En la pequeña ciudad de Nürburg, Alemania, escondido en las profundidades de los bosques de las montañas Eifel, se encuentra el legendario circuito bautizado como Nürburgring, alias el “Infierno Verde”. Es una pista icónica, con curvas ciegas por doquier y unos peraltes que, cuanto menos, hay que tenerles un gran respeto. De hecho, es posible que estemos ante el trazado con más peligros actualmente en activo; un autódromo cuya infame reputación precede a su nombre.
Convertido en una especie de destino sagrado para los conductores, tanto por profesionales como aficionados, aquellos que peregrinan a la pequeña ciudad germana son conocedores –o al menos deberían– de los riegos que se asumen una vez se está dentro de la pista. Desde su construcción en 1927, el “Ring” se ha cobrado trágicamente la vida de poco menos de 70 héroes del automovilismo. Es un lugar del que muchos han oído hablar y visto, y si te gustan los coches, una visita en la vida es imprescindible.
El “Infierno Verde”, o como lo llaman los alemanes, “Grüne Hölle”, es una pista implacable que lleva consigo una increíble historia automotriz que continúa ampliándola cada año. Una mirada más cercana a la pista revela tres cosas que la convierten en un desafío incluso para los conductores más hábiles: los cambios de elevación pronunciados, las curvas ciegas y la falta de áreas para retirarse con seguridad. He aquí por qué Nürbingring merece su apodo y su calificación como “el circuito más peligroso del mundo”.
Inicialmente, el circuito se diseñó en torno al antiguo castillo de la ciudad que da nombre a la pista. Esta era, de hecho, dos secciones unidas. La más grande fue Nordschleife, con 22,8 kilómetros, y conectado a su punto más hacia el sur estaba Südschleife, con 7,5 km de largo. Esto significaba que el circuito podría adaptarse a toda la variedad de deportes del motor, pero también ambas pistas podrían usarse juntas, creando una enorme pista de 28,3 km en su conjunto, con un ancho de entre 6,7 y 9 metros.
La pista fue diseñada para mostrar de qué era capaz la mejor ingeniería alemana del mundo del motor y el talento de sus pilotos. En ese momento, Alemania no tenía una instalación dedicada al automovilismo. Toda la “Gesamtstrecke” o pista completa, constaba de 174 curvas (antes de los cambios de 1971). Desde el primer momento, el trazado exigía buenas manos. Porque fue –y sigue siendo–, estrecho y sin conceder condescendencia alguna, con hasta 300 m de cambios de elevación en una vuelta.
Pero no solo era una pista de carreras, sino que, por las noches y los fines de semana, servía como carretera de peaje público. Como tal, Nürburgring unía cuatro pequeñas ciudades alrededor de la región de Eifel y, por lo tanto, se utilizaba como camino a casa para algunas personas. Sin embargo, 1929 fue el último año en el que se usó el trazado completo en los principales eventos; el futuro Gran Premio de Alemania se llevaría a cabo en el Nordschleife, mientras que las motocicletas y las competiciones menores utilizaron Südschleife.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Nordschleife se convirtió nuevamente en el hogar de la Fórmula 1 en el país. Las carreras se prolongaron hasta finales de la década de 1960, cuando la pista se estaba volviendo extremadamente peligrosa para la última generación de monoplazas. Con el desarrollo de los coches y sus capacidades de correr cada vez mayores, la pista se estaba volviendo cada vez más peligrosa. Imagina circular en un ataúd de más de 500 CV pasando a casi 300 km/h rozando los árboles.
El legendario Jackie Stewart, piloto de la máxima categoría entre 1965 y 1973, rebautizó la pista como “Infierno Verde”, un apodo que mantiene hasta el día de hoy. Tras una muerte y el desafortunado accidente de Niki Lauda en 1976, muchos delos pilotos quisieron boicotear Nürburgring a menos que se hicieran cambios importantes. Dichos cambios eran imposibles en tan poco tiempo, por lo que el GP de Alemania se trasladó al Hockenheimring hasta 2008 de forma discontinuada (excepto en 1985 y 2007).
Nürburgring construyó un nuevo circuito para grandes premios en 1984, que reemplazó al abandonado Sudschelife. Y funciona hasta el día de hoy. De marzo a noviembre de cada año, por ejemplo, tiene lugar la temporada de “touristenfahrten” o “paseos turísticos”. Fanáticos de todo el mundo acuden en masa a los distintos hoteles y posadas de la zona de Nürburg para hacer una vuelta tras otra, donde se aplican las reglas de circulación normales, (como adelantar por la izquierda y ponerse a la derecha para dejar pasar a otros).
También hay que decir que algunos todavía no lo saben y la pista es resbaladiza cuando está mojada. Otra cosa a tener en cuenta es que, algunas veces al año, la pista se convierte en el festival más loco al que puedes asistir como entusiasta de los automóviles. Las 24 Horas de Nürburgring es una carrera de resistencia de turismos alrededor de la pista como ninguna otra. Es un lugar especial y el único de su tipo. Por mucho que busques, no encontrarás nada igual a lo largo de globo, con sus ventajas y desventajas.
Por otro lado, muchos fabricantes utilizan Nürburgring para probar y mejorar sus modelos, y lo llevan haciendo desde hace muchísimos años. Por eso no es raro ver prototipos y coches de prueba siendo llevados al límite por el asfalto del trazado y la zona. Piensa que, ahora, un tiempo de vuelta en Nordschleife es casi una nueva sección de la hoja de especificaciones de cualquier deportivo de producción, y en realidad es ampliamente reconocido como una de las pistas de pruebas más completas para nuevos vehículos.
Realmente, es una locura de lugar. Pero el contexto es clave, Alemania tiene autopistas sin restricciones de velocidad –solo en algunos tramos–, por lo que la locura es solo relativa. Si tienes algún interés en los coches y el conducir, este lugar debería formar parte de tu lista de deseos. Porque aunque sea apodado el “Infierno Verde”, Nürburgring es un espacio más seguro, y quienes lo recorren se familiarizan cada vez más con su estructura. No es un lugar para ir de sobrado, pero ciertamente puedes divertirte con algo de confianza.