Si echamos la vista atrás hasta 2012, vemos que entonces un 69% de las ventas de coches nuevos eran diésel. En lo que va de año, hasta agosto, los coches diésel supoenn un 36,9%. Los compradores parece que le han dado la espalda a este combustible que, hasta no hace tanto, era abanderado de las gamas ECO de los fabricantes.
Parece que el diésel ha pasado a ser el principal enemigo del ciudadano. ¿Con razón? Desde luego, la llegada de la norma Euro 6, vigente desde el 1 de septiembre de 2014 comenzó a vigilar de manera mucho más exhaustiva las emisiones contaminantes de estos vehículos. Poco después, el escándalo Diéselgate descubrió a los ciudadanos que, además, algunos habían hecho trampas cuando se medían estos gases.
¿Es lógica esta demonización? El diésel consume menos combustible y, por lo tanto, tiene unas menores emisiones de CO2, algo clave para los objetivos de emisiones globales que han de cumplir los fabricantes no dentro de mucho. ¿Se ha pasado la sociedad demonizando al diésel? Puede que, ni antes deberíamos haber comprado tantos vehículos diésel ni ahora apartarlos como apestados (tal y como apuntan las patronales del sector). Vamos a intentar responder las preguntas más comunes sobre este asunto:
¿Por qué el diésel es más barato?
El diésel se ha beneficiado tradicionalmente de un precio más barato. No es que sea más barato de producir o de refinar, sino que los carburantes cuentan con diferente carga fiscal del Impuesto de Hidrocarburos, según está recogido en el artículo 50 de la Ley 38/1992, de los Impuestos Especiales.
Tipo general | |
Gasolina 95 | 400,69 / 1.000 litros |
Diésel | 307 € / 1.000 litros |
Esto nos deja con que se pagan unos 40 céntimos por litro de gasolina mientras que el gasoil está en 30,7 €/litro. Se trata de un impuesto que cuenta con un tramo estatal (el recogido en el cuadro anterior) y otro autonómico (que se pretende igualar , lo que daría como resultado subidas en 9 comunidades autónomas). Luego deberíamos aplicar el tipo general del IVA (21%) sobre el precio final del producto, por lo que la carga impositiva es superior a la mitad del precio final.
¿Por qué cuenta el gasóleo con esta ventaja? Pues (sin remontarnos muy atrás), por las políticas de la Unión Europea. Para que el transporte por carretera fuese competitivo se pensó a finales de los años 80 en someterlo a un menor gravamen, de ahí que la Directiva 2003/96/CE fije unos tipos mínimos para ambos. Luego, cada país establece los gravámenes en función del tipo de carburante, según esos parámetros. Según indica la ONG Transport and Environment, la carga impositiva a nivel europeo del diésel y la gasolina es un 30% inferior (en términos de energía por tonelada de CO2) en el caso del gasóleo.
Eso ha llevado que el consumo de gasóleo (según la Agencia Tributaria) multiplique por cuatro el de la gasolina. Es normal que los grandes vehículos pesados de la industria y el transporte se muevan con este combustible. Y muchos compradores han aprovechado ese menor precio para comprar turismos movidos con ese combustible.
¿Va a subir el precio del diésel?
Desde la Unión Europea se pretende reducir el consumo de diésel, priorizando el ferrocarril eléctrico como modo de trasnporte de mercancías. Desde hace años se plantea una modificación de la DIrectiva 2003/96/CE, en aras de equiparar la carga fiscal de ambos productos. Por el momento las propuestas han sido retirada por la falta de unanimidad necesaria entre países miembros, pero es de esperar que surjan propuestas más flexibles, que afecten menos a la soberanía fiscal de los Estados.
Eso mismo es lo que se está planteando el Gobierno (aunque con una pésima gestión de la información, pues este mismo mes, mientras el presidente lo confirmaba, la ministra afirmaba que era un globo sonda, tal y como leíamos en El País).
La equiparación se hará «por arriba», equiparando el Impuesto especial de hidrocaburos del diésel al nivel de la gasolina. Esto nos dejaría con un aumento de 9,3 céntimos por litro. Está por concretar cómo se produce la subida (estaremos atentos a la presentación de los Presupuestos Generales del Estado para 2019, pero siempre se ha dicho que se haría de manera progresiva. ¿En cuánto tiempo? Se habla de cuatro años, por lo que podríamos esperar aumentos de 2,3 €/litro.
Habrá exenciones, ya que según palabras del Presidente del Gobierno, la subida no afectará a «colectivos profesionales, ni transportistas, ni los camioneros».
¿El diésel contamina?
El diésel consume menos, además es más barato repostar el depósito. ¿Cómo no iba la gente a comprarlo? El problema es que los diésel son más sucios que la gasolina. No en sus emisiones de CO2 (que son las que se emplean para calcular el impuesto de matriculación, he aquí otra ventaja impositiva, pero sí en otros contaminantes mucho más peligrosos para la salud. Hablamos de NOx y de las partículas. Puede interesanrte nuestro artículo: Diésel y contaminación, toda la verdad.
Para mantenerlas dentro de los límites legales (que sigue permitiendo unos límites de NOx superiores en los diésel a los gasolina, si bien tienden a acercarse) los fabricantes han tenido que introducir mucha tecnología en sus vehículos. Elementos como el filtro de partículas, la válvula EGR o los depósitos de Adblue consiguen que los coches sean más limpios y cumplan la actual normativa Euro 6d-Temp.
Además, para evitar que los fabricantes hagan trampas como antaño se ha modificado la forma de medir. Se trata del ciclo WLTP, que realiza mediciones en laboratorio según criterios más exigentes que el anterior NEDC y suma una prueba en condiciones reales de conducción (donde los diésel sufren bastante más para alcanzar los valores mínimos).
Créenos. En contaminación poco tiene que ver un diésel actual con uno de hace una década. Eso sí, la tecnología no es barata y no compensa introducirla en coches económicos (los más pequeños), que poco a poco ven desaparecer estos motores de sus gamas.
¿El diésel no vale para la ciudad?
Toda esta tecnología ha hecho que los diésel hayan perdido su tradicional fiabilidad, clave a la hora de amortizar la diferencia de precio que existe entre ellos y los gasolina. Para cuidar un motor diésel y evitar problemas en sus elementos que vigilan las emisiones es necesario llevar una conducción muy diferente a la que se hace en las grandes ciudades, con los coches siempre a un nivel muy bajo de revoluciones.
Además, no podemos obviar el hecho de que sus emisiones son peligrosas para la salud… y justo en las ciudades es donde se concentra la población. Y no creas que lo dicen unos ecologistas radicales. La Organización Mundial de la Salud confirmó que el NOx es cancerígeno y que las partículas PM aumentan la mortalidad.
Por ello los ayuntamientos de las principales ciudades europeas están cerrando sus centros a los coches diésel. ¿A todos? No. Por ahora en España afecta solamente a los diésel más antiguos. Se ha tomado como base el etiquetado ambiental de la DGT. Podríamos hablar largo y tendido sobre si es el método más eficaz… pero en estos momentos es el único modo unificado. En función del coche diésel que tengas cuentas con tres escenarios para moverte por esas zonas de acceso restringido:
- SIN ETIQUETA: Diésel matriculados antes de 2006. No cumplen la norma Euro 4 y carecen de filtros de partículas o sistemas avanzados de tratamiento de los gases de escape.
- ETIQUETA B: Diésel matriculados entre enero de 2006 y diciembre de 2013. Cumplen la norma Euro 4 o Euro 5, ya son algo más limpios.
- ETIQUETA C: Diésel matriculados a partir de enero de 2014, y que por lo tanto cumplen la normativa Euro 6 (casi equivalentes a un gasolina).
Si circulas en carretera, nadie te prohibirá utilizar un coche que en su día estaba homologado para circular (siempre que tengas la ITV en regla). Solamente en esos pequeños espacios en los centros de las ciudades no podrás hacerlo… si tienes un vehículo diésel antiguo.
¿El diésel gasta menos?
En largos desplazamientos por carretera, el consumo de un coche diésel es inferior al de un coche gasolina equivalente. También es menor que el de un híbrido o de un coche híbrido enchufable… que son, eso sí, más económicos (y limpios) en trayectos cortos con paradas frecuentes. No vamos a meter por ahora a los coches eléctricos en esta ecuación. Si bien es cierto que cada vez cuentan con una mayor autonomía, no son por ahora funcionales en un viaje largo… y en caso de serlo, su precio es mucho mayor.
Como te decíamos en nuestros consejos para elegir entre diésel o gasolina, cuanta mayor sea la distancia que recorres al año con tu coche, más te compensará el diésel. Incluso si sube de precio, la diferencia de consumo es notable, sobre todo a medida que el tamaño y el peso del coche aumenta. Eso sí, la cifra de que, a partir de 15.000 km anuales compensa aumentará por dos razones:
- La tecnología ha hecho que la diferencia de precio entre versiones con motores de gasolina y diésel en un mismo modelo aumente.
- No se podrá contar con el diferencial de precio del combustible, solamente con el menor consumo
¿Qué alternativas tengo al diésel?
Buscas un coche nuevo diésel porque recorres muchos kilómetros cada año. Como has leído, es muy posible que suba el precio del combustible y conoces también que a tu nuevo vehículo no le afectarán demasiado las restricciones al tráfico, al menos en los próximos años.
No encontrarás opciones con un coste por kilómetro tan bajo en carretera. Y no es que te lo digamos nosotros… sino que te lo dirá cualquier gestor de flotas. De todos modos, hay alternativas más limpias, como los coches con GLP (gas licuado del petróleo) y los coches con GNC (gas natural comprimido). Ya hemos hablado de las diferencias entre GLP y GNC. Se trata de combustibles muy limpios cuya red de estaciones de servicio está creciendo (mucho mayor por ahora la de GLP). Son realmente interesantes si debes entrar en la ciudad con tu vehículo privado, ya que cuentan con la etiqueta ECO.
¿Dudas aún si comprar un diésel?
Cabe la posibilidad de que ahora realices muchos kilómetros pero no sabes si seguirás en esas circuantancias en dos o tres años. Puede que las restricciones al diésel aumenten, que temas que caiga su valor como coche de segunda mano… De nuevo acudimos a los expertos en gestión de flotas. Ellos no compran los coches, sino que suelen emplear fórmuals de renting o leasing.
Tradicionalmente el renting y el leasing están enfocados a un cliente profesional, pero cada vezhay más opciones en las marcas para los particulares. Permiten disfrutar del coche por una cuota mensual y, cuando venza el contrato, poder optar por otro vehículo más adecuado a las necesidades de ese momento.
Si tienes pensado financiar el coche, pregunta por la multiopción, una fórmula que ofrece un coche nuevo a cambio de una entrada inicial, una cuota mensual que se paga durante dos o tres años (que suele ser menor que si se comprase el automóvil, y una cuota final. Tras el periodo uno puede pagar la cuota final y quedarse con el vehículo, cambiarlo por otro de la misma marca o devolverlo. Quizá es una opción algo más cara que la compra tradicional financiada, pero no corres riesgos.