuenta el ajuste económico. Sin embargo, hasta hace relativamente poco, uno de cada cinco coches nuevos vendidos costaba menos de 15.000 euros. Hoy día, solo uno de cada 10 cuesta menos de esa tarifa, ya que los modelos básicos “no venden”.
Entonces, ¿por qué los coches se están volviendo caros? Bueno, la mayoría de los fabricantes de automóviles están eliminando los modelos más económicos en sus líneas de producción, ya que no generan el mismo margen de beneficio para las marcas. Por ejemplo, aunque SEAT mantiene el Mii como un pequeño eléctrico de acceso, Škoda se ha deshecho del CitiGo más asequible y Volkswagen del up!. Asimismo, Citroën ya no tiene el C1, ni Peugeot el 108. Audi, por ejemplo, no tendrá un sustituto del A1, y el Ka+ de Ford ya ha pasado a mejor vida.
La mayoría de los fabricantes están sustituyendo sus pequeños coches de gasolina por versiones eléctricas, véase el caso del Fiat 500, el Renault Twingo o el propio SEAT Mii. Y hay un problema aquí: los vehículos eléctricos no son aún lo suficientemente económicos debido a la tecnología involucrada. De nuevo, el margen de beneficio de los coches pequeños y asequibles es mínimo. Para justificar su construcción, los fabricantes deben vender toneladas de ellos, y no es el caso, ya que, en este segmento, la combustión interna aún cuenta con peso.
De hecho, la mayoría de las marcas se están alejando de los coches pequeños y baratos porque están más interesados en vender SUVs, mucho más rentables. Por ejemplo, los únicos modelos que Ford comercializa y no son crossovers o pick-ups, son el Mustang, el Fiesta y el Focus. Y eso en Europa, dado que al otro lado del charco el Mustang es el único “lowrider”. Hasta las firmas de más lujo y prestigio han sucumbido a la moda SUV. Ahí tenemos al Aston Martin DBX, el Rolls-Royce Cullinan, el Lamborghini Urus o el inminente Ferrari Purosangue.
Hace una década, el 7 % de los vehículos vendidos eran SUV. Actualmente, la mitad de los coches vendidos son de este segmento. Además, los coches pequeños y baratos están desapareciendo también motivados por las emisiones de carbono, lo cual es bastante irónico. Uno pensaría que un vehículo escueto produce menos dióxido de carbono debido al peso y los motores pequeños. Sorprendentemente, los gobiernos son menos estrictos con los objetivos para los coches más pesados, alentando a construir modelos más pesados por ser “más fácil”.
En consecuencia, aquellas personas con unos ingresos medios y los compradores primerizos más jóvenes tendrán que buscar coches asequibles en el mercado de segunda mano, lo que elevará aún más los precios en dicho segmento. Poco a poco, las opciones de adquisición van quedando limitadas a un SUV electrificado parcial o completamentesin una caja de cambios manual y, por supuesto, implicando un desembolso sustancialmente superior a los 15.000 euros de lo que se podría llegar a considerar como un coche “económico”.
Fuente: Autoevolution